Vida y estrategia en Port Royal
Aventuras y desventuras de Henry Morgan, pirata y gobernador
Dentro de los numerosos filibusteros que asolaron el mar de las Antillas, destaca Henry Morgan, quien ha recibido la atención de numerosos historiadores. Dentro de todas sus correrías, Morgan llegaría a ser Gobernador de Jamaica. Es de muchos conocido que asaltó Panamá en 1670. Entre otros ataques que han sido cronometrados por diversos autores está el de Portobelo en julio de 1668, donde –según narra Exquemelin–, los compañeros de este pirata hicieron todo tipo de tropelías. Otro ataque de Morgan ocurrió en Maracaibo y Gibraltar, bajo las mismas premisas: atacar el pueblo y tomar la plaza para realizar los saqueos. Se decía que Port Royal sería retomada por los españoles y en 1667 y 1670 hubo acuerdos entre España e Inglaterra que habían calmado los asuntos.
Port Royal fue destruida por el terremoto del 7 de junio de 1692, algo que produjo que las actividades se fueran a Kingston. Port Royal en su época se había convertido en la ciudad con el mayor tráfico de las colonias británicas. Al terminar el siglo XVII, la ciudad tenía 6,500 habitantes que incluían a taberneros, joyeros, artesanos y comerciantes. Morgan es nombrado en 1674 como gobernador con todo lo que esto produciría en términos económicos, políticos y sociales.
Hay que tener cuidado al pensar que lo ocurrido en Jamaica era único: los ataques corsarios eran de mucho antes como lo prueba la iniciativa de John Howell y Jean Bontemps, quienes apresaron tan temprano como en 1567 al alcalde y a varios vecinos.
En 1668, una expedición encabezada por Morgan terminó en desastre: los franceses y los ingleses que estaban con él, bajo sus órdenes, tomaron Puerto Príncipe y torturaron a las personas. Lo que se quería era que se les dijera dónde estaban los supuestos tesoros y el oro. Terminó accediendo a no quemar la ciudad a cambio de 1,000 cabezas de ganado.
Algunos destacan que el ataque a Panamá llevado a cargo por Morgan es un hecho nodal en todo esto porque se trató de un movimiento de envergadura. El 14 de febrero de 1671, Morgan salía de Panamá con un botín en 175 caballos y varios cientos de prisioneros que Oexmelin enumera en 600, entre los cuales había mujeres y niños. En el plano teórico, podríamos proponer una tesis para los modernos historiadores dominicanos: cuántos piratas alojó cada sitio. Lo cierto es que Morgan utilizó su poder y fue nombrado gobernador de una manera única: pudo gobernar Port Royal donde el vino y las mujeres adquirían luz importante. Adentrarse en aquellas peripecias, merece un detenimiento en actos deleznables que ejecutaban los hombres de mar: se han contado muchas cosas. Las crónicas tienen claro el papel jugado por Port Royal en la fisonomía histórica de una época donde el mar daba las lecciones. Por otro lado, algunos han afirmado que la toma de Panamá y la competencia de La Tortuga habría reducido la importancia de Port Royal como comando filibustero.
Por esta razón, si se intenta hacer una crónica sobre lo ocurrido en el siglo XVII, es cierto que no debemos dejar de un lado toda la historia de lo que ocurría en el mar. Lo mismo que el caso de Port Royal, debo detenerme en la islita que Peña Batlle cronometró de manera magistral, La Tortuga, guarida de piratas, lugar del capitán Levasseur.
Hace diez años, leí el “librito” de Peña Batlle en Puerto Plata, en un hotel donde los turistas se agasajaban y disfrutaban de un Caribe que parecía una de aquellas historias antiguas. El libro de Peña Batlle, no cronometra Port Royal sino la Tortuga con todos sus desmanes y sus dramas.
En el caso de Morgan, hay que estudiar la vida de este pirata con todo lo que esto representa: en antiguos legajos podemos encontrar lo que hacía el pirata inglés y sus peripecias contra el imperio español. Sus movimientos han sido determinantemente conocidos en muchos textos de historiadores clásicos que se han detenido para ofrecer luz en lo que consideramos parte esencial de la vida colonial.
Las peripecias de los piratas –mucho antes de Morgan–, han movido la pluma de otros investigadores: lo que ocurrió en Santo Domingo con Francis Drake en 1586 en Punta Caucedo es harto conocido: el pirata había salido en 1585 desde Plymouth con una flota de 23 navíos y más de 2,000 hombres. Lo ocurrido después con los invasores Penn y Venables en 1655, también es conocido. Hasta ahora, algunos se han detenido en el hecho que los dominicanos seríamos hoy ingleses, o mejor estaríamos dominados por el inglés como lengua y no el español (solo una nota). También puede decirse que mientras leía el libro de Peña Batlle me interesaba fundamentalmente lo que habría ocurrido después en la islita Tortuga, un lugar donde, según algunos no hay nada interesante que ver hoy.
Explica un historiador importante –me refiero al español Ortega Rubio–, que muchos y graves fueron los atropellos cometidos por Hastings y contados por Burke en la Cámara de los Lores. Tampoco pasaremos en silencio, dice Ortega, las crueldades que el francés D’Esnambuc cometió con los naturales de la Martinica en el año 1635.
Como nos dice Peña Batlle, en el mar se dieron grandes batallas, algo que vemos en los filmes (se han hecho algunas reproducciones). Pero lo cierto es que tenemos que estar claro en que Morgan hizo un parteaguas: su gobierno no fue tan fácil, lo mismo que podríamos decir del gobierno de D’Oregon en la islita de la que hablamos y que representó un oasis para los viajeros y aventureros de ese siglo.
En esos años, Port Royal no solo vio las peripecias de Morgan sino de Edward Mansvelt, Roche Brasiliano, John Davis, Bartholomew Roberto, entre otros. Fue una ciudad que ya en 1660 fue conocida como la Sodoma del Nuevo Mundo. En el caso de Brasilinao, destaco de manera interesante que este pirata desapreció en un determinado momento. Mucho tiempo después, fue llevado al cine por Anthony Quinn en Against all Flags. Se destaca su carácter desalmado: quemaba a las personas que no querían beber con él.
Como una nota curiosa, destacamos que John Davis escribió varios libros sobre el arte de navegar, y es memorable su obra Descripción hidrográfica mundial de 1595, una verdadera rareza, y aparte de esto inventó un instrumento de navegación para medir la altura del sol en alta mar conocido como cuadrante Davis.
Era cierto también que la piratería tenía un alto contenido de aventurerismo: los reclutados por estos barcos en Francia, Holanda, Inglaterra y España, tenían una alta carga que implicaba conocer nuevas tierras. Entendían que sería emocionante hacerse a la mar: terminaban en largas noches de consumo de alcohol. Es cierto también que la economía tiene que ver con esto: los botines y tesoros fueron vistos como motivo para iniciar nuevas peripecias en el mar: todos sabemos que le caían atrás con ciertas banderas y eran atrapados para expulsar de sus barrigas los tesoros escondidos: los cargamentos que llevaban oro y que eran importantes para los reyes.
La bahía de Port Royal era idónea para aguantar un gran número de barcos. Es de entender que lo mismo ocurría con otras locaciones en la isla de Santo Domingo: el autor de estas líneas no ha ido a La Tortuga y en el libro de Peña Batlle, que es el estudio más profundo sobre el tema, no se dan las indicaciones sobre las bahías de la isla. Es notorio que la construcción de ciudades y puertos en América era favorecida por la existencia de grandes puertos para alojar naves en ellos.
Hay que tomar en cuenta que otro terremoto atacó la ciudad de Port Royal en 1907, hundiendo todavía más la original. El gobierno de Jamaica hace planes de desarrollo turístico dado la cantidad de visitantes que se dan cita en el sitio cada año.Agentes policiales matan a tres hombres en San José de las Matas
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