Tokio 2.0
Recorriendo ciudades a través de Tik Tok
Agradecemos a ciertas cuentas de Tik Tok que nos muestran grandes ciudades. El intento ha rendido sus frutos. ¡Solo basta tener una conexión y una cuenta y zas! ya estás en Tokio en primera fila. No necesitas un pasaje y una visa para adentrarte por sus calles.
Algunos viajeros me dicen lo siguiente: “me encantó Tokio pero también me gustó Londres”. En esta cuenta, podemos ver ambas ciudades. La lógica es como sigue: te metes en la cuenta y esperas que el “Tik toker” encienda su live. Te diriges por todas las calles. Es cierto que los lives están puestos de manera permanente por lo que puedes ver las grabaciones. Así puedes recorrer Madison Avenue a bordo de un skateboard electrónico que usa el famoso Tik Toker.
La cuestión es que es la misma lógica para Tokio pero este recorredor lo hace a pie: se mete por las calles más intrincadas. Alguien me dijo: “no te preocupes mucho que en Tokio, como en otras, puedes encontrar lugares tan “dramáticos” como la calle Duarte”.
Recién viaje a la calle Duarte y aunque el panorama está cambiado uno cree que esta en otro sitio. Lo mismo te ocurre cuando vas a la frontera y te metes en el mercado binacional dominico haitiano. Pero sigamos hablando de Tokio.
En una pequeña revista –la intuyo pequeña pero lo cierto es que es virtual–, se me habla de la opinión de los viajeros que han ido a Tokio. Me gustan estos símbolos japoneses: uno piensa, ¿aprenderé el idioma?
En la revista virtual que se llama Quora Digest, se me narra lo que ocurre allí: un montón de gente explica el costo de la ciudad, lo que cuesta vivir en ella, lo que puedes hacer y lo que no puedes hacer, lo que los viajeros pueden encontrar en términos gastronómicos, por ejemplo.
Una amiga recién fue a Japón y se perdió allí: tomó un tren equivocado y pasó todo el trabajo del mundo. Los japoneses no suelen hablar inglés. Tomó el tren de vuelta, animada por los japoneses que si dominan el lenguajes de las señas que todos tenemos para momentos críticos desde que Babel cayó en la confusión de lenguas, una crónica bíblica bastante interesante. Minutos después, la amiga logró volver a su sitio y pudo tomar un vuelo retrasado: no perdió la vida. Se asemaja al consejo que dio una persona a otra que iba a China: “no te pierdas en China, es una de las cosas más peligrosas que puede ocurrirte”. El lenguaje es otro: te sientes muy vulnerable.
Luego de lo que le pasó, nuestra amiga cuenta su experiencia con una gran sonrisa, pero no sabe dice otros, el peligro que corrió. Montarse en un tren equivocado y llegar a otro sitio sin conocer el idioma es una materia para contar una novela: el destino que seguía más adelante como el misterio de aquellas series japonesas de cartoon, los llamados muñequitos que hicieron factura durante muchos años, en la televisión dominicana.
Las luces de Japón son únicas. Las vemos cartografiadas en estos post que hace nuestro amigo a quien ya seguimos en Tik Tok, una red social que tiene mucho que ofrecer. Ocurre como en el caso de Google Earth: puedes viajar sentado desde tu casa a todas las locaciones del mundo. ¿Quién diría que la tecnología nos permitiría hacer esto? Hace veinte años, no pensábamos en Chat Gpt y tampoco teníamos muchas ideas de la IA, algo que también vemos en la película de Kubrick, para citarlo por segunda vez.
Una nota a indicar: las bicicletas de Tokio. Como en otras grandes ciudades, puedes tomarlas y dejarlas allí: se convierten en un medio de transporte, como ocurre con las notorias patinetas que vemos en otras grandes ciudades. Es justo contar que en Santo Domingo vi a una muchacha en algo mas arriesgado: una patineta tipo skateboard con la que se metía por entre los automóviles cerca de la 27, un acto dramáticamente arriesgado.
Es cierto una cosa: esta revista me llega con regularidad pero no sé dónde cliqueé para que me llegara: estoy agradecido sobre las comparaciones que allí se hacen: nos hablan de manera sincera sobre temas importantes: el costo de las rentas, los lugares exóticos en Tokio y como he dicho anteriormente, cuáles son las ciudades alternativas.
Uno piensa que se podrá quedar allí como le pasa a un amigo que se fue a Tokio, pero había vivido gran parte de su vida en República Dominicana. A fin de cuentas, es japonés de pura cepa pero sus padres habían emigrado sabrá dios cuando, convirtiéndose en parte de esa gran legión de japoneses que tenemos en el país. Nuestro amigo ahora vive en Japón y otra persona y yo lo tenemos visto y analizado para cuando vayamos: puede servirnos de guía turístico.
Es cierto que he contado a medias la historia de nuestra amiga perdida en Japón: es otra persona la que sabe a que fue ella allí. Lo cierto es que en los videos se nos ofrece otra vista. En algunos chats, se discute lo que ocurrió con Japón en el ataque a Pearl Harbor hace tiempo y se nos narra, con mucha pasión, el papel de Japón en la Segunda Guerra.
Se nos citan ejemplos para darnos cuenta de un pasado que no queremos que se repita: se nos habla de norcoreanos y el status dramático en el que fueron a vivir a Japón sin se les diera otro estatus como no fuera el de semiesclavos. Lo cierto es que la historia de Japón está en los libros: uno intenta ver entonces la infancia de cualquiera que haya tenido amigos japoneses, como en efecto me ocurre. Las revistitas japonesas que tenía en la infancia, satinadas eran preciosas como es Tokio con su luz.
Hace unos años, ocurrió un terremoto en Japón: una persona me pregunto por nuestro amigo japonés, que le había pasado. Lo cierto es que no lo supimos, pero se entiende que sobrevivió, al tiempo que supimos que deben haber quedado personas familiares suyos en un negocio familiar de venta de comestibles.
No llamamos pero si supimos que estaba bien: lo cierto es que uno piensa que estas historias se tejen como un hijo de Ariadna. Se tiende a pensar que lo que ocurre a una persona a miles de kilómetros, repercutirá en la vida de otros. No es sencillo atravesar por la experiencia de un terremoto. Nuestra amiga se perdió allí y se dio cuenta que era una experiencia única: parecía que estaba dentro de una película. Los trenes, la gente que sale y que entra y ella perdida en un vagón sin tener manera de llamar a nadie. Es una historia digna de contar en muchas páginas.
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