La huella de la moda británica, una exposición en La Haya sobre lo icónico y lo rebelde
Las creaciones rebeldes de la británica Vivienne Westwood, fallecida el pasado diciembre, dibujan el hilo conductor de una exposición que se centra en diferentes formas de moda
Dos icónicas prendas de Lady Di, sombreros de la reina Máxima y piezas de diseñadores como Vivienne Westwood, Alexander McQueen, Simone Rocha, Stella McCartney y John Galliano protagonizan una espectacular exposición de moda británica que abre este sábado en el Museo de Arte de La Haya bajo el titulo Reales & Rebeldes.
Las creaciones rebeldes de la británica Vivienne Westwood, fallecida el pasado diciembre, dibujan el hilo conductor de una exposición que se centra en diferentes formas de moda y en el contraste entre dos facetas: los protocolos, la rigidez y la pompa en lo que corresponde a la realeza británica, y el inconformismo y la rebeldía que muestra el movimiento punk.
Al tiempo que profundiza en la moda británica, el Museo de Arte (Kunstmuseum) de La Haya, que tendrá esta exposición hasta el 8 de enero, rinde homenaje a Westwood a través del vestido de novia que confeccionó para Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) en la película “Sex and the City” (2008) y que repitió en la serie And Just Like That (2023).
Madelief Hohé, conservadora de Moda y Vestuario, trabajó durante años en la preparación de esta exposición organizada por temáticas. “No importa la edad que se tenga, todos los públicos pueden reconocer algo en esta exhibición”, señala a EFE, rodeada de impresionantes prendas lucidas por maniquíes.
“Westwood nunca dejó de lado el punk, siempre ha sido muy curiosa, quería saber qué pasaba en el mundo. Cuando iba en bici hacia su casa, decía que siempre tomaba una ruta diferente, nunca la misma dos veces. Eso era muy típico de ella, era su forma de afrontar la vida, siempre queriendo aprender y hacer cosas nuevas”, señala Hohé.
La muestra también presenta decenas de creaciones de otros diseñadores británicos, incluidos Alexander McQueen, Stella McCartney, Charles Frederick Worth, Liberty's, Lucile, Edward Molyneux, Mary Quant, Katharine Hamnett, Paul Smith, John Galliano, Phoebe Philo, Richard Quinn, Gareth Pugh, Simone Rocha y jóvenes talentos como Bora Aksu, Robert Wun, Charles Jeffrey Loverboy y Matty Bovan.
Destacan dos conjuntos de la princesa Diana, aún icono de estilo 26 años tras su muerte. Uno es una chaqueta negra de vestir de Chanel, diseñada por Karl Lagarfeld alrededor de 1990, que Lady Di llevó en varias ocasiones entre 1990 y 1993, incluidos los funerales de su padre y su abuela.
El otro es un vestido corto y brillante de la diseñador Catherine Walker. Confeccionado de seda, muestra rosas y hojas bordadas en relieve con hilo plateado y pedrería, y fue elaborado especialmente para una gala en la que la princesa subastó parte de su guardarropa, en 1997, año de su fallecimiento.
“Si nos fijamos en la vida de Diana, no todo era placer y glamur, también tuvo una parte oscura y triste, así que creo que es importante no solo destacar la belleza de su vida, sino tener una combinación humana”, añade Hohé.
La exposición incluye un suéter idéntico al usado por Diana en los ochenta y en el que destaca una oveja negra entre hileras de ovejas blancas sobre un fondo rojo: la princesa, que decía ser “un espíritu libre” en el palacio británico, aprovechaba la obsesión de los medios por su ropa para usarla como código para enviar mensajes discretos al público.
También se exhiben dos sombreros de alta costura prestados por la reina Máxima de Países Bajos, uno elaborado por el irlandés Philip Treacy que la monarca usó en la coronación del rey Carlos III; y otro de plumas diseñado por el neerlandés Berry Rutjes, que lució durante las carreras de caballos Royal Ascot en 2019.
Hay prendas con historias polémicas, como la que destaca César Rodríguez Salinas, conservador de trajes históricos del museo, sobre Lady Duff-Gordon, dueña de la exitosa casa de moda Lucile y una de las pocas supervivientes, junto a su marido, al naufragio del Titanic en 1912, al haber sido de los primeros en saltar a los botes, dejando atrás a miles de personas. Esta situación puso a la pareja en el centro de las críticas, lo que llevó a su divorcio.
“Se separaron, y en lugar de volverse a Inglaterra, ella decidió abrir su primer negocio en Nueva York. Este vestido fue su primera creación después del escándalo social, la separación y su primera colección bajo su nombre y etiqueta de moda, Lucile. Ella rehízo su vida, se volvió a casa y tuvo una carrera bastante reconocida como diseñadora”, resume Rodríguez.
De Lucile han sobrevivido muy pocos vestidos, porque su casa y sus archivos se quemaron, y la pieza que tiene ahora en préstamo el Kunstmuseum pertenece a un coleccionista inglés.
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