El conflicto que define el nuevo orden mundial
En mis dos años en el Consejo de Seguridad de la ONU , China fue un ferviente defensor de la soberanía de los territorios de las naciones
La falta de liderazgos pragmáticos ha incidido de manera negativa en un conflicto que, pese a desarrollarse en el confín Este de Europa, nos arrastra a todos. La globalización ha reducido las distancias en más de un sentido.
Rusia ha intentado justificar la invasión de Ucrania con alusiones al pasado. De hecho, Vladímir Putin escribió un largo ensayo en el que recrea de manera muy particular la historia común de Rusia y Ucrania. Ciertamente, ambos países se confunden en una telaraña de afinidades que pasan por la literatura, figuras políticas y religión.
Falta en la consideración rusa el hecho de que ratificó la soberanía de Ucrania en 1994 mediante el acuerdo por el que este país entregaba sus armas nucleares a cambio. No sobra, sin embargo, la sombra que arroja sobre la seguridad de la Federación Rusa el cerco que supone la inclusión en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de países otrora miembros del Pacto de Varsovia o de la Unión Soviética. Sin embargo, la diplomacia provee otras formas para lograr garantías, no necesariamente la fuerza de las armas. En el siglo XXI aún permanece vivo el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial, mucho más en Europa cuyo territorio fue escenario de un genocidio incalificable, así como también de crueldades inimaginables hasta ese entonces.
China y Rusia firmaron un amplio acuerdo unos días antes de las pasadas Olimpiadas de Invierno, de las cuales fue anfitrión el país asiático. Este acuerdo histórico consolidaba una alianza que se veía venir. Conlleva un sinnúmero de áreas, no así la violación de la soberanía de otro país. En mis dos años en el Consejo de Seguridad de la ONU, China fue un ferviente defensor de la soberanía de los territorios de las naciones. En el caso de la “operación especial” rusa en Ucrania, lo ha ratificado, pero con la coletilla de que hay que tomar en cuenta las preocupaciones de seguridad que Rusia aduce.
El mundo admira los resultados de China en materia económica y respeta su modelo de gobierno por tratarse de un asunto de la exclusiva competencia de los chinos. La democracia acepta diferentes formas, aunque muchos preferimos la definición occidental bajo el modelo de la separación de poderes. Confiaba en que China levantaría su voz de manera más contundente, tal como lo ha hecho en el pasado en la arena multilateral cuando el tema de la soberanía ha entrado en juego.
La falta de pragmatismo en el liderazgo mundial ha provocado diversos conflictos. No podía ocurrir en peor momento. Apenas salimos de una pandemia que paralizó el planeta por casi dos años, que costó la vida a seis millones personas. Y ahora, un conflicto bélico en el Viejo Continente que podría adquirir dimensiones sumamente peligrosas para el futuro de la Humanidad.
Intervienen, en mi opinión, la lucha por un nuevo orden mundial y la aspiración de China y Rusia a una arquitectura de seguridad y liderazgo global diferente a la que surgió luego de la Segunda Guerra Mundial.
Es una conclusión que necesita explicaciones y reflexiones adicionales.
Un escenario post conflicto en Ucrania es difícil de avizorar. El coraje y valentía de la población ucraniana genera odios y aprensiones que el conquistador, si lo fuese Rusia, tendrá que manejar sin muchas posibilidades de solventarlos.
Putin, un autócrata admirado por muchos antes de lanzarse a esta trágica aventura, cobrará un relieve que quizás nunca imaginó. Ha conseguido, sin proponérselo, unificar al Occidente y recomponer las grietas creadas por la errada política exterior de Donald Trump. Sin ser un ferviente defensor del orden mundial que conocemos y los muchos excesos que en su nombre se han cometido, será siempre preferible por su defensa de la libertad, el derecho a expresarse sin cortapisas y el respeto a los derechos humanos. Son principios tan válidos cuando fueron enarbolados en la antigua Inglaterra y en la Revolución Francesa como en este siglo de avances tecnológicos maravillosos.
Mientras, tantas naciones en desarrollo no productoras de petróleo o materias primas sufriremos los embates de la inflación de una manera intolerable para los más necesitados. Lamentablemente, volveremos a los grandes déficits y a la inestabilidad política que causa la volatilidad en los mercados.
El sistema de Naciones Unidas ha sufrido mucho por este conflicto, sobre todo porque ya arrastraba una imagen deteriorada. El Consejo de Seguridad de la ONU sufrió aun más: Rusia ocupaba la presidencia cuando intervino militarmente en Ucrania y vetó la resolución que la condenaba. El acusado posee la capacidad para absolverse a sí mismo.
Sigo creyendo que China, el gran aliado ruso, tiene la llave para la rápida solución de este conflicto que amenaza con causar una desigualdad aun mayor en el mundo. No creo que sea esa la conveniencia china.
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