Biomasa: limitada por costos para generar electricidad, pero atractiva para la industria
Pese a representar una alternativa de reducción de CO2, son el mantenimiento y la logística su mayor desafío. A nivel industrial luce más atractiva para procesos internos
¿Se imagina recibiendo electricidad generada por la quema de astillas de madera? Desde el 2017, el 1 % de la energía que se transmite a los hogares y demás usuarios es del proceso de cogeneración de vapor y electricidad, especialmente de la central San Pedro Bio Energy, primera a base de biomasa conectada al Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI).
Aproximadamente 400 hogares de la comunidad El Guano y una minera han disfrutado de manera directa del excedente de producción de los recursos energéticos generados en San Pedro Bio Energy con la quema de bagazos de caña y astillas de eucalipto y leucaena para el funcionamiento del ingenio del Consorcio Azucarero de Empresas Industriales (Caei), ubicado en San Pedro de Macorís.
“Aquí no se va la luz, no. Nosotros estamos conectados del ingenio y esa gente no apagan la planta”, dice Luisa Vadien, una señora que califica la central como el salvavidas de muchos, por los empleos que genera el ingenio.
Ella nunca ha pensado en pagar una factura eléctrica, al menos, mientras el consorcio siga beneficiando de manera gratuita a la comunidad en la que pudo criar a sus dos hijos, ambos cortadores de caña en los campos de la empresa.
Rezagada para el “boom de las renovables”
La central a biomasa, construida con una inversión de 90 millones de dólares, cuenta con una capacidad instalada de 30.5 megavatios, de los cuales entre 8 y 12 son utilizados en el período de zafra del ingenio azucarero. El 9.5 % de la potencia es de autoconsumo de la planta y el resto se distribuye entre la Corporación Minera Dominicana (Cormidom) y el SENI.
Además, se tiene en proyecto levantar otra caldera en el mismo terreno para seguir aportando al sistema eléctrico nacional, para ello también se requiere la adecuación de la línea que transporta la generación a la subestación estatal, indica Luis Pantín, director de Operaciones en dicha central.
La biomasa usa la materia orgánica como fuente de energía. Hay tres tipos: natural, residual y producida.
Con ella se puede producir electricidad a partir de:
Astillas de madera
Bagazos de caña
Cascarillas de arroz
Jícaras de coco
Desechos orgánicos
Otros
El director de la Comisión Nacional de Energía (CNE), Edward Veras, destaca las ventajas ambientales de la biomasa, ya que su combustión no incrementa el calentamiento global, pero su instalación es una de las más costosas.
De hecho, explica que, con base en el análisis de factibilidad de los tipos de proyectos de generación energética, los costos unitarios del kilovatio instalado varían por tipo de terreno, tamaño de la instalación e inversión en estructura eléctrica para interconectarse a la red de transmisión.
“Al día de hoy, el kilovatio instalado de proyectos solares es de 900 dólares aproximadamente, la eólica va de 1,400 a 1,600 dólares y la hidroeléctrica y biomasa de 1,000 a 1,200 dólares”, pero todo depende de varios factores externos, dice.
Pese a sus beneficios para el medioambiente, la biomasa ocupa el lugar más bajo dentro del esquema de generación renovable. De 1,475 megavatios inyectados al SENI a mediados de abril de este 2023, unos 405 provienen de energía solar, 417 del viento o eólica, 623 de las hidroeléctricas y apenas 30.5 de la biomasa, según datos del Organismo Coordinador del SENI.
Rinde, pero es cara
“De las energías solar, eólica y biomasa, esta última propone mayores costos de producción, debido a que, en este caso, se usa un combustible que debe ser procesado (la biomasa) para producir la energía, a diferencia de la solar y eólica, que su fuente es la del sol y el viento, respectivamente”, analiza el vicepresidente de la Asociación Dominicana de la Industria Eléctrica (ADIE), Manuel Cabral.
A esto se le suma la logística de transporte de la materia que se usa como combustible, por lo que es la menos atractiva para inversionistas en el sector eléctrico, lo que limita su aporte para el “boom energético” y la premura de ampliación de la matriz con base en recursos renovables.
El costo operativo anual alcanza 1,033 millones de pesos:
- 850 millones en manejo de materia prima
- 183 millones por las toneladas de bagazos de caña
El monto total representa un ahorro de 667 millones de pesos, con relación a una planta convencional, según datos de San Pedro Bio Energy.
Cabral señala que el principal asunto para tener en cuenta con el incremento de las renovables es que, debido a su comportamiento variable, se provoca un aumento en la incertidumbre de la operación de los sistemas eléctricos, por lo tanto, se reduce la confiabilidad en estas.
Asegura que la situación se puede mitigar con baterías como sistemas de respaldo, un método que no requieren las centrales a biomasa.
En el caso de San Pedro Bio Energy, su generación se inyecta de manera ininterrumpida al SENI, casi los 364 días del año. La central se detiene una sola vez para mantenimiento de turbinas, explica Pantín, un proceso técnico para el que se requiere un especialista en el área.
A pesar de que la biomasa es una de las más costosas para su instalación, su factor de productividad o rendimiento es de los más altos porque no depende de fuentes naturales como el viento, el agua o el sol. Posee 80 % de productividad, según informa la Comisión Nacional de Energía.
En tanto que la solar -indica la entidad- tiene un 23 %, debido a que la intensidad de la luz solar no es constante y la producción fotovoltaica en el país aún no cuenta con sistema de almacenamiento. La eólica tiene 40 % de factibilidad, pero comparte los mismos desafíos que la solar.
¿Cuántas centrales a biomasa hay en RD?
El Organismo Coordinador reporta que en el país hay una sola central de generación a base de biomasa aportando al SENI: San Pedro Bio Energy. Sin embargo, el director de la Comisión Nacional de Energía indica que además hay otra del Consorcio Azucarero Central (CAC), abarcando tres provincias de la zona suroeste: Barahona, Bahoruco e Independencia.
Edward Veras explica que se trata del proyecto “Energía Renovable Ingenio Barahona”, cuya capacidad será de 7 megavatios, producidos con bagazos de caña de dicho ingenio. La concesión definitiva le fue otorgada en enero de este 2023.
Hay otras dos empresas con permisos aprobados, una también en San Pedro de Macorís y la otra en Santiago. Ambas usarán desechos sólidos que serán canalizados a través de las alcaldías de cada demarcación. En el caso de la primera, su objetivo es clasificar para generar energía eléctrica y la segunda busca exportar diésel sintético.
En total habría cuatro proyectos a gran escala, cuando los inversionistas procedan a realizar sus instalaciones, las cuales se han visto limitadas por razones de financiamiento, considera Veras.
A baja escala, menciona la existencia de pequeñas calderas en empresas privadas que generan vapor o energía térmica para sus procesos productivos.
En San Francisco de Macorís, la multinacional Nestlé Dominicana tiene una caldera de biomasa para uso interno con la que reduce en 3,000 las toneladas de CO2 al año, mientras produce más de 10 toneladas de vapor por hora para la fabricación de sus productos de consumo masivo.
Con el objetivo de disminuir el 50 % de sus emisiones de dióxido de carbono al 2025, la empresa invirtió 2.2 millones de dólares, lo que le ha permitido tener menos costos productivos, detalla Managua Gutiérrez, supervisora de servicios industriales de Nestlé y parte importante de la ejecución del proyecto.
El combustible de la planta llega a través de uno de sus proveedores de tarimas o paletas, cuyos desechos (astillas y trocitos de acacia) son la materia para generar energía eléctrica para autoconsumo y vapor.
Aprovechan las cenizas
El proceso de combustión no es complicado en la central de San Pedro Bio Energy. Mientras se genera vapor y electricidad, se reduce la emisión de gases de efecto invernadero. La planta tiene dos correas mecánicas: una que va del ingenio a la planta, transportando los bagazos de caña que quedan de la producción azucarera, y otra que va del espacio de almacenamiento y trituración de madera al almacén de materia, donde ambos recursos se van insertando a la caldera de combustión, diseñada para esos fines. En el proceso de quema queda un residuo biodegradable: las cenizas, las cuales también son aprovechadas. Por ejemplo, Bio Energy usa el residuo de polvo como abono para la siembra de diferentes tipos de plántulas de eucalipto, semillas que son importadas para la generación de biomasa. Dicho mecanismo, aprovechado por grandes y pequeñas industrias, se constituye en una alternativa para la reducción de desecho sólidos, permitiéndoles disminuir el consumo de combustibles fósiles y sus costos operativos.
La energía eólica se queda por detrás de la solar en proyectos renovables
El potencial de la biomasa en RD
Se estima que la República Dominicana posee un potencial de producción de 1.6 millones de toneladas de biomasa por año, lo que, en combinación con el plan de ampliación de la matriz energética, representa una oportunidad para empresas e inversionistas producir materia para biomasa.
En un estudio publicado por la CNE en 2018, se destacó que el marco normativo vigente es deficiente para que el país avance en ese tipo de generación.
Con dicho levantamiento se estableció que existía un potencial de 476,071 hectáreas para la producción de gramíneas y de 449,248 hectáreas adecuadas para el fomento de especies forestales de alto valor para la producción de energía.
El documento plantea que, en un escenario de alto rendimiento, se podrían producir 12.6 millones de toneladas anuales de acacia, cuya energía equivale a 8,524 gigavatio-hora (GWh) por año o 1,076 megavatios (MW) de potencia.
El director de Operaciones de San Pedro Bio Energy calcula que, con esa energía, se podría abastecer a un equivalente de más de 645,000 viviendas, dependiendo de su consumo energético, el cual contempla lo básico en un hogar: nevera, abanicos, televisores, bombillos y un aire acondicionado de poca capacidad.
Mientras que, en una planificación de rendimiento moderado, se podrían producir 8 millones de toneladas anuales de acacia, cuya energía correspondería a unos 5,485 GWh por año o 693 MW de potencia.
El estudio de la CNE destaca la falta -que aún persiste- de un plan conjunto entre los ministerios de Medio Ambiente y de Agricultura para aprovechar zonas en las que no se afecte la vocación agrícola para sembrar árboles para biomasa.
Cita también que faltan más incentivos especiales, para que los inversionistas puedan voltear la vista a la biomasa, un proceso que contribuye a disminuir el flujo de material orgánico, reduciendo unas 90,000 toneladas de emisiones de carbono al año aproximadamente.
De los 17 proyectos de energía renovable en construcción en el país, dieciséis de estos suman 885 megavatios, siendo 836 solares, sin embargo, de biomasa no se proyectan nuevas plantas generadoras.
El gerente general del Organismo Coordinador del SENI, Manuel López San Pablo, comenta que la biomasa está muy asociada al funcionamiento de los ingenios o a que el interesado tenga fincas de biomasa.
Cuenta que había un proyecto importante en la región Este de un grupo que tenía los terrenos sembrados de biomasa para generar energía, pero no continuó por razones que desconoce. Otra empresa de zona franca lo intentó por el norte del país, con interés en generar electricidad, pero terminó usándola para sus procesos internos.
“El problema es que la biomasa tiene que ser una biomasa que te dé una buena eficiencia en el poder energético. Y entonces, para eso, sí se requiere un poquito más de inversión en términos de lo que es el equipamiento”, indica.
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*Este reportaje fue realizado por un equipo de la sección Economía de Diario Libre conformado por Mariela Mejía, María del Carmen Guillén y Joaquín Caraballo. Es parte de un especial sobre las energías renovables en el SENI y sus desafíos.
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