Antonio de la Maza y el tiro de gracia
La emboscada y el asesinato de Trujillo: el papel crucial de Antonio de la Maza.
Antonio de la Maza Vásquez (1913-1961) fue el líder de la conspiración política que ajustició al dictador Trujillo. El martes 30 de mayo, una vez enterado de que el tirano iría a San Cristóbal, De la Maza fue quien diligentemente convocó a los hombres del “grupo de acción” que se encontraban en la capital. Esa noche dirigió personalmente el operativo de la emboscada.
De acuerdo con Imbert Barrera, después de los primeros disparos, rebasaron velozmente al carro de Trujillo, razón por la que De la Maza le dijo “¡tocayo, dé la vuelta, dé la vuelta, que se pararon!”. Al poco rato comenzó el combate, y al ver que se extendía demasiado, De la Maza le dijo a Imbert “vámonos a desmontar, pero del lado del mar nosotros…” Estando ya los atacantes fuera de su carro, y luego “de un tiroteo de dos o tres minutos, un tiroteo grande”, De la Maza le dijo a Imbert: “¡tocayo, vamos a cruzar!”.
De la Maza se colocó detrás del carro de Trujillo, mientras Imbert se posicionó por la parte delantera. De la Maza le disparó a Trujillo y este, mortalmente herido, trastabilló hacia delante del carro. Imbert agrega: “Entonces él [De la Maza] vuelve y le dispara y me dice: tocayo, ahí va, y cuando Trujillo me sale, ya tambaleándose, yo le disparo.” (Entrevista a Víctor Grimaldi, publicada en El Caribe, noviembre 22, 1999, y reproducida en Sangre en el barrio del jefe, 2007).
Es evidente que, durante el ataque, en un abrir y cerrar de ojos se produjo el tiro de gracia. El distinguido amigo Víctor Grimaldi refuta esta versión, apoyándose en Imbert Barrera, quien en la referida entrevista afirmó que el tiro de gracia era mentira. Entonces, concluye Grimaldi: “tenemos que creerle al único sobreviviente del atentado…”
Cierto es que después del 18 de noviembre de 1961, Imbert Barrera se convirtió en el único sobreviviente del “grupo de la avenida”, pero su testimonio, sin duda inestimable por tratarse de un actor estelar en el tiranicidio, no debe considerarse como única fuente debido a que otros compañeros suyos también ofrecieron pormenores del atentado a través de personas de reconocida solvencia moral y profesional que estaban vinculadas a la conjura. Por tanto, es deber del analista del pasado considerar, examinar y confrontar, a la luz de la crítica interna y externa de las fuentes, los diferentes testimonios disponibles y asequibles sobre determinado hecho histórico.
Imbert Barrera no podía afirmar que hubo tiro de gracia, sencillamente porque no lo vio cuando ocurrió. Antonio de la Maza, por su parte, tampoco tenía necesidad de atribuirse ese tiro de gracia, máxime cuando el principal objetivo del complot, que era la eliminación física de Trujillo, se logró exitosamente.
Sin embargo, existe una opinión que me permite defender la verosimilitud del tiro de gracia; y esa opinión es del propio Imbert Barrera, quien en 1964 reveló a El Caribe que De la Maza le hizo un tiro “a quemarropa” a Trujillo.
Especialistas en balística dicen que un disparo a quemarropa es el que se hace a una distancia “tan corta que el cañón actúa quemando la piel o la ropa de la víctima”. Considero que ese disparo a quemarropa no fue otro que el tiro de gracia que Antonio de la Maza dijo que le dio a Trujillo debajo del mentón.
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