Una relación sin libertad es una cárcel

Manuel y Nancy llevan 15 años juntos. Nancy es dominante, siempre quiere controlar lo que hace Manuel, lo llama constantemente cuando sale y quiere saber con quién está.

Manuel es más tranquilo, pero tiene dificultades para expresar sus necesidades y deseos. A pesar de sentirse infeliz en la relación, no sabe cómo poner límites o salir de ella porque teme estar solo y no puede vivir sin Nancy.

¿Qué notas en esta relación?

No hay libertad, ¿cierto? Una relación sin libertad es una cárcel, esta dinámica tóxica hace que ninguno de los dos sea realmente feliz y la relación se sostiene sobre un apego insano.

El apego insano es depender del otro para ser feliz y sentirse completo, es necesitar en vez de desear, es poseer en vez de amar en libertad.

De alguna forma tu pareja se convierte en tu prioridad, en tu oxígeno, en tu droga, no eres consciente de tus propias necesidades y te llenas de ansiedad e incertidumbre con cualquier señal de distancia del otro.

Normalmente confundimos esto con amor. Las novelas y las películas románticas nos han hecho creer que, mientras más sufrido, más fuerte es el amor. Nada más lejos de la realidad. Esto solo deja ver una gran carencia emocional y una autoestima muy dañada.

En una relación de dependencia y apegos insanos puede haber control, violencia, celos, quita la libertad, la paz y la tranquilidad.

El apego no es malo, de hecho, si es sano, es saludable, significa conexión emocional, tener la seguridad de que estás en una relación donde hay reciprocidad, amas y eres amado, pero en libertad, sin poseer ni depender.

Cuando amas sin apegos insanos aprendes a estar en una relación desde el amor, eliges estar con alguien, no porque le necesitas, eres libre de ser quien eres, eres aceptado sin querer cambiarte, estás desde el respeto, no desde el miedo, la ansiedad y el control.