Hacemos favores que comprometen nuestro dinero
La reciprocidad es un artificio de manipulación que vemos a diario. Nos dan a probar el producto y luego sentimos que tenemos una deuda. Terminamos comprando por no hacer sentir mal a quien nos hizo un pequeño regalo… nos comprometieron sin nuestra anuencia
Si me invitan a una actividad de una tienda y me brindan algún canapé es porque desean que pase por la caja con algún artículo y les pague su “generosidad”.
La reciprocidad es un artificio de manipulación que vemos a diario. Nos dan a probar el producto y luego sentimos que tenemos una deuda. Terminamos comprando por no hacer sentir mal a quien nos hizo un pequeño regalo… nos comprometieron sin nuestra anuencia.
Algunos van más allá.
Una amiga me contó que le invitaron a actividad en una tienda. Le pregunté si quería comprar algo y me respondió que no. Le expliqué que se sentiría comprometida. A lo que me respondió que era solo para hacerle el favor a la dueña. “Ese favor te costará”, le hice entender.
Una vez estamos en esa actividad, sea de inauguración, relanzamiento, aniversario o lo que sea, sentimos que debemos pagar por el brindis que nos hicieron, o quizá un pequeño regalito.
Hay que tener buenos nervios para no comprar después de haber recibido.
—¿Qué me sugieres hacer, Diego Sosa?
No ir. Ya sé, uno quiere hacerle el favor a esa persona. Es muy feo que nadie vaya. Una amistad se merece el apoyo.
Pues que no me exijan comprar.
Yo compro solo lo que me cubre una necesidad. Si no encuentro nada que lo haga, no compro.
—Pero se ve feo salir con las manos vacías.
¿Voy por hacerle el favor a una persona que me invita y luego le tengo que hacer el favor de comprarle?
Aquí es que vuelvo a mi punto de inicio. Hay favores que comprometen mi dinero.
Odio la manipulación, y hoy es demasiado usada. Lo que han llamado de “neuro…”, sí, ventas, marketing, etc., es algo muy antiguo, no es nada nuevo. Solo que ahora le han enseñado al mundo el secreto de los grandes manipuladores; sí, es lo que son. Cualquiera ve un video y aprende a comprometernos manipulándonos.
Los sesgos mentales son estudiados hoy más que nunca. No hay que colocar a mil personas en un tomógrafo computarizado para saber que si me hacen un regalo siento la necesidad de regalar de vuelta. Es una reciprocidad que conozco desde pequeño cuando un día con mi tío Rodolfo en una parada de camino le dieron a probar un tostón de plátano y no pudimos movernos del lugar hasta haber comprado.
Si no puedes resistirte a comprar cuando te invitan al evento de una amistad, no vayas. Que compres porque necesites y hayas planificado con anterioridad o decidas en ese momento que sí es algo que te cubrirá una necesidad y no comprometerá tu dinero para otras compras que sí tienes como prioridad. La sociedad no puede pretender con sus trucos de manipulación quedarse con tu dinero.
Y no es que luego hagas lo mismo para quedarte con el de otros, que es lo que muchos hacen. Llevando a los integrantes de la sociedad a un intercambio de billetes sin que logren alcanzar la calidad de vida que merecen para el nivel de ingreso que ya tienen.
Toma el control de tu cerebro para que no te neuromanipulen.
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