Desde 2014, Salud Pública cuenta con una guía de atención para intoxicaciones por plaguicidas
Las manifestaciones frecuentes de envenenamiento son: fatiga, náusea, cefalea, vértigo, mareo, sed, tos, dificultad para respirar y taquicardia
El 13 de junio de 2014, el Ministerio de Salud Pública puso en vigencia la “Guía de diagnóstico y tratamiento de intoxicaciones agudas por plaguicidas” la cual establece las pautas para el manejo clínico de las intoxicaciones agudas por plaguicidas (IAP), a fin de contribuir a la prevención de casos secundarios y reducir el riesgo de muerte por esta causa.
Esta guía se elaboró en coordinación con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Secretaría del Convenio de Rotterdam y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y marca las pautas para el manejo clínico de las intoxicaciones agudas, a fin de reducir el riesgo de muerte por esta causa.
El documento resalta que los insecticidas organofosforados suponen cerca del 30 % de los plaguicidas que se emplean en la actualidad y son los responsables de casi el 80 % de las intoxicaciones por plaguicidas que requieren atención médica y del 75 % de las muertes por plaguicida, causando, aproximadamente, tres millones de intoxicaciones y unas 200 mil muertes anuales en el mundo.
En el caso de la fosfina, el documento indica que es un compuesto gaseoso, formado al reaccionar los fosfuros de aluminio o zinc con la humedad, extremadamente irritante en el tracto respiratorio y de toxicidad severa.
Se absorbe por todas las vías: respiratoria, digestiva, mucosa y cutánea, pudiendo causar intoxicaciones fatales.
Las manifestaciones frecuentes de envenenamiento son: fatiga, náusea, cefalea, vértigo, mareo, sed, tos con esputo verde, dificultad para respirar, taquicardia, opresión torácica, angustia extrema sin alteración de la conciencia.
En los casos severos se presenta colapso cardíaco. El edema pulmonar es una causa común de muerte. En otros casos letales se desarrollan: arritmia ventricular, problemas de conducción y asistolia. Algunos autores han reportado presencia de miocarditis.
Se dice que el olor del gas es semejante a pescado podrido y el aliento del intoxicado es de tipo aliáceo.
La prioridad será evaluar, mantener y estabilizar las funciones vitales del paciente y determinar el déficit neurológico.
Las pruebas de laboratorio indicadas son las pruebas de funcionamiento renal, gases arteriales, electrolitos, Rx de tórax, y EKG.
La guía sugiere aplicar sulfato de magnesio para su tratamiento. También se puede administrar vasopresores como la dopamina cuando la presión arterial sistólica sea menor de 90 mmHg.
La administración de soluciones isotónicas intravenosas está contraindicada. Se deben administrar soluciones Ringer y expansores de volumen.
Informar la gravedad del evento
De igual forma, la guía precisa que la persona intoxicada (si está consciente) y sus familiares deben ser debidamente informados acerca de la gravedad del evento, haciendo énfasis en que el pronóstico y el éxito del tratamiento y control de los riesgos está relacionado con la calidad y la oportunidad de las informaciones que ellos aporten en relación a la intoxicación.
Otras formas de envenenamiento
Además de los controles en caso de intoxicación con fosfina, el texto de Salud Pública incluye pautas para otras sustancias como: cianuro, carmabatos (insecticidas contra hongos), herbicidas y organoclorados. A pesar de que estos fueron prohibidos por el decreto 217-1991, con el fin de impedir los efectos cancerígenos a largo plazo y sus depósitos en los tejidos grasos y su presencia en la leche materna.
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