Ni tan buenos son, ni tan malos somos
El mito de la diplomacia haitiana
Se repite a mansalva y en tantos cenáculos que la afirmación se ha convertido en moneda de curso. La verdad es otra aunque pretenda ignorarse.
Falso de toda falsedad que Haití tenga una diplomacia más efectiva y capaz que la dominicana. Se trata de una ficción, como The Comedians, la novela de Graham Greene llevada al cine y que muestra las peripecias afectivas del embajador uruguayo Pineda en Puerto Príncipe, relato menor dentro de una trama política con los ton-ton macoutes y la dictadura de Duvalier.
El Haití caribeño de la película es la africana Benin, antiguamente Dahomey. ¿Cómo puede ser eficiente un estado fallido, con un presupuesto que se nutre de donaciones? De sus 26 embajadas, varias carecen de titular, amén de que los diplomáticos haitianos se llevan muy bien con sus colegas dominicanos.
Los haitianos nos dejan a pie en la calidad de la diáspora. Sirvan de ejemplo la vocera de la Casa Blanca y la periodista del Miami Herald que cubre Haití. Historia similar se repite en Canadá, y a esa corriente de condena se suman los intelectuales dominicanos en Estados Unidos, la elite afroamericana y el Black Caucus en la Cámara de Representantes.
La imagen de un país desvalido, sin ejército y hambriento pero que rompió a sangre y fuego la esclavitud, sí que es un mensaje diplomático potente frente a un país que le cerró la frontera. Por lo demás, Guacanagarix sigue vivo.
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