¿Prebióticos o probióticos? Entendiendo sus diferencias y beneficios

La diferencia fundamental entre ambos radica en su naturaleza y función en el cuerpo

¿Prebióticos o probióticos? Ambos contribuyen al equilibrio intestinal y general. (Fuente externa)

La salud intestinal es un componente clave para el bienestar general, y en los últimos años, los prebióticos y probióticos han ganado popularidad como suplementos y elementos dietéticos importantes para mejorar el equilibrio intestinal.

Sin embargo, aún existe confusión sobre sus diferencias, funciones y fuentes. En este artículo, exploraremos estos conceptos desde una perspectiva médica y científica para clarificar qué son, en qué se diferencian y cómo contribuyen a la salud.

¿Qué son los prebióticos?

Los prebióticos son compuestos alimentarios, principalmente fibras no digeribles, que sirven como "alimento" para las bacterias beneficiosas del intestino. No son organismos vivos, sino sustancias que estimulan el crecimiento de bacterias saludables en el colon, mejorando así la microbiota intestinal.

Los prebióticos incluyen fibras como la inulina, la pectina y los fructooligosacáridos, que se encuentran en alimentos como la cebolla, el ajo, los espárragos y las bananas.

Desde una perspectiva científica, los prebióticos han demostrado mejorar la diversidad de la microbiota intestinal, algo que está asociado con una mejor salud metabólica y un sistema inmune más fuerte.

Estudios recientes han evidenciado que los prebióticos pueden reducir la inflamación y mejorar la absorción de minerales como el calcio y el magnesio, impactando directamente la salud ósea y cardiovascular.

¿Qué son los probióticos?

Los probióticos, en cambio, son microorganismos vivos que, cuando se consumen en cantidades adecuadas, aportan beneficios a la salud. Estas bacterias y levaduras "amigables" colonizan el intestino, compiten contra microorganismos patógenos y ayudan a equilibrar la microbiota.

Los probióticos más conocidos pertenecen a las familias Lactobacillus y Bifidobacterium, y se encuentran en alimentos fermentados como el yogur, el kéfir, el chucrut y el kimchi.

La evidencia científica sugiere que los probióticos pueden ayudar a aliviar trastornos digestivos como el síndrome del intestino irritable (SII), diarreas inducidas por antibióticos y algunos tipos de infecciones intestinales.

Investigaciones recientes han mostrado que ciertos probióticos tienen efectos inmunomoduladores, lo que sugiere que pueden jugar un rol en la prevención de enfermedades autoinmunes y en la regulación de las respuestas inflamatorias.

Diferencias clave

La diferencia fundamental entre los prebióticos y los probióticos radica en su naturaleza y función en el cuerpo. Mientras los prebióticos son sustancias que "alimentan" a las bacterias beneficiosas ya presentes en el intestino, los probióticos son los propios organismos vivos que, al ingerirse, contribuyen directamente al equilibrio microbiano.

Además, los prebióticos tienden a tener efectos más prolongados en la salud intestinal, ya que estimulan el crecimiento de bacterias beneficiosas de manera continua.

Los probióticos, en cambio, ofrecen un impacto inmediato al introducir microorganismos directamente en el intestino, aunque estos pueden ser temporales, ya que no todos logran establecerse de forma permanente en el ecosistema intestinal.

¿Cómo incorporarlos en la dieta?

Una dieta balanceada que incluya alimentos ricos en prebióticos y probióticos puede ofrecer beneficios sin la necesidad de suplementos. Para incorporar prebióticos, es recomendable consumir fibras de frutas, verduras y leguminosas. Para los probióticos, alimentos fermentados como el yogur, el kéfir y el tempeh son excelentes fuentes.

Estudios han resaltado que una combinación de prebióticos y probióticos, conocidos como simbióticos, puede tener efectos sinérgicos, mejorando la colonización y efectividad de los probióticos en el intestino. Por ejemplo, el consumo de yogur (probiótico) con una fruta entera (prebiótico) podría potenciar los efectos positivos de ambos.

Cuando se trata de prebióticos y probióticos, obtenerlos a través de los alimentos es generalmente preferible, ya que estos aportan una variedad de nutrientes adicionales y están en sus formas más biodisponibles.

Los alimentos ricos en fibras y fermentados no solo benefician el microbioma, sino que también mejoran la digestión, la absorción de vitaminas y fortalecen el sistema inmune.

Aunque la suplementación puede ser útil en casos específicos, como después de tratamientos con antibióticos o en personas con desequilibrios intestinales, la ciencia respalda que los efectos de una dieta rica en alimentos naturales y variados son más sostenibles y completos para la salud intestinal.

Dra. Erika Pérez-Lara Doctora en Medicina. Especialidad en Nutriología Clínica en INTEC. Master en Nutrición y Alimentación en Universidad de Barcelona (UB).