Psicólogo afirma reacciones violentas están influenciadas por patrones familiares, valores y traumas
La realidad de cada persona se va construyendo a partir de su propia lógica
Factores como drogas y alcohol contribuyen a desatar comportamientos agresivos
La agresividad es una emoción, en mayor parte aprendida, experimentada de forma subjetiva y manifestada a los demás de forma rápida, espontánea y sin reflexión previa.
De acuerdo al psicólogo y terapeuta Ezequiel Martínez, la agresividad forma parte innata del ser humano, “es ese sentido de supervivencia que tenemos, esa capacidad para sobrevivir”, en cambio, “la violencia es intencional, es pensar en hacer daño u obrar con una actitud de venganza”.
“El cerebro está codificado para protegernos y esa agresividad nos ayuda, no solo a la supervivencia, sino a levantarnos de la cama, a ser competitivos, a ser buenos empleados, a trazarnos metas y alcanzar objetivos”, detalla Martínez.
Y es precisamente en el cerebro donde se separa la realidad de la intención. El especialista indica que la lógica nos lleva a intuir cómo sería la reacción de un ser humano, pero la realidad es ver qué pasa por la cabeza de esa persona.
Si una persona, por lo general, es reflexiva y tranquila, la lógica indica que de esa misma manera abordará los conflictos, pero si en una situación se ve ataca o acorralada, esa persona buscará protegerse o emprender la huida.
Martínez explica que en ese momento de tensión “hay pautas familiares que se reviven y se ponen de manifiesto en ciertos entornos sociales”.
“Cuando socializamos, nos comportamos de acuerdo al sistema que traemos de nuestra pauta familiar para solucionar situaciones o problemas. Ahí se evidencia el sistema de pensamientos, sistema de valores, predisposiciones y traumas”, detalló.
Las reacciones violentas también están asociadas al consumo de alcohol o sustancias prohibidas.
“El consumo nos limita la capacidad de reflexión y entonces se tiende a accionar de una manera violenta porque se nubla la razón”, sostuvo el entrevistado.
De igual manera, también incidirán las creencias, reglas o conductas que ponen al ego de manifiesto, como se observa, por ejemplo, en las conductas machistas.
“Tú percibes una situación, pero a esa percepción le das una connotación de acuerdo a tu sistema de valores”, recalca el terapeuta.
“Si veo que una persona se burla de mí, probablemente se rio porque le recordó algo de su niñez, no necesariamente de mí, todo puede ser una percepción errónea, pueden ser otras las opciones, puede haber miles de alternativas”, aclaró Martínez.
El especialista sugiere la meditación, la reflexión, asistir a terapia cognitiva-conductual y sistémica familiar, así como aprender a mantener una actitud positiva y optimista para evitar reaccionar de manera violenta ante imprevistos.
Caso Manuel Duncan
En el caso del animador Manuel Duncan, Ezequiel afirma haberlo conocido personalmente y tal como afirmó el comunicador Milton Cordero (Lechuga) le sorprendió la forma en cómo murió, “porque la lógica de su comportamiento no indicaba que era una persona violenta”.
“No éramos amigos, pero sí compartimos mucho y siempre que nos veíamos nos saludábamos afectivamente”, dijo el terapeuta.
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