El talento no lo es todo
La excelencia requiere trabajo constante
En una entrevista sin desperdicios ayer en Diario Libre, el gran trompetista Arturo Sandoval pone en su sitio la noción de talento. Ahora que el “don natural” se convierte en excusa o pedestal, el músico cubano recuerda que el talento, por sí solo, no basta. “Hay gente que le da demasiada importancia a la palabra talento”, afirma, antes de exponer una verdad sencilla: lo decisivo es la pasión, la disciplina y el deseo permanente de aprender.
Sandoval lo ilustra con una imagen clara: una rosa regalada solo florece si se cuida, se abona y se riega. De lo contrario, termina marchitándose. Así ocurre con el talento, es apenas el punto de partida. Sin trabajo sostenido, estudio constante y humildad para seguir creciendo, se desperdicia.
Más allá de la música, su reflexión es válida en cualquier oficio o disciplina. La excelencia no surge del azar ni del genio improvisado, sino del esfuerzo paciente y cotidiano. Aborda una dimensión ética, el talento es un regalo, pero lo que cada uno haga con él es su verdadera responsabilidad. En una sociedad que glorifica los atajos y premia la inmediatez, su mensaje es un recordatorio oportuno: el verdadero mérito no es recibir el talento, sino trabajarlo todos los días.
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