Trúcamelo, yun, topa'o y esos juegos tradicionales que pocos niños conocen hoy
Recordamos esos tiempos de niños en los que la única preocupación era saber a qué íbamos a jugar
De niños apuramos el calendario para que llegue la mayoría de edad. Una vez adultos, deudas y estrés de por medio, queremos volver a aquellos años de mocedad, en los que la única preocupación era saber qué jugar cuando cayera la tarde. Y, ¿qué tal si recordamos un poco esos tiempos? Volverlos a “pasar por la memoria” es como volverlos a vivir.
Esto ha sido escrito para los niños interiores que ríen a carcajadas mientras corretean por las calles cuando el sol no “pica” y hasta que les duele las costillas. Para los que silban a pesar de que sus padres le han dicho que no. Para los que hacían la tarea “juyendo” para salir a jugar el topa’o o yun. Para los que dibujaban el trúcamelo con un peñón cuando no aparecía una tiza.
Aprovechamos la tecnología que no tuvimos cuando éramos niños para hacer una encuesta que nos revelara: cuáles eran los juegos tradicionales preferidos y los beneficios que entienden recibieron de esa práctica. ¿Consideran negativo que la tecnología viniera a sustituirlos? Estas fueron las respuestas.
¿Qué beneficios o lecciones obtuviste de jugar?
No es una casualidad que jugar esté contemplado en la Convención sobre los derechos del niño (Artículo 31) y en el Artículo 10 de la Ley 136-03 del Código para la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. La encuesta hizo que descubriéramos de los mismos que vivieron la experiencia, cuán importante fue salir a jugar cuando eran niños.
Ante la interrogante, la mayoría de las respuestas apuntaron a la sociabilidad.
Los juegos tradicionales les permitieron hacer muchos amigos, con algunos de los cuales aún mantienen relaciones. En ese sentido, hubo quienes respondieron que aprendieron a trabajar en equipo y compartir con los demás.
Disfrutar de la compañía de los amigos, la solidaridad, desarrollar la capacidad de tolerancia y adaptación a grupos de personas que actúan y piensan diferente; la competencia sana, la humildad y aceptación de no ser siempre el primero, son otras de las lecciones destacables en la encuesta.
También sobresalen las habilidades mentales y físicas. De la primera: creatividad, espontaneidad, mejor comunicación, independencia, capacidad de resolución de problemas. De la segunda: flexibilidad, ritmo y coordinación de movimientos y reflejos, agilidad o destreza.
Los cinco favoritos de los encuestados
1. Yun: Dos equipos. Uno intentará cruzar de lado a lado sin dejarse tocar por el otro, que se mueve entre unas tuberías dibujadas con tiza.
2. Trúcamelo, trucano: Se dibujan en el asfalto los números del 1 al 10. Los jugadores deben saltar en un pie por toda la rayuela.
3. El escondi’o: Mientras un jugador cuenta tapando sus ojos, los demás se esconden y luego sale a buscarlos.
4. El topa’o: Un jugador debe alcanzar a otros que están dispersos en la calle y atraparlos.
5. El pañuelo: Al centro, un jugador sostiene un pañuelo. Los demás, a cada lado, intentan llevárselo sin que el otro le tope.
Otras lecciones del juego infantil tradicional
•Aceptar que todos pensamos diferente.
•Aprender a ganar.
•Respetar las reglas.
•Diversión.
•Confianza en sí mismo(a).
•Desarrollo de la imaginación.
•El contacto con la naturaleza, apreciar el entorno, independencia.
•Vivir cada etapa según la edad.
•Ser feliz.
•Disfrutar de las pequeñas cosas.
Los contras
Entre las observaciones negativas hacia los juegos electrónicos destacaron las siguientes:
•Que la generación actual es más introvertida, sedentaria, que no explote su imaginación.
•La humanidad se robotiza o deshumaniza.
•Solitarios.
•Dificultad para relacionarse.
•Egocéntricos.
•Antisociales.
•No desarrollan el sistema psicomotor del niño.
Jugar desde el punto de vista sociológico
En el documento publicado por la Unesco “El niño y el juego, planteamientos teóricos y aplicaciones pedagógicas”, destaca que jugar es la razón de ser de la infancia y que los mismos son una lectura de la identidad cultural de un pueblo y a través de los cuales se puede tener una percepción de su presente y, sobre todo, de su pasado.
“Condicionado por los tipos de hábitat o de subsistencia, limitado o estimulado por las instituciones familiares, políticas y religiosas, funcionando el mismo como una verdadera institución, el juego infantil, con sus tradiciones y sus reglas, constituye un auténtico espejo social”, explica el documento.
En tal sentido, este recurso formativo publicado por la UNESCO en Francia, cita al historiador y filósofo holandés Johan Huizinga, que consideraba el juego como “el fundamento mismo de la cultura, en la medida en que es el único comportamiento irreductible al instinto elemental de la supervivencia”.
Para Huizinga también está vinculado al origen del arte. Por otro lado, el sueco Yrjo Him cree que jugar es el resultado final de un proceso de descomposición de las instituciones sociales, siendo su desaparición “la supervivencia degradada”.
La UNESCO pone sobre el relieve cómo la evolución también ha tocado esta práctica y explica por qué el cambio que ahora se vuelca hacia la tecnología: “si bien el juego está anclado en lo más profundo de las tradiciones culturales de un pueblo, evoluciona igualmente con las sociedades; y la historia nos enseña que el juego toma forma en función de los sistemas económicos y políticos. Así, al juguete sencillo, fabricado con los medios disponibles, a menudo por el propio niño, cuya huella puede encontrarse todavía en el pasado reciente de las sociedades occidentales, le ha sucedido en la edad industrial el juguete producido y comercializado, fuente de beneficios considerables”.
¿Recuerdas estos?
Se se se, severe, vere vere
Pollito pleibi
Arroz con leche...
Te voy a enseñar a hacer un majarete...
Mi escuelita...
Yo soy la negra cubana...
Allá en Japón...
En un jardín de flores...
Pobre enanito-to
Ambos a dos, matarile, rile, rile
Úrsula qué estás haciendo...
La sillita voladora
Flor y convento
María cuchivido-vido
Mariquita –mariquita
Timarín de dos, pingüé
A la rueda rueda
El gallo, la gallina y el caballo...
Debajo de mi cama
La vaca lechera...
Aprovechamos para hacerte una sugerencia: que este artículo te haga soltar un día el celular y puedas volver a vivir esta experiencia en algún parque o el barrio donde naciste, con tus amigos. Que nadie grabe nada. Que el recuerdo quede en la memoria y en el corazón. De allí nadie lo podrá borrar. ¿’Salivale’?
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