¿Estamos los padres realmente presentes para nuestros hijos?
La desconexión emocional es uno de los grandes males de este tiempo entre las familias
El excesivo uso de la tecnología o dedicación a nuestras carreras laborales dejan de lado lo que debería ser más importante: estar presentes para nuestros hijos y escucharlos. Isabella Paz, pedagoga terapeuta y directora de @felicesjugando, desgrana qué está pasando en nuestros hogares y ofrece una solución sencilla: voluntad para provocar esa conexión.
Los padres y las madres tenemos un gran reto en nuestra crianza. En un mundo que nos bombardea de distracciones, vacías promesas de felicidad, abocados al individualismo extremo, confundidos entre lo que está bien y mal, y reforzados para vivir el placer inmediato, no sólo se trata de educarnos para criar a nuestros hijos, sino de fortalecer nuestro interior.
“Con frecuencia escucho decir a los padres o madres que acompaño: ‘no tengo tiempo, llego cansada, tengo que hacer varias cosas, el padre o madre no se ocupa…’. Vemos a adultos realmente agotados, deseando escapar de su realidad. Y la verdad es que la educación de los hijos es en sí mismo un trabajo a tiempo completo, no siempre valorado ni apreciado”, explica la pedagoga terapeuta, especializada en práctica psicomotriz Aucouturier.
En consecuencia con estas palabras, si queremos lograr niños y niñas capaces de establecer vínculos sanos, de amarse a sí mismos, tener un sentido de pertenencia, vivir en armonía y respeto con los demás, es necesario que puedan vivir en el hogar la presencia de adultos atentos para orientarlos, guiarlos y nutrirlos afectivamente.
Y es que, como muy bien comenta a lo largo de esta entrevista Isabella Paz, solamente nuestra plena presencia podrá permitir a los niños construir un sentimiento de confianza, una autoestima sólida, interiorizar nuestros valores y seguir nuestras instrucciones. Y para conseguirlo “sentirse amado es la condición para que los niños interioricen las normas de la cultura”, deja saber Paz.
Por ello es tan importante fortalecer nuestro interior que implica, como adultos, tener de dónde autonutrirnos para ser capaces de desarrollar cualidades que nos permitan ser pacientes, dar nuestro tiempo, entender cuándo los niños se ponen irracionales, regular nuestros impulsos, o estar disponibles para conectar con nuestros hijos.
¿Qué es la desconexión emocional?
La desconexión emocional es una disociación completa entre lo que pienso y lo que siento, y ocurre cuando la persona no está en contacto con lo que está sintiendo aquí y ahora, no está en contacto con lo que está pasando, y suele suceder como un mecanismo de defensa, sobre todo en personas que han sufrido grandes heridas en su infancia o un trauma emocional; se trata de desconectarnos de nosotros mismos para no sentir.
¿Qué ocurre cuando esas personas desconectadas emocionalmente tienen hijos?
Que les cuesta también conectar con las emociones de sus hijos, porque una persona que no está conectada consigo misma es muy difícil que pueda hacerlo con las necesidades y deseos de los demás, con lo que le pasa al otro. Cuando estamos en familia, quizás lo que sucederá es que no responderemos adecuadamente a las necesidades de nuestros hijos; es decir, si yo, como mamá o papá, estoy desconectado de lo que siento y veo que mi hijo está pidiendo algo a través del llanto o la palabra, para mí va a ser muy difícil entender a nivel emocional lo que le está pasando, porque para poder relacionarme y entender o empatizar a los otros tengo que hacer eso primero conmigo. Hoy en día, además de la desconexión que tenemos, producto o secuela de las heridas de nuestra infancia o las crianzas que antes existían (y todavía perduran, de golpes, castigo físico o humillaciones) hay una desconexión emocional. El origen está en el cerebro que, ante la amenaza, hace una desconexión para poder sobrevivir, y si estas situaciones de estrés son repetidas una y otra vez, el cerebro para protegerse se desconecta. Es un mecanismo de defensa para poder sobrevivir cuando hay realidades muy fuertes. Cuando el niño va creciendo en un entorno muy fuerte, para poder soportar todo eso, el cerebro se desconecta, al igual que cuando hay dosis grandes de estrés, de cortisol.
¿Está causada solo por la tecnología o hay más factores que la provocan?
Ahora, además de todo, estamos muy distraídos con toda la tecnología y las redes sociales, que descuidan nuestra labor de padres, cuya prioridad debe ser educar y orientar a nuestros hijos. Así que tenemos por un lado la desconexión emocional y por otro la vida que estamos llevando en estos momentos, tan enfocada hacia afuera, persiguiendo redes, o proyectos propios, que nos distraen de la crianza, y eso es muy peligroso, porque nuestros hijos necesitan nuestra orientación, nuestra guía, nuestras explicaciones y para eso debemos estar plenamente presentes. A veces no solo escapamos con la tecnología sino que nos volvemos trabajólicos, tenemos siempre un proyecto. Y si estamos por un lado desconectados emocionalmente y por otro hiperconectados con la tecnología, o persiguiendo una carrera profesional cuando todavía son pequeños, entonces ¿quién los va a criar? ¿En manos de quién quedan los niños? Pues en manos de la tecnología, de cualquier desconocido o de los mismos amigos. Y es grave, porque el cerebro de los niños se nutre del afecto de sus padres, y el afecto de sus padres se muestra en la atención, en el cuidado y en el tiempo que les dedicamos. No basta calidad de tiempo, hay que estar presentes. Y si llegamos al final de la jornada con mucho consumo de tecnología o mucho cúmulo de trabajo, lo que queremos es descansar y no queremos conectar con nuestros hijos; lo que hacemos es acostarnos en una cama y ponerlos a ver televisión. Y así pasan los seis días de la semana y no hemos conectado con ellos.
Invitación espontánea a compartir. Expresar la alegría que están compartiendo.
Llevarlo a las clases, delegamos mucho.
Compensar cuando no estamos.
Responder a la solicitud de los hijos.
Prestar plena atención.
Preguntar qué quieren hacer.
Jugar.
Resolver los conflictos: después de cualquier discusión, malentendido, los padres deben restablecer la relación.
Los pequeños gestos: saludar, sonreír, dejar el teléfono a un lado, cerrar la computadora, poner en pausa lo que estamos haciendo.
Establecer rutinas que conecten diariamente: nuestro tiempo especial.
¿Cuáles son las consecuencias de esta desconexión familiar?
La consecuencia es que los niños pueden crecer con muy poca estima, inseguros, con decisiones pobres para tomar, con malas elecciones de amistades y parejas, malas conductas, adicciones. Es decir, todas la consecuencias que trae el no estar plenamente presentes, sobre todo en esta época en que las redes se encargan de educar, que los valores están invertidos, y en un tiempo en que el enfoque es ser millonario a costa de lo que sea, o en en ser lo más sexuales posible… ahora es que los padres y madres necesitamos estar más presentes.
¿Existe una edad tope para recuperar esa conexión?
No, no la hay, siempre es posible.
¿Cuál sería esa estrategia que nunca falla para conectar emocionalmente con nuestros hijos?
Sencillamente estar presentes. Desconectar el teléfono, ponerlo en modo avión y sentarse a ser, porque no sabemos ser, estamos todo el día diciendo “tengo que hacer, tengo que hacer”, y llegamos a la casa a ordenar, poner las cosas del super… estamos haciendo y no siendo. Así que la primera estrategia sería el autocuidado, la segunda el balance, la tercera pasar por algún tipo de intervención terapéutica, si es que tengo desconexión emocional originada por el propio vínculo con mis padres; tengo que sanar para poder dar lo que a mí no me dieron. Los vínculos emocionales entre padres e hijos son intergeneracionales, en la medida que se vincularon tu mamá y papa a ti en esa medida te vas a vincular con tus hijos. La única manera de sanar las heridas pasadas de desapego con tus padres es haciendo un stop y buscando un camino de sanación y crecimiento con charlas, buscando acompañamiento con la crianza y sobre todo estando presentes. ¿Y qué se necesita para estar presentes? Querer estar presentes: sentarte en el suelo delante de tu hijo y estar disponible; aunque sientas ese vacío dentro que te aprieta (la intimidad emocional crea angustia), debes saber que se sana estando presente.
¿Qué aspectos debemos tener en cuenta para conectar con nuestros hijos?
Hay tiempos, momentos del día en que ellos nos necesitan. Por ejemplo, compartir en el desayuno o almuerzo familiar es vital, y eso ya no se hace. Respetar las comidas, aprovechar las noches al llegar de trabajar para estar ahí con ellos, hacer también actividades que a ti te gusten e invitarlos (dibujar, bailar, cocinar), y aprender a escucharlos.
Acogerlos y aceptarlos como son.
Escucharlos con empatía y no con juicio.
Ayudarlos a entender lo que sienten, nombrar las emociones.
Jugar y pasar tiempo con ellos, no de calidad, sino de cantidad y calidad.
Mantener las comidas juntos. No delegar los cuidados.
Mostrar interés por lo que a ellos les interesa.
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