Brasil: Manglares se recuperan en lo que fue el relleno sanitario más grande de Latinoamérica
Los manglares son de particular interés para la restauración ambiental por su capacidad para absorber y almacenar grandes cantidades de dióxido de carbono, causante del calentamiento global
Alguna vez fue el relleno sanitario más grande de América Latina. Hoy en día —una década después de que Río de Janeiro lo cerró y redobló sus esfuerzos para recuperar una amplia extensión de pantanos sumamente contaminados en los alrededores, cangrejos, caracoles, peces y aves habitan nuevamente en estos manglares.
“Si no dijéramos que esto fue un vertedero de basura, la gente creería que es una granja. Sólo falta el ganado”, dijo en broma Elias Gouveia, ingeniero de Comlurb, la agencia recolectora de basura en la ciudad que dirige el proyecto de reforestación en la zona. “Esta es una lección ambiental de la que debemos aprender: la naturaleza es grandiosa. Si no la contaminamos, sana por sí sola”.
Gouveia, quien ha trabajado en Comlurb durante 38 años, fue testigo de los tímidos primeros pasos del proyecto de recuperación del vertedero de basura Gramacho a finales de la década de 1990.
Lo que llegó a ser el vertedero, se encuentra a un costado de los 383 kilómetros cuadrados (148 millas cuadradas) de la bahía de Guanabara. Entre el momento en que se inauguró el relleno sanitario en 1968 hasta 1996, se vertieron alrededor de 80 millones de toneladas de basura en la zona, contaminando la bahía y los ríos aledaños con desechos y escorrentía.
En 1996, la ciudad comenzó a poner en marcha medidas para limitar los niveles de contaminación en el vertedero: primero con el tratamiento de parte del lixiviado, el subproducto tóxico de las montañas de basura en putrefacción. Pero la basura siguió acumulándose hasta 2012, cuando la ciudad finalmente cerró el lugar.
“Cuando llegué aquí, el manglar estaba devastado casi por completo debido al lixiviado que se filtraba desde hacía mucho tiempo, y a la basura que llegaba de la bahía de Guanabara”, recordó Mario Moscatelli, un biólogo que contrató la ciudad en 1997 para asistir a las autoridades en el ambicioso proyecto.
La bahía alguna vez fue lugar de una próspera actividad pesquera artesanal y de populares playas con palmeras. Pero desde entonces se ha convertido en un tiradero de desperdicios de astilleros y de dos puertos comerciales. Cuando hay marea baja, basura de las casas, como lavadoras y sillones húmedos, flotan sobre las enormes islas de aguas residuales y sedimentos acumulados.
El relleno sanitario, donde las montañas de desperdicios alguna vez atrajeron a cientos de hurgadores de basura, se cubrió gradualmente con arcilla. Los empleados de Comlurb empezaron a retirar la basura, construyendo un sistema de drenaje del agua de lluvia y plantando los manglares, un ecosistema que ha demostrado ser particularmente resistente — y eficaz — en proyectos de rescate ambiental similares.
Los manglares son de particular interés para la restauración ambiental por su capacidad para absorber y almacenar grandes cantidades de dióxido de carbono, causante del calentamiento global, explicó Gouveia.
Los expertos aseguran que los manglares pueden sepultar incluso más carbono en los sedimentos que las selvas tropicales, lo que los convierte en una gran herramienta para combatir el cambio climático.
Para ayudar a preservar los manglares rejuvenecidos de la basura procedente de las comunidades cercanas, en donde los residentes en ocasiones arrojan basura a los ríos, la ciudad utilizó arcilla de los pantanos para construir una red de barreras. Al día de hoy, los empleados de Comlurb continúan manteniendo y reforzando las barreras, las cuales resultan dañadas con regularidad por intrusos que buscan cangrejos.
El lixiviado continúa filtrándose desde el relleno sanitario ya cubierto, y Comlurb lo recolecta y lo procesa en una de sus estaciones de tratamientos de aguas residuales.
Comlurb y su socio privado, Statled Brasil, han logrado recuperar unas 60 hectáreas, un área seis veces más grande de la que había cuando comenzaron las labores a finales de la década de 1990.
“Hemos logrado cambiar la situación”, dijo Gouveia. “Antes (el vertedero de basura) estaba contaminando la bahía y los ríos. Ahora, son la bahía y los ríos los que nos contaminan a nosotros".
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