Las memorias de Ellis Pérez
Memorias que revelan la esencia de una época
En las memorias no sólo encontraremos los relatos de episodios señeros o de anécdotas de vida que puedan provocar nuestra atención, sufrir o reír con ellas. Hay algo mucho más importante: los hechos que se narran nos llevan al conocimiento de otros aconteceres, actitudes, experiencias, que terminan siendo material de estudio y de evaluación de carácter histórico, porque a través de esos relatos de vida personal se llega a discernir sobre la ocurrencia de situaciones que el historiador, en cualquier rama, no conocería de otro modo. Las memorias son testimonios primordiales en la confección de la historia política, militar, artística, cultural; en la historia sentimental, identificativa, afectiva incluso, de un conglomerado social.
Las de Ellis Pérez cumplen con este objetivo. Escritas con la misma forma sencilla de vida que le ha caracterizado siempre, con la misma calidez de sus conversaciones, de su trato humano y de su relacionamiento con sus congéneres, Ellis nos muestra los aconteceres de su vida, pulcramente, sin atajos, sin reverberaciones.
Sus memorias no son nuevas. Las fue escribiendo durante varios años en dos diarios nacionales, a modo de cápsulas testimoniales, con las cuales se fue tejiendo una gran historia que muchos vimos crecer, mientras nos convertíamos en parte de ese tejido como lectores entusiasmados que lo esperábamos cada semana para ver qué cosas nuevas nos contaba y con cuáles relatos desconocidos nos deslumbraba. Y así nacieron estas memorias que, releerlas ahora en forma de libro, nos parecen -y lo afirmo con rotunda sinceridad y certeza- como si nos la contara por primera vez. Ni siquiera se preocupó en lijarlas, en rehacerlas; nos la ofertó tal y como las escribió cada vez, tal cual la leímos en sus columnas, lo que seguramente, como nos ha ocurrido, permitirá situarnos en la realidad de los momentos referidos para atisbar por los aleros de sus vitalidades y para reconocer la trascendencia de sus vivencias.
Este ilustre hijo de Santiago de los Caballeros que hace pocos días arribó a los 88 años de vida, se hizo hombre a base de esfuerzo propio, de talento nato y de inteligencia viva. Alcanzó la madurez temprana que se reserva a personas excepcionales. Su gran capacidad memoriosa le permite recordar los detalles más insólitos de aquellos primeros diez años de vida en su ciudad nativa, y los que siguieron desde que, a partir de esa edad, se instaló en la capital, primero en San Carlos y luego en una casa que hacía frontera entre San Carlos y Villa Francisca.
Cuando en casa de un amigo escuchó a este conversar en inglés con un hermano, se sorprendió de lo que escuchaba, porque no entendía, en una época donde eran escasísimos, sin dudas, los que podían hablar una segunda lengua. Preguntó de qué se trataba el habla que asumían aquellos jóvenes amigos, para descubrir que el conocimiento del inglés podría abrirle puertas que hasta ese momento desconocía. Al año ya lo hablaba con tanta propiedad que pudo iniciar el primer proyecto de su vida: la producción de Your Hit Parade, en la HIZ, teniendo 17 años de edad, totalmente en inglés, lo que resultó una iniciativa que le daría fama y lo convertiría en el primer disc-jockey de música norteamericana en República Dominicana. Era septiembre de 1953 y desde ese día Eliseo Antonio se convirtió para siempre en Ellis Pérez. Al poco tiempo, estaba trabajando en una agencia de viajes que orientaba a los escasos turistas que venían a nuestro país, procedentes principalmente de Estados Unidos y unos pocos de Europa, precisamente por el manejo del inglés. Y por la misma razón consiguió emplearse como profesor en el Instituto Gregg, propiedad de doña Rosa de Herrera, esposa que fuese del inolvidable maestro del periodismo nacional, don Rafael Herrera, y en el Colegio Luis Muñoz Rivera. Todo esto pasaba siendo un joven adolescente, entre los 17 y 20 años de edad.
En una sociedad de escasas oportunidades para el avance social y económico, y en medio de una dictadura férrea, Ellis Pérez supo abrirse camino sin torcer su armadura y sin poner zancadillas. ¿Acaso no es extraordinario, sobre todo en esa época de pobreza, de angustia, de miedo y peligros, que a los 20 años este joven fuese director y presentador de los espectáculos de los tres íconos hoteleros de la entonces Ciudad Trujillo: El Embajador, el Jaragua y el entonces hotel Paz? ¿Que a los 23 fuera director de cruceros que viajaban por todo el Caribe y parte de Sudamérica? ¿O que a los 27 años cumpliera una de sus aspiraciones: tener una emisora de radio, convirtiendo en poco tiempo a Radio Universal en una frecuencia radial de primera categoría, inaugurada con la primera transmisión de un juego de béisbol de las Grandes Ligas, con una narración digamos, descriptiva, simulada, creativa, hasta llegar a acuerdos directos con los propietarios de equipos donde jugaban las estrellas dominicanas del Big Show para transmisiones directas desde los mismos estadios?
“La mayoría de las veces -escribe Ellis- las oportunidades van fluyendo en pequeñas escalas y siguen creciendo en la medida en que tú las cultivas”. La mitología romana tuvo una diosa de las oportunidades, que se representaba con una cabellera larga que le cubría el rostro y por detrás era calva. Además, llevaba en la mano derecha un cuchillo. Y de esa vieja etapa proviene la célebre frase que dice que “las oportunidades nacen calvas”, o sea, nunca surgen de modo espontáneo y preciso, sino que hay que tener buen olfato y excelente visión para descubrirlas. Cuando la diosa de marras cruzaba frente a algún devoto, era necesario tomarla por la cabellera con astucia y rapidez, porque si perdías esa oportunidad ya no tendrías tiempo de asirla. Y el cuchillo en su mano, arrancárselo y colocarlo en la boca para salir en busca del futuro con avidez y sensación de triunfo.
He dicho antes que las memorias no solo contribuyen a conocer las interioridades de vida de sus autores, sino que a través de ellas podemos conocer aspectos históricos que pueden servir a los especialistas para enriquecer o reconfigurar los conocimientos que habrán de transmitir a sus lectores y, en específico, a los que estudian la historia dominicana, a sus protagonistas. Una anécdota graciosa puede ser, en el fondo, una lección de historia. Ellis cuenta varias, pero hay una que deseo resaltar. Era el inicio del año 1966. Se había ido de viaje por Europa y recaló en Londres donde su gran amigo, Víctor Cabral, era Cónsul General. Allí se quedó una semana. Uno de esos días, el funcionario consular le pregunta a Ellis si él jugaba béisbol. Ellis asintió. Su anfitrión le informa que al día siguiente la embajada dominicana sostendría un encuentro con la embajada norteamericana en el Hyde Park, que es el parque más grande del centro de Londres, pulmón de la ciudad. Ellis le informa a Víctor que él puede jugar la segunda base. Para esa época, el coronel Francisco Caamaño Deñó, líder de la revolución constitucionalista, era agregado militar en la embajada dominicana en Londres. Ellis, que había sido en 1965, en plena revuelta abrileña, el corresponsal de ABC de Estados Unidos, se sorprende al ver llegar al campo de juego a Caamaño, quien terminaría jugando la primera base con Ellis en segunda. Ellis no informa en sus memorias si ambos lograron dar de hit o si realizaron alguna doble matanza, pero sí consigna: “…las ironías que algunas veces presenta la vida. Ahí estaba jugando la primera base el hombre que se había enfrentado a tiro limpio con la poderosa estructura militar norteamericana que había desembarcado en Santo Domingo y en un tiempo relativamente corto el béisbol los reunía para departir en un ambiente enteramente relajado y cordial en este encuentro amistoso”.
Leamos a Eliseo Antonio Pérez García, al santiaguero o campitaleño, como le gustaba decir a don Rafael Herrera a los que venían del Cibao a radicarse en la capital, el Ellis Pérez que con nombre propio se ha convertido en una leyenda nacional y que con sus memorias nos permite conocer enteramente su vida y su legado.
- Elon Musk
Walter Isaacson, Debate, 2023, 735 págs. La biografía del momento en Estados Unidos y en el mundo.
- Un poco de mí
Johnny Ventura, Ediciones de Cultura, 2010, 228 págs. Las memorias de este ícono de la música popular, una lectura agradable de su vida y trayectoria.
- Casandra Damirón Vida y Canto
Oscar López Reyes, Mediabyte, 2003, 164 págs. La biografía de la Soberana de la Canción Dominicana, publicada en primera edición por este destacado periodista, en 1985.
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