¿Eran amigos Bosch y Balaguer?
Política y relaciones
Mucho se ha especulado sobre la “amistad” entre Juan Bosch y Joaquín Balaguer los líderes políticos dominicanos más sobresalientes de finales del pasado siglo XX. Se especula que entre ambos existía “un acuerdo secreto”. Tan secreto que nadie ha podido demostrarlo y la izquierda dominicana que se caracteriza por su gran capacidad de fabulación se sirve, como los buenos novelistas, del efecto de realidad para que su fábula sea tomada como verdadera.
Conscientes de sus respectivos papeles en la política dominicana, Balaguer en tanto presidente elegido en las elecciones de 1966 después que Estados Unidos impusiera la Pax americana en abril de 1965; Bosch sabía que si no participaba en esos comicios, los marines no abandonarían República Dominicana.
La Pax americana consistía esencialmente en desmantelar la izquierda dominicana, orientar el país por el camino “democrático” que, con altas y bajas, seguimos desde entonces. Balaguer hizo lo propio durante su famoso “gobierno de los doce años” (1966-78). Un período que fue pasto para que la izquierda revolucionaria, salvo contadas excepciones, desarrollara la fábula de que entre Balaguer y Bosch existía un pacto secreto.
En 1924, cuando Balaguer publicó Tebaida lírica, su tercera colección de poemas, Bosch no frecuentaba los círculos literarios de Santiago ni Santo Domingo, “El prófugo”, fue su primer texto de ficción publicado en Listín Diario en 1929. En septiembre de ese año viajó a Tortosa, Barcelona, de donde era originario su padre. Ese año Balaguer obtuvo su diploma de licenciado en Derecho y poco después fue nombrado en la Legación dominicana en Madrid y luego se matriculó en la Sorbona (París), en donde, sin obtener diploma, realizó estudios de economía política. Regresó a Santo Domingo en 1934. Bosch comenzaba a ser conocido por sus cuentos en Bahoruco, y haber publicado, en 1933, Camino real la obra que llamó la atención de la naciente dictadura de Trujillo y le costó unos meses de cárcel.
A su regreso de Europa, Balaguer se incorporó a la administración pública, mientras Bosch frecuentaba los círculos literarios de Santo Domingo, en particular la tertulia en casa del poeta Rafael Américo Henríquez y que la historia literaria dominicana registra como “La Cueva” en donde, además de Bosch, asistían Héctor Inchaústegui Cabral, Manuel del Cabral y Franklin Mieses Burgos.
Balaguer, tras un incidente en su natal Santiago, había tomado la decisión de no frecuentar tertulias literarias. Quienes conocen nuestra historia literaria entre 1934 y 1938 fechas que marcan el regreso de Balaguer de Europa y el inicio del exilio de Bosch respectivamente, nunca han hecho alusión de que estos intelectuales fueran amigos; que se conocieran es evidente. Balaguer decidió seguir junto a Trujillo hasta su ajusticiamiento en 1961; Bosch rechazó sus ofertas y prefirió combatir la dictadura durante los 24 años de exilio que le deparó su rechazo a una diputación.
Intrigado, como muchos dominicanos, recuerdo haberle preguntado a Bosch si había sido amigo de Balaguer antes de salir del país en enero de 1938: “No. Un poco después,” me respondió y agregó: “No llegó a ser una amistad. Fue años después. En 1941 ó 1942 me llamó por teléfono el embajador dominicano en La Habana, Emilio García-Godoy, hijo de Federico García-Godoy y padre de Héctor. Me dijo que Balaguer estaba en la ciudad y quería verme e invitarme a cenar. Se hospedaba en el Hotel Inglaterra. El restaurante estaba frente al parque Central. Durante la cena le propuse que se quedara en Cuba para que pasara a dirigir el Partido Revolucionario Dominicano, que ya habíamos fundado Cotubanamá Henríquez y yo. No pude convencerlo y me dijo que la única manera segura de comerse un mango era estar debajo de la mata cuando cayera la fruta” y concluyó: “Balaguer nunca frecuentó la Cueva. Tenía una tendencia a mantenerse oculto, apartado” [GPC, entrevista inédita, 16 de enero de 1991].
Fue precisamente Balaguer, entonces presidente de la República, quien autorizó, el 20 de octubre de 1961, la entrada de Juan Bosch a la aún Ciudad Trujillo y dos años más tarde fue Bosch, en tanto presidente de la República, quien autorizó al consulado dominicano en Nueva York a expedir un pasaporte al exiliado Joaquín Balaguer.
Durante los diferentes gobiernos de Balaguer después de la Revolución de 1965, Bosch fue el líder opositor más responsable y, como dijo en múltiples ocasiones, regresó al país en abril de 1970 para tratar de evitar que los organismos del Estado dominicano cumplieran las órdenes de desmantelar la izquierda radical dadas por la Pax americana y continuaran asesinando jóvenes que creían y luchaban por un mundo tal vez mejor.
Denunciando y enfrentando responsablemente las exacciones de los organismos represivos, Bosch logró cierta moderación y evidentemente que la izquierda revolucionaria y ciertos autoproclamados “íntimos” de Bosch lo señalaran como alter ego de Balaguer. Bosch había sido objeto desde el exilio de las calumnias más inverosímiles. Una más no iba mellar su responsabilidad como líder de la oposición.
A juzgar por el apoyo que Balaguer dio a Leonel Fernández, candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana en 1966, en detrimento del candidato de su partido fue una suerte de reconocimiento a la madurez y responsabilidad que Bosch había manifestado en su oposición a los gobiernos de Balaguer. No la consecuencias de un “acuerdo secreto”. Bosch y Balaguer nunca fueron amigos. Se respetaban.
Durante los diferentes gobiernos de Balaguer después de la Revolución de 1965, Bosch fue el líder opositor más responsable y, como dijo en múltiples ocasiones, regresó al país en abril de 1970 para tratar de evitar que los organismos del Estado dominicano cumplieran las órdenes de desmantelar la izquierda radical dadas por la Pax americana y continuaran asesinando jóvenes que creían y luchaban por un mundo tal vez mejor.
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