Más que pena, Maduro provoca vergüenza
Estados Unidos sigue apretando en el Caribe
Estados Unidos ha decidido mantener a Nicolás Maduro contra las cuerdas. Lo hace con despliegue militar en el Caribe, con operaciones de interdicción en el mar y con la retórica dura de Trump y Rubio, que han puesto en el centro del debate la condición del régimen venezolano. Ese cerco no es gratuito ni puede relativizarse. Se trata de enfrentar a una dictadura que se robó las elecciones y se sostiene en la represión, en el control del aparato estatal y en la manipulación de la miseria de su pueblo.
No caben contemplaciones diplomáticas cuando se trata de un régimen que ha convertido en botín la renta petrolera y en rehén a una nación. Venezuela ha visto huir a millones de sus ciudadanos, ha degradado sus instituciones y mantiene a la sociedad civil bajo acoso constante. Maduro busca oxígeno en Moscú y en otros aliados circunstanciales, pero el cerco de Washington no solo lo aísla, también recuerda a la región que la democracia tiene un precio y que no se negocia con la usurpación.
Que nadie se equivoque: lo que ocurre en Caracas no es una disputa ideológica, sino la resistencia de un régimen ilegítimo que ha hecho del poder un fin en sí mismo.
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