Millonarios a los 16, retirados a los 22, las apuestas fallidas en diamantes dominicanos
La mitad de bonos más altos se quedan en el camino en seis años
El pasado 31 de marzo, la página de Luis Almánzar en el portal oficial de Minor League Baseball colocaba en el historial de transacciones la palabra “retirado”. Así terminaba, o se ponía en pausa, la carrera de quien fuera la gran apuesta de los Padres tan cerca como en julio de 2016, cuando excedieron en un 22% el presupuesto internacional para fichar al que entendían sería su torpedero del futuro.
La novena californiana entregó un bono de US$4 millones a Almánzar y de inmediato llegaron a los tribunales las demandas por compromisos de entrenamientos y representación hechos por la familia que superaban el 50% de ese dinero.
Pero en el terreno el fenómeno adolescente nunca fue ni la sombra de súper prospecto que era un consenso entre escuchas y programas por donde pasó. Tuvo una línea ofensiva de .214/.295/.299 con 11 jonrones y 111 remolcadas en 299 partidos con Clase A+ como su techo y una cuestionable disciplina de trabajo, de acuerdo a ejecutivos de béisbol consultados por DL.
El caso de Almánzar no es una excepción, es una historia que se repite en la industria, un reflejo del riesgo en el que incurren los equipos cuando hacen inversiones millonarias en niños de apenas 16 años, que pueden recibir el dinero a esa edad que hasta a microempresarios o profesionales dependientes no verán en su vida. También de la complejidad para hacer llevar al siguiente nivel esas herramientas que exhibían en su etapa infantil.
Entre 2011 y 2017 los equipos del Big Show entregaron 66 bonos de siete dígitos a prospectos dominicanos. De ellos hay 33 que se retiraron o dejados libre y no han encontrado otra puerta para regresar al negocio. Es el 50%.
Sin embargo, los equipos no se intimidan con el uso del talonario. Los números ofrecen una visión más optimista.
Si bien entre 2004 y 2015 solo llegó a las Grandes Ligas el 6.1% de los criollos reclutados en el país (326 de 5,283) cuando se miden los que recibieron bonos de al menos un millón de dólares ese porcentaje se dispara hasta el 29.5%, según datos de la liga y Baseball-Reference.
De los 71 pagos de unidad de millón que se hicieron en ese tramo ya 21 lograron ese primer objetivo de uniformarse al más alto nivel.
Casos recientes
Ese 2016 en la misma lista de los bonos más alto con Almánzar aparece Josué Guerrero, un sobrino del inmortal Vladimir Guerrero, a quien los White Sox entregaron US$1,1 millones. Solo tres temporadas, incluyendo dos en la Dominican Summer League y otra en rookies (novatos). En 121 partido y 426 turnos bateó para .233/.286/.357, 8 HR y 53 CE y, en mayo de 2020, en pleno paro de la pandemia, el club lo dejó libre sin que hasta la fecha alguien lo haya reclamado. Solo tiene 22 años.
De esa zafra, los Atléticos destinaron US$1,5 millones por el campo corto Yerdeluis “Yerde” Vargas. En 2021 fue su último paso por ligas menores sin superar AA con un promedio de bateo general de .182. Oakland tampoco tuvo acierto al destinar US$1,1 MM por el también paracorto Marcos Brito, a quien ha dejado libre tras 2022 sin nunca ser protegido en roster de 40 con promedio de .209, solo siete vuelacercas y 85 remolques en 899 turnos.
Ese año 2016, Luis Felipe Veloz atrapó un bono de US$1,2 MM de los Marineros, pero el club y la industria entendió que ya en 2019 había visto lo suficiente como para perder la paciencia y en el gran recorte durante el cierre por Covid-19 él fue uno.
En 2017, los austeros Cerveceros arriesgaron US$1,8 millones por el jardinero romanense Larry Miguel Ernesto, pero tras tres temporadas en la Liga de Arizona (novatos) solo lo vieron un partido este año para dejarlo libre tras 119 encuentros con una línea de .216/.276/.329 que acompañó con siete jonrones y 34 empujadas.
El suyo fue más alto que los US$1,7 millones que consiguió Julio Rodríguez con los Marineros ese año.
Cristian Pimentel, que formó en su liga a jugadores como Eloy Jiménez y Adael Mador, explica que mientras los jugadores están en proceso de firma al entrenador lo escuchan, pero ya cuando logran el objetivo esa relación en muchos casos se rompe, lo que dificulta hasta dar un consejo.
“Entonces, ya el muchacho se queda al margen del papá, y muchas veces no son estos padres duros que exigen que los muchachos lleguen a una hora, que se comporten bien, que a la hora de hacer un gasto se piense para qué es eso, si beneficia o perjudica. He visto muchachos incluso decirle al papá, ‘es que esos cuartos son míos, esos cuartos no son tuyos’, son muchos casos feos”, dice en modo de reflexión Pimentel.
Pimentel hace un paralelismo entre muchos prospectos que reciben buen dinero con las personas que se ganan la lotería, que en Estados Unidos, de acuerdo al National Endowment for Financial Education, el 70% queda en bancarrota dentro de 10 años. “No entienden que ese dinero es como si fuera la liquidación anticipada, para que afronten el largo camino de las ligas menores”, lamenta.
“Aquellos que vienen con buena formación de su casa son los que dirigen el barco; esos niños cuando llegan a tener ese tipo de dinero hasta los pasos que dan son previamente planificado. No malgastan su dinero. Pero aquellos que no tienen el privilegio de tener un papá y una mamá en vez de bien lo que el dinero le hace es daño”, dice Pimentel.
La clase 2015
La promoción de donde salieron talentos como Juan Soto, Vladimir Guerrero Jr., y Fernando Tatis Jr., no escapa a los tiros al aire de los clubes.
Aramis Ademán, un torpedero nacido en Santiago, también se retiró de forma “voluntaria” en agosto de 2021. En 2015 los Cachorros dieron US$2 millones por él y hasta fue seleccionado por los Toros en el sorteo de Lidom en 2019.
"Ademán volvió a entrenar en 2022 ya que se había retirado porque no aguantaba los dolores en las piernas, intentó volver, entrenó con los Toros esta temporada (2022-2023) y se quedó en la reserva. Al menos estuvo saludable y muy motivado por volver. Por esa razón no se le había dejado libre", dijo una fuente cercana a los Toros del Este, el equipo al que pertenece en la Lidom.
Derian Cruz, puertoplateño a quien los Bravos dieron US$2 MM, también se cansó del béisbol y colgó los spikes en 2019.
Fue la taza de alcance a la MLB entre los bonos menor al millón (305 de 5,212) del grupo firmado entre 2004 y 2015, por lo que entre los de siete dígitos fue cinco veces mayor.
En ese grupo de firmas también se incluyó a Gregory Guerrero, otro sobrino de Vladimir, a quien los Mets dieron US1,5 millones y en noviembre pasado fue dejado libre.
Franklin Reyes, hermano de Franmil, fue la mayor apuesta de los White Sox con US$1,5 millones, el doble de lo que pagaron por Tatis. Pero los problemas físicos los limitaron a solo jugar 2016 y 2017 y en noviembre el club lo dejó libre.
Starling “Pitbul” Heredia, un guardabosque que proyectaba las cinco herramientas, convenció a los Dodgers de apostar US$2,6 millones, pero perdió el encanto en 2019.
Jonathan Sierra (US$2,5 millones con los Cachorros) también está ya fuera, pero la mayor inversión de esa clase que está en la agencia libre es Wander Javier, quien recibió US$4 millones de los Mellizos y en noviembre no le renovaron.
La promoción 2014
En 2014 los clubes giraron ocho bonos de siete dígitos, pero a la fecha solo dos están en las plantillas de los equipos.
Adrian Rondón consiguió US$2,9 millones con los Rays y no juega desde 2021. Nelson Gómez recibió US$2,2 MM de los Yanquis y fue dejado libre en marzo pasado y Christopher Acosta obtuvo US$1,5 MM de los Medias Rojas y solo jugó hasta 2015.
En 2012 se repartieron ocho bonos millonarios y de ellos solo Amed Rosario y Carlos Belén siguen activos.
El caso Elier Hernández
Elier Hernández ejemplifica el trato, la paciencia que tienen los clubes con aquellas inversiones mayores. Pero también la complicidad de trasladar al siguiente nivel y refinar esas herramientas en bruto que exhiben los adolescentes. Esas que enloquecen a los cazatalentos hasta convencer a sus organizaciones de apostar fortunas, como se informa desde el domingo con la clase 2022, que ya supera los US$61 millones entre los desembolsos de al menos US$300 mil.
Hernández finalmente debutó en las Grandes Ligas; lo hizo en julio pasado, a los 27, once años después de haber firmado con el cuarto bono más alto de la clase 2011, la que más dominicanos ha graduado en la historia con 39 bigleaguers.
Por Hernández los Reales pagaron un bono de US$3 millones, solo detrás de los US$5 MM que recibió Nomar Mazara, los US$4,5 MM de Jairo Beras y los US$3,5 MM de Ronald Guzmán, los tres con los Rangers.
La salud le puso zancadillas (requirió de dos operaciones) y fue en 2019 cuando se topó con su primera campaña de cifras dobles en jonrones (en AAA), si bien el poder de extrabases lo exhibió desde 2014.
“Es un camino muy largo que uno mismo construye, a mí me tomó mucho tiempo. Nunca hay que bajar la cabeza, no desmayar y mira cómo llegó el momento”, dice Hernández, que regresa con los Rangers.
Tras 2019, Kansas City lo dejó libre y Hernández vio su carrera en suspenso, a los 25 años. Entre 2011 y 2017 las 30 organizaciones entregaron 66 bonos de siete dígitos a prospectos dominicanos. De ellos hay 33 que se retiraron o fueron dejados libre y no han encontrado otra puerta para regresar, el 50%.
Escuchas y personas vinculadas con la industria consultados por DL coinciden en un conjunto de variables que hacen que sea tan alto las caídas de pronósticos con esos talentos. Desde el entorno en el que se manejan hasta la disciplina, incluyen la dureza del deporte, los problemas físicos y la competencia ferros.
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