En un año, el Estado Islámico casi duplicó el territorio que controla en Mali, según la ONU
Los combatientes del grupo Estado Islámico en el Gran Sahara han casi duplicado el territorio que controlan en Mali en menos de un año
El grupo Estado Islámico (EI) controla ahora cerca del doble del territorio que controlaba hace un año, cuando las últimas tropas francesas abandonaron el país, según un nuevo informe de Naciones Unidas. Frente a la inestabilidad en el estado, los rivales del EI, grupos afiliados a Al-Qaeda, ganan popularidad ante la población como únicos actores capaces de asegurar su protección.
Los combatientes del grupo Estado Islámico en el Gran Sahara han casi duplicado el territorio que controlan en Mali en menos de un año, indica Naciones Unidas en su nuevo informe. La organización yihadista ha extendido su control principalmente sobre la zona conocida como las "tres fronteras" entre Mali, Níger y Burkina Faso.
El grupo yihadista se enfrenta al Ejército maliense y sus aliados, a los grupos locales y a grupos afiliados a Al-Qaeda, como Jama'a Nusrat ul-Islam wa al-Muslimin (JNIM). En este escenario de combates, los civiles se ven afectados. En abril, por ejemplo, la toma de la ciudad de Tidermène, situada al norte de Ménaka, dejó cientos de muertes.
La guerra de Mali empezó en 2012 cuando una rebelión de los tuareg, nómadas musulmanes, se levantó y tomó control del norte del país. El grupo fue rápidamente desalojado por yihadistas, asociados a Al-Qaeda en el Magreb Islámico, quienes tomaron control de tres regiones: Kidal, Gao y Tombuctú.
En ese contexto, el país acogió la ayuda militar de Francia, primero con la operación Serval en 2013 y luego con la operación Barkhane. Los yihadistas fueron expulsados del norte, pero se trasladaron al centro de Mali en 2015. Ese mismo año se conformó en el Gran Sahara el Estado Islámico.
Finalmente, en 2015 también, el Gobierno y los rebeldes separatistas del norte firmaron el acuerdo de paz de Alger, pero parte de los firmantes no respetaron el acuerdo y no dejaron las armas.
Hoy en día se han multiplicado los grupos que operan en el país, ya sean grupos locales, yihadistas o aliados al Ejército maliense.
Desde el último golpe de Estado en el país en 2020, tras el cual el presidente Ibrahim Boubacar Keïta fue derrocado y reemplazado por el coronel Assimi Goïta, Mali decidió alejarse de la presencia militar occidental y acercarse al grupo ruso paramilitar Wagner.
En agosto de 2022, los últimos soldados franceses que hacían parte de la operación Barkhane y operaban en Mali desde 2014 para combatir a los grupos yihadistas, abandonaron el país.
En junio, la junta ordenó a la fuerza de paz de la ONU (MINUSMA) y a sus 15.000 soldados internacionales que se fueran. Esta misión actuaba en Mali desde 2013 para frenar la insurgencia yihadista. El Consejo de Seguridad de la ONU puso fin a la misión el 30 de junio y tiene hasta el 31 de diciembre para que sus tropas salgan del país.
Según el informe de la ONU, los grupos armados rebeldes que firmaron el acuerdo de paz de 2015 expresaron su preocupación que tal acuerdo se desmoronara en ausencia de la ONU en el país. Según el reporte, dijeron que la salida de la MINUSMA podría exponer "las regiones del norte al riesgo de otro levantamiento".
La MINUSMA "desempeñó un papel crucial" en tal acuerdo, permitiendo conversaciones entre las partes, facilitando las conversaciones entre las partes, supervisando su aplicación e investigando posibles violaciones, expresaron los expertos del panel.
Según los expertos de la ONU, y debido a la percepción de debilidad de los grupos que firmaron la paz en 2015, tanto el EI como sus rivales pudieron "recrear el escenario de 2012", durante el cual, en un contexto de inestabilidad, los grupos yihadistas habían podido tomar control de varias regiones.
Según el informe, la aplicación del acuerdo de 2015 está estancado, especialmente el desarme y la desmovilización de los combatientes. Parte de los exseparatistas, que siguen armados, se han vuelto más fuertes y ahora dominan militarmente en el norte del país. En consecuencia, JNIM ahora compite contra ellos por el liderazgo en el norte de Mali.
Además, frente al crecimiento de la violencia e inseguridad debido a los ataques del EI, los que habían firmado el acuerdo de paz ahora "parecen proveedores de seguridad débiles y poco fiables" para las comunidades.
JNIM, al revés, aprovecha la situación "y ahora se está posicionando como el único actor capaz de proteger a las poblaciones contra el Estado Islámico en el Gran Sáhara", dice el reporte.
Ahora, tanto los exseparatistas, como los grupos terroristas y las redes de delincuencia transnacionales compiten por las rutas de tráfico que transitan por las regiones de Gao y Kidal.
"Mali sigue siendo un punto caliente para el tráfico de drogas en África Occidental y entre los países costeros del Golfo de Guinea y el norte de África, en ambas direcciones", dice el reporte.
Otro punto de atención es la violencia sexual relacionada con el conflicto, especialmente en las regiones de Menaka oriental y Mopti central, "sobre todo la que afecta a los socios de seguridad extranjeros de las fuerzas armadas malienses", como el Grupo Wagner.
"La violencia contra las mujeres y otras formas de abusos graves contra los derechos humanos y el derecho internacional humanitario están siendo utilizadas, especialmente por los socios de seguridad extranjeros, para sembrar el terror entre la población", señala el informe.
Con AP y medios locales
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