El peligro de los microplásticos y la nueva Ley de Residuos

Los métodos sugeridos por la nueva Ley de Residuos para reducción del plástico pueden ser una trampa

Ejemplo de microplástico. (Shutterstock)

Esta historia es parte del especial “Limpiar nuestras costas” de Diario Libre, realizado por Marvin del Cid en colaboración con Oscar Oviedo, Rubén Torres y Nelson Bautista, con motivo del “Día Internacional de Limpieza de Costas”.

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En el artículo 170 de la virtualmente aprobada Ley de Residuos se incluye un párrafo transitorio que insta los fabricantes de foam a “incorporar compuestos para convertir dichos productos de fabricación local en oxodegradables o biodegradables.”

Esta medida, sumada a una tendencia cada vez mayor de promover el eufemismo “bolsas de plástico biodegradable”, es una alternativa que puede generar en el consumidor una falsa sensación de seguridad y en lugar de promover la reducción de su consumo, mantener el ritmo actual de emisiones que son evidentemente insostenibles.

Las razones son muy obvias. Si bien es cierto que algunos aditivos y procesos pueden ayudar en los tiempos para descomposición de estos productos, los mismos son hechos en base de petróleo y, por tanto, al ayudar a desaparecer la visual voluminosa de la acumulación de plásticos, darían la impresión de que estamos contribuyendo con la solución y la realidad es que estaríamos contribuyendo a un problema mayor: la contaminación por microplásticos.

Los llamados “plásticos biodegradables u oxodegradables” no son más que plásticos convencionales a los que se le adicionan ciertos productos o procesos para acelerar la fragmentación de su base en trozos diminutos, bien sea por los efectos de la exposición al calor o la radiación ultravioleta.

Siendo así, con el tiempo tenemos partículas de plástico más pequeñas y luego microplásticos muy similares a los que se obtienen de los plásticos convencionales, que por demás no favorecen el reciclado y no son para nada “compostables”, o sea, no se podría utilizar en la generación de sustratos orgánicos para emplearse como fertilizantes.

Esto es así porque el proceso de compostaje no solo requiere que el material se descomponga, sino que también aporte nutrientes al suelo. Por el contrario, la presencia de estos microplásticos se considera como “un contaminante más”.

Existe consenso suficiente entre la comunidad científica mundial acerca de que, en entornos al aire libre, los aditivos oxidantes acelerarán la fragmentación de los polímeros tradicionales. Por ello, son menores las posibilidades de que se recupere por medio de los programas de aseo y limpieza e incluso en campañas de recogida de residuos, aumentando sin embargo las probabilidades de que sea transportado más fácilmente por acción del viento y las aguas hasta llegar a los cuerpos hídricos como lagos, ríos y mares, con el consecuente riesgo ambiental.

Esto ya ha sido motivo de numerosos estudios por parte de organismos internacionales como la ONU y ha generado alertas por parte de la Organización Mundial de la Salud.

En un informe titulado “Plásticos biodegradables y residuos marinos: conceptos erróneos, preocupaciones e impacto en el ambiente marino”, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente advierte: “Recientes estimaciones del Pnuma calculan que hasta 20 millones de toneladas de plástico terminan en los océanos del mundo cada año. Una vez en el océano, el plástico no desaparece, pero se rompe en partículas de microplástico. Este informe demuestra que no hay soluciones rápidas, y será necesario un enfoque más responsable para administrar el ciclo de vida de los plásticos y reducir su impacto en nuestros océanos y los ecosistemas”.

El estudio de 2015 analiza los impactos ambientales de los plásticos oxodegradables, enriquecidos con sustancias como el manganeso, promotoras de la oxidación y que aceleran su fragmentación, y advierte que “los microplásticos creados en el proceso de fragmentación permanecerán en el océano, donde puede ser ingeridos por organismos marinos y facilitar el transporte de microbios dañinos, patógenos.”

La inquietud también movió a la generación de una alerta por parte de la Comisión Europea, que en 2018 emitió un informe al Parlamento sobre “el impacto en el medio ambiente del uso de plásticos oxodegradables, incluidas las bolsas de plástico”. Entre sus conclusiones, manifiesta que: “Es indiscutible que el plástico oxodegradable, incluidas las bolsas de plástico, puede degradarse más rápido en entornos al aire libre que el plástico convencional. Sin embargo, no existen pruebas de que el plástico oxodegradable se biodegrade completamente en un período de tiempo razonable en entornos al aire libre, en vertederos de residuos o en el medio marino”.

“En concreto, no se ha demostrado una biodegradación lo suficientemente rápida en vertederos de residuos ni en el medio marino. Por consiguiente, un amplio abanico de científicos, instituciones internacionales y gubernamentales, laboratorios de pruebas, asociaciones empresariales de fabricantes de plásticos, empresas de reciclado y otros expertos han llegado a la conclusión de que los plásticos xodegradables no son una solución desde el punto de vista medioambiental y que no son aptos para su uso a largo plazo, para el reciclado o para el compostaje”.

Como puede verse claramente, los legisladores dominicanos no tomaron en cuenta estas alertas al momento de promover este tipo de procesos como parte de los mandatos de la ley. Dejando también a un lado la adopción de medidas más drásticas para la prohibición definitiva de los plásticos de un solo uso, y el reforzamiento de las regulaciones sobre las bolsas de plástico.

Todo esto va a contrapelo de las sugerencias de organismos como la Comisión Europea que recomienda: “A falta de pruebas concluyentes sobre los efectos beneficiosos desde el punto de vista medioambiental, existiendo, de hecho, indicios en contrario, y habida cuenta de las alegaciones en relación con ello que inducen a error a los consumidores y del consiguiente riesgo de comportamientos de dispersión de basura, deberían estudiarse medidas a escala de la UE. Por lo tanto, en el contexto de la estrategia europea para los plásticos, se pondrá en marcha un proceso para restringir el uso de oxoplásticos en la UE.”

Sobre Nelson Bautista

Ambientalista y empresario privado, con más de 30 años en el voluntariado. Investigador en temas de cambio climático, áreas protegidas y mecanismos de desarrollo limpio. Coordinador de la Fundación Ambiental Acción Verde, Inc., Mentor del “Climate Reality Membership Corps” fundado y presidido por Al Gore. Secretario del Consejo de Administración del Jardín Botánico de Santiago.

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