Van Cliburn, el pianista que derritió el hielo
Van Cliburn conquistó la gloria cuando en 1958, durante la guerra fría, se alza con la medalla de Oro de la primera edición de la Competencia Tchaikovsky, en Moscú
Harvey Lavan Cliburn Jr. (Luisiana, 12 de julio de 1934 - Fort Worth, Texas, 27 de febrero de 2013), calificado como un niño prodigio, inició sus estudios de piano a la edad de 3 años con su madre. A los 12 años tuvo su primer concierto con orquesta y dos años después debutó en el Carnegie Hall. En 1951 entra a estudiar en la Escuela Juilliard, en Nueva York, donde fue uno de los mejores estudiantes, ganó varios premios y continuó apareciendo con las principales orquestas en Estados Unidos, incluyendo la Filarmónica de Nueva York en el Carnegie Hall en 1954, al ganar un importante premio que no había sido otorgado en casi cinco años: "el recién llegado más talentoso de la temporada, que 'literalmente' domina el piano mientras toca y, en muchos sentidos, también la música", escribieron los críticos. Su maestra, Madame Rosina Lhévinne, lo anima a postularse para el Concurso Tchaikovsky.
La creación del Concurso Internacional Tchaikovsky fue un gran avance, durante la segunda mitad del siglo XX, en la actitud oficial del Estado soviético hacia los jóvenes músicos en el arte de la interpretación y la música de Tchaikovsky. Su primera edición fue en la primavera de 1858 en Moscú. Aquí inicia Van Cliburn su leyenda.
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El joven pianista norteamericano, procedente de Forth Worth, alto, rubio y muy delgado, causó furor con sus interpretaciones de los conciertos para piano de Tchaikovsky y Rachmaninoff. Como una verdadera estrella rock provocaba desmayos y llantos entre la asistencia femenina a los conciertos, generando adoración desde el inicio. La multitud estaba de su lado, los jueces, un grupo de eminentes músicos en su mayoría rusos, presididos por el compositor Dmitri Shostakovich, estaban de su lado. Van Cliburn brilló y salió victorioso; no solo ganó el concurso sino que también se ganó el corazón de los rusos.
Cuando llegó el momento de anunciar al ganador, los jueces solicitaron permiso al líder soviético, Nikita Khrushchev, para darle el primer premio a un estadounidense. "¿Es él el mejor?", preguntó Khrushchev. "¡Entonces hay que darle el premio!". Las imágenes del líder soviético abrazando al pianista norteamericano dieron la vuelta al mundo.
Al regresar a Estados Unidos, Van Cliburn fue recibido como un héroe. La revista Time le dedicó la portada: "El tejano que conquistó Rusia, el músico que demostró que la música podía doblar el brazo a la política”. Ha sido el primer y único músico clásico que desfiló en un descapotable por la Quinta Avenida en Nueva York. Al ganarse la admiración tanto del líder soviético, Nikita Khrushchev, como del presidente estadounidense, Dwight D. Eisenhower, Cliburn parecía haber aliviado por sí solo las tensiones de la Guerra Fría.
Durante su carrera, Van Cliburn hizo historia: primer Grammy de música clásica; el primer álbum clásico en obtener triple platino; ventas récord de entradas para sus conciertos en salas de conciertos y estadios. Capitalizó su fama al firmar un contrato de grabación con RCA a su regreso, sus grabaciones son testimonio de su talento. Cliburn realizó giras incansables durante las siguientes dos décadas. Volvió a la Unión Soviética en 1960. Después de dos décadas de actuar en casi 100 conciertos al año, se retiró en 1978. Regresó en 1987, cuando realizó un recital para el presidente estadounidense Ronald Reagan y el secretario general soviético Mikhail Gorbachev en la Casa Blanca. Durante los años siguientes hizo apariciones ocasionales, incluso como solista interpretando los conciertos para piano de Liszt y Tchaikovsky con la Orquesta de Filadelfia en 1989, ese mismo año regresó a Moscú. En 1994, a la edad de 60 años, Cliburn inició su primera gira nacional desde 1978, acompañando a la Filarmónica de Moscú.
Van Cliburn fue un héroe en su país y un icono internacional durante más de cinco décadas. Fue aclamado por los presidentes de Estados Unidos, los líderes mundiales, la prensa internacional y miles de admiradores. Adorado como uno de los embajadores más persuasivos de la cultura estadounidense, así como uno de los más grandes pianistas de la historia de la música, un intérprete que podía canalizar sus emociones en el teclado para resaltar toda la intensidad de los compositores románticos. Fue adorado no sólo por su don como músico brillante, sino también por su espíritu humanitario. Entre los pianistas norteamericanos fue uno de los mejores, pero también algo mucho más noble: el mejor embajador de la música clásica.
En 1962, un dedicado grupo de voluntarios de Fort Worth, donde vivía, celebró el Primer Concurso Internacional de Piano Van Cliburn en su honor. El concurso Internacional de Piano Van Cliburn, que se celebra cada cuatro años desde entonces, rápidamente se estableció como un evento que inspira e involucra a la comunidad de Forth Worth, al mismo tiempo que adorna el escenario internacional, establecida como una de las competencias de piano más prestigiosas del mundo.
A lo largo de su vida fue honrado con muchos premios, el del Centro Kennedy, Premio Grammy a la Trayectoria, la Orden de la Amistad de Rusia y la Medalla Presidencial de la Libertad, la Medalla Nacional de las Artes de los Estados Unidos, entre otros. Tocó para todos los presidentes de norteamericanos desde Eisenhower hasta Obama. Fue idolatrado tanto por los fanáticos soviéticos, que respetaban su inmenso talento, como por los estadounidenses, que lo veían como un símbolo del triunfo en la Guerra Fría contra el comunismo.
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