El valor geopolítico de la minería dominicana
República Dominicana y su apuesta por el futuro
Ignacio Manuel Altamirano, una de las cumbres literarias del México decimonónico, prologó el libro “Las minas y los mineros” de Pedro Castera y definió aquel retrato de la vida subterránea como una descripción de la fisonomía patria. Desde su perspectiva, las minas ocultaban ricos metales, pero también sedimentos de la conciencia popular y materiales de la identidad nacional. Eran el terreno propicio para las “emociones pavorosas” y su mitología un modo de respuesta a la pregunta sobre quienes somos como sociedad.
La actividad minera del presente tiene herencias simbólicas del siglo XIX, aunque ya abandonó su aspecto de leyenda y dejó atrás el viejo halo de superstición que inspiraba a los poetas. Ahora, prevalece su lado administrativo, jurídico y científico, la apuesta por la sostenibilidad ambiental, la adopción de medidas de responsabilidad social y el ser una fuente de ingresos para la hacienda pública. No obstante, las galerías mineras siguen sustentando como entonces buena parte de la arquitectura del orden mundial y seríamos incapaces de evaluar el peso geopolítico de un Estado sin mencionarlas.
Autores como Guillaume Pitron, periodista de investigación y documentalista, sostienen que los metales raros modificarán la gestión de las relaciones internacionales. Esa sospecha de un viraje motivado por la evolución de la industria extractiva indica, entre otras cuestiones, que es la condición de posibilidad para que la transición digital y energética sea exitosa. En realidad, estamos asistiendo a una redefinición profunda de la agenda de la diplomacia tradicional a la luz de las demandas tecnológicas que impone el desarrollo.
Las economías del mañana y sus promesas de transformación necesitarán de los minerales críticos para hacerse efectivas. Si se confirmase la existencia de tierras raras en Pedernales, en un volumen suficiente para su explotación y comercialización, veríamos interesantes movimientos en el ámbito cosmopolita y una mayor preocupación por las decisiones que en adelante tomase la República Dominicana. Cuando se determine su verdadero potencial podremos afirmar con contundencia si nos encontramos ante una nueva ventana de oportunidad para la acción exterior y la defensa de los intereses nacionales.
República Dominicana es una sociedad abierta, con instituciones sólidas y sin menospreciar las tensiones lógicas que nacen de la confrontación partidaria, es un ejemplo de estabilidad. Estas cualidades son esenciales a la hora de limitar los riesgos que rodean a las cadenas de suministro de minerales y son apreciadas por los grandes actores de la política internacional. Después de los avances en diplomacia energética, observamos los pasos de una incipiente “diplomacia minera” y con independencia del resultado de los estudios en Pedernales, esa dinámica interinstitucional resulta valiosa en la coyuntura actual.
Algo similar se vivió en Chile, uno de los países más importantes en producción minera metálica y no metálica, con el que se acordó concretar un acuerdo de cooperación con el trasfondo de la minería verde en un viaje oficial, coordinado junto a la embajada dominicana, en el verano de 2023.
Otros momentos relevantes para la diplomacia minera de los últimos años, fueron la elección -en junio de 2023- de la República Dominicana como miembro del consejo directivo de la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas (Eiti), en representación de América Latina y el Caribe, y la celebración -en octubre de 2022- de la XII Conferencia Anual de Ministerios de Minería de las Américas (Camma), en Santo Domingo. Sin embargo, una mención especial merece el nivel de interlocución alcanzado con las autoridades canadienses durante el rescate minero en Cerro de Maimón (entre el 31 de julio y el 9 de agosto de 2022). Salvar las vidas de los mineros atrapados reforzó el orgullo local y fue un ejemplo de solidaridad con repercusión a escala regional.
A pesar del tiempo transcurrido desde la publicación de Ignacio Manuel Altamirano (con fecha 20 de febrero de 1882), las minas continúan siendo un espejo que refleja la nación que somos, mientras proyectan la que aspiramos ser. Los hechos citados demuestran que la República Dominicana dispone de las condiciones necesarias para ganar en ese juego de espejos, poder y deseos. Cuando las instituciones conjugan en armonía palabras como minería, modernidad, educación, sostenibilidad y diplomacia hacen algo más que buena literatura, defienden una visión de país cargada de futuro y manifiestan su apoyo claro a un sector estratégico.
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