Las recompensas materiales crean humanos interesados

Adiestrar con recompensas, vivir en un mundo inmediatista y la posibilidad de tomar prestado es una bella combinación desafortunada

Vivimos en una errónea era de las recompensas. (Shutterstock)

Estamos viviendo en lo que llamaría “la era de las recompensas”. A los humanos nos es cada día más difícil movernos si al final de la jornada no hay una recompensa material que valga la pena el esfuerzo.

Creo que no necesito abundar en el tema de movernos por recompensas; a casi todos nos han criado o hemos criado con este sistema. Desde las notas en el colegio, hasta el dinero o regalo por portarnos bien.

Veo cómo personas pierden el interés de su trabajo por considerar que la paga no es suficiente. ¿Suficiente para qué? Para sus gustos, no para el trabajo desarrollado.

Cuando escucho a alguien protestar por lo que le cobra un jardinero, le pregunto si haría ese trabajo por dicho monto de dinero y la mayoría dice que no. ¿Y al contrario? ¿Si fueras el dueño de la empresa, le pagarías más a quien desarrolla tu puesto?

Las empresas hace unos años aprendieron de la situación y ofrecen comisiones para motivar a los colaboradores a producir más.

Un comentario al margen, que no puedo dejar de mencionar es que esto es lo que algunos colaboradores piensan. ¿La realidad? Les han puesto a ganarse parte de su ingreso basado en sus resultados.

“Piensan que, si no hay sardina, no baila la foca”; el caso de las comisiones es contrario: “si no baila la foca, no hay sardina”.

El efecto es un sistema de castigos: si no traes frutos, no tendrás parte de tu ingreso. Y al final, hasta puede ser que termine saliendo de tus servicios. Las notas del sistema educativo funcionan igual, nos multan por cada error… no es que nos regalan puntos por cada acierto.

Recompensas sin motivación

Esta evolución que describo de las empresas es lo que me ha llevado a entender que la consecuencia de las recompensas en muchos es un descontento constante.

A ver: trabajamos duro para ganar un dinero que en muchos casos ya hemos comprometido y hasta gastado. Al llegar, la luchada recompensa no motiva en nada.

–¿Cómo así, Diego Sosa?

Si tomaste un préstamo, parte de tu recompensa ya está comprometida, y posiblemente la de varios años más adelante. Si compraste con la tarjeta, ya consumiste parte de lo que te vas a ganar.

Esto tiene un efecto inmediato, escucho a las personas decir que el dinero no alcanza. ¿Ves? Al recibir la paga solo pensamos en lo poco que nos queda disponible, no en una gran motivación para seguir trabajando con más fuerza.

El poder adelantar el futuro complica el sistema de motivación por recompensas. Pocas personas al pagar el préstamo de un viaje que hicieron piensan en los bellos momentos vividos. A la mente llega la crujía que se pasará para llegar al siguiente cobro.

¿Por qué sucede? Es una bella combinación desafortunada. Adiestrar con recompensas, vivir en un mundo inmediatista y la posibilidad de tomar prestado.

Creemos que merecemos todo y mucho más, nos esforzamos menos por no motivarnos por las pobres recompensas, adelantamos las recompensas por no querer esperar y tener la posibilidad, endeudándonos.

El resultado es una bomba de tiempo, que tarde o temprano nos pasará factura. Lo malo es que la mayoría de veces es demasiado tarde, cuando no podemos retomar el camino asertivo del dinero.

Conferencista, consultor, coach y escritor con 20 libros publicados. Dirigió por 10 años una de las empresas del Grupo Siemens en Argentina, Brasil y Alemania.