Luis Camejo: El epigramista ignorado

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8. Humanidad

 Para Luis Camejo, en la cultura dominicana sobran los calificativos o epítetos rimbombantes para en tono elogioso referirse al niño recién nacido, siempre que este sea de color blanco e hijo de padres adinerados; mas si la criatura es de negra epidermis y pertenecientes a familias de escasos recursos económicos, los elogios parecen ser muy tímidos. A propósito, argumenta el poeta:

« ¡Qué lindo niño!, gracioso,

le dicen siempre a la madre,

si tiene riqueza el padre,

o si es muy blanco y hermoso,

mas si tiene ojos de trozo,

feo, prieto y relambido,

con acento desabrido,

llenando formalidad,

dicen si saber su edad,

“¡Qué muchacho más crecido!” »

9. La inoportuna burla del cura.

El cura cumplió con su sagrado deber de casar a la pareja de novios; pero como uno y otra nunca habían contraído matrimonio, y ya eran muy mayores de edad, el singular sacerdote consideró propicia la sacramental ocasión para burlarse de los felices desposados. Así lo relata Luis Camejo en unos satíricos versos en los que el tono irónico compite con la imperativa y burlona recomendación del cura:

Viejo y pobre un solterón,

solicitó en matrimonio,

una igual, que San Antonio,

le oyó, al fin su petición,

y al efectuarse la unión,

de aquellos restos de gente,

les dijo el cura sonriente,

“- A pasarse este gran día,

yo siendo ustedes me iría,

al hospicio San Vicente¯»

10. Más tela o menos carne.

Sabido es que en cada comunidad y en  cada momento histórico rigen  unos valores,  normas y principios  que consciente o inconscientemente  guían el comportamiento humano y se constituyen en una especie de plataforma ética ,sobre la cual se apoya la valoración positiva o negativa de dicha conducta. Para la época  en que Camejo vivió ( segunda mitad del siglo X1X y principio del XX), norma era que la mujer usara vestido que le cubriera la mayor parte de su cuerpo, pues toda forma de desnudez  era tipificada como un acto moralmente vergonzoso y, por ende, socialmente sancionable, por cuanto  semejante proceder manchaba el  honor de la dama. Como bien, críticamente, lo expone nuestro epigramista en la espinela que a continuación se transcribe:

Hoy no sabe la mujer,

la moda que debe usar,

para poder enseñar,

lo que debiera esconder,

por eso no suele ser,

tan fácil el matrimonio,

pues, el mismo San Antonio,

cuando le piden su ayuda,

exclama : “Mujer desnuda,

concubina del demonio”»

11. La propuesta de Suro, el cabildo de Santiago y el Ateneo Amantes de la Luz

Como ya se indicó en la primera entrega de esta serie de artículos, en su discurso de ingreso a la Academia Dominicana de la Lengua (1987), Rubén Suro propuso que una calle de la ciudad de Santiago de los Caballeros llevara el nombre de Luis Camejo. Pero no solo eso, también propuso que el único libro publicado por Camejo, Puyas de jabilla, fuera reeditado.

« Creo conveniente – sugiere al respecto – que una revisión de las Puyas de javilla, confiadas a personas capacitadas , podría motivar una segunda edición, completada con los epigramas que se hayan podido quedar fuera del libro… Dicha edición – aclara el exjuez de la Junta Central Electoral – se valoraría con los juicios críticos  escogidos que se publicaron  cuando fue puesta en circulación en la ciudad de Santiago en el 1936»

Y concluye sus palabras con una tercera propuesta:

«En esa forma, y en el Ateneo Amantes de la Luz de la Ciudad del Yaque, se le rendiría el mejor y más merecido homenaje a ese gran poeta del pueblo dominicano que fue y es Luis María Camejo, quien hasta este momento ha permanecido bajo el peso de un injustificado olvido que se debe combatir por todos los medios a nuestros alcances»

Esas fueron las valiosas propuestas de Rubén Suro. Conocerlas y recordarlas, pienso que vale la pena. Las instituciones aludidas tienen, pues, la última palabra.