Hipocresía
El dilema de la diáspora dominicana y haitiana en la crisis de Haití
República Dominicana ha pedido ayuda para Haití insistentemente durante los últimos cuatro años. Diplomáticamente, los países con capacidad de decisión la han prometido y negado a la vez. Comprendían y se desentendían. Anunciaban millones de dólares que nunca desembolsaron. Criticaban en los medios de comunicación lo que en privado aceptaban. O sea… geopolítica mundial aplicada a la isla.
Ahora son ellos los que piden ayuda a República Dominicana ayuda para evacuar a sus ciudadanos. Para algo tiene que servir el aeropuerto María Montez.
Que se celebren elecciones en Haití no pasa de ser una quimera y una hipócrita estrategia de dilación. Un país sin Estado no puede ir a las urnas, es tan sencillo como eso. Un Consejo de transición sin poder real, sin marco en el que ejercerlo, no tiene ni autoridad ni voz.
Barbecue lo dejó claro. Son las bandas las que tienen el control y advierte que con ellas tendrán que hablar. Haití no está ni remotamente preparado para una democracia e ignorar esta realidad enquista la tragedia.
Hoy por hoy Haití es el mayor problema para la República Dominicana. Con una opinión pública internacional hostil manejada desde los grandes medios y con una diáspora dominicana y haitiana que analiza los problemas desde la comodidad de la lejanía y la “autoridad“ que les otorga ser universitarios.
Pasan los meses y la situación en vez de encaminarse ha empeorado. El nacionalismo local extremista tampoco ayuda.
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