La actividad física disminuye el riesgo de padecer la enfermedad de Parkinson
Esta condición de salud es un trastorno progresivo que afecta el sistema nervioso
La actividad física podría disminuir el riesgo de padecer la enfermedad de Parkinson hasta en un 30%, según se indica en el más reciente Newsletter de la Asociación Dominicana de Administradoras de Riesgos de Salud (ADARS).
Esta condición de salud es un trastorno progresivo que afecta el sistema nervioso y las partes del cuerpo controladas por los nervios. Los síntomas aparecen lentamente y el más representativo es el temblor en las manos, aunque también puede causar rigidez o una disminución del movimiento
Entorno a los estudios a los que se refiere la mencionada publicación, demuestras que la actividad física de alta intensidad, tres veces a la semana, ralentiza los síntomas de la enfermedad de Parkinson. Es decir que la pérdida del control muscular con la que cursa el padecimiento, podría presentarse más tarde con un cambio de estilo de vida que incluya una rutina deportiva.
Otros beneficios son:
- Mejorar la plasticidad del cerebro, protegiéndolo contra la degeneración del sistema nervioso.
- Revertir las insuficiencias motrices, en algunos casos.
Hay que resaltar que la causa principal de la EP es desconocida y parece que influyen tanto factores intrínsecos (predisposición de algunas personas condicionada por su información genética) como extrínsecos (exposición a tóxicos y factores ambientales).
Existe una amplia variedad de tratamientos farmacológicos y no farmacológicos que aportan una mejoría satisfactoria y estable en las fases precoces o tempranas de la enfermedad, por lo que, con una adecuada evaluación, tratamiento, seguimiento y el apoyo de los familiares, ¡los pacientes podrán seguir siendo productivos!
¿Cuándo buscar ayuda médica?
Siempre que exista alguna duda o se presenten algunos de los síntomas es necesario ir a consulta:
- Cambios en los patrones del habla, ya sea entorno al volúmen o con esencia diferente a la habitual.
- Alteración de los movimientos del cuerpo, como el parpadeo, sonreir o mover los brazos al caminar.
- Rigidez muscular al punto de doler al intentar hacer movimientos.
- Lentitud del movimiento, dificultad para pararte o sentarte de una silla.
- Caminar con pasos cortos.
- Temblores en las manos o los dedos.
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