La campaña salvó el sucio negocio

La vigilancia política surtió efecto esta vez

El ministro de Salud tiene paciencia, aunque a veces se le agota y no puede comprar en botica o con la prontitud necesaria. Luce ecuánime, aun cuando en ocasiones no aguanta y se salta la valla y responde, pero no de la mejor manera. Las redes que no duermen, siempre prestas, consagran el momento.

La verdad es que no es fácil batirse en dos frentes. El de la cura sin disponer de medios adecuados y el de la opinión pública que lo pregunta todo.

No quiere que se compren y paguen naranjas agrias como si fueran dulces y a precios especulativos. En tiempos de necesidad norma y costumbre.

¡Ojos pelados, por tanto!

El Gobierno deja sin efecto contratos por montos asombrosos, y de acuerdo, pero recordar que no fue por gestión propia sino consecuencia del escándalo.

Si no se le hubiera salido alante al negocio, pudo haber ocurrido lo que en ocasiones anteriores: someterse al hecho cumplido.

La denuncia que con tierra y un palito se pierde en el olvido.

Diríase que tanta observación o cuidado tiene que ver con la campaña electoral. Pues bien por la campaña electoral: al fin algo bueno.

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