Los puntos sobre las íes
Ese puntito, aparentemente insignificante, no solo ayudaba a la legibilidad de los textos, sino a su correcta interpretación
La lengua es un sistema complejo, al mismo tiempo delicado y férreo, sutil e inflexible. Precisamente su complejidad y su sutileza permiten que la creatividad aparezca.
Los hablantes, a lo largo de los siglos, van construyendo expresiones que dejan de lado el significado habitual de las palabras que las componen para cargarse de un sentido diferente. Se trata de aprovechar, con ingenio, los elementos que tenemos a mano para referirnos a más realidades.
De algunas de estas expresiones hemos podido rastrear las huellas; de otras desconocemos el sentido original que les dio vida. Son particularmente sabrosas aquellas que aprovechan palabras o conceptos relacionados con la escritura para referirse a las realidades más diversas.
Los hablantes juegan con las palabras, crean nuevos significados y, al mismo tiempo, enriquecen la lengua.
Si me dan a elegir, me quedo sin duda con la expresión poner los puntos sobre las íes. Su origen está relacionado con la escritura a mano de tiempos remotos.
En sus comienzos la letra i se escribía sin el punto que hoy la caracteriza.
Sin embargo, a veces, para evitar que se confundiera con la ele (l) o la te (t), o, incluso, para que dos íes juntas no se confundieran con una u, los copistas le añadían un puntito, bien en su parte superior, bien en su parte inferior.
Al final, los amanuenses –recordemos que escribían a mano– acabaron por escribir siempre el punto sobre la i para evitar confusiones.
Así, el punto de la i se convirtió en uno de los rasgos distintivos de esta letra, en una las características peculiares que distingue su trazo del de las demás.
Respeto en mayúsculas
La imprenta y la normalización de los caracteres tipográficos alivió la «carga» de escribir el punto en cada i, pero, cuando escriban a mano, si alguna vez lo hacen, no deben olvidarlo.
Como nos recuerda la Ortografía de la lengua española, la escritura de la i sin su punto no se ajustaría a la forma canónica de la letra. Ojo, solo la i minúscula, porque la mayúscula se escribe sin ese característico punto.
Ese puntito, aparentemente insignificante, no solo ayudaba a la legibilidad de los textos, sino a su correcta interpretación. De ahí surge la preciosa expresión poner los puntos sobre las íes, que el Diccionario de la lengua española registra porque los hablantes la han generalizado y fijado en el uso.
Ponemos los puntos sobre las íes cuando queremos señalar y precisar algo que consideramos que no estaba lo suficientemente claro. También ponemos los puntos sobre las íes cuando nos referimos a acabar o pulir algo con minuciosidad y esmero.
Desde luego, como lexicógrafa, tarea que exige minuciosidad y esmero extremos, me paso el día poniendo los puntos sobre las íes. Es el destino de los que hacemos diccionarios.
Pongámosle hoy un punto y aparte a esta Eñe sin olvidarnos de seguir jugando, con respeto, con las palabras. Y si, alguna vez, tenemos que poner los puntos sobre las íes, que no nos tiemble el pulso.
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