Miguel Ángel Moratinos: “No podemos seguir gobernando el mundo con instituciones que reflejan prioridades de mitad del siglo XX”
La guerra en Europa ha sido un duro golpe para las Naciones Unidas y la diplomacia mundial. Esta es una conversación para tratar de entender el nuevo contexto
Miguel Ángel Moratinos es el Alto Representante de las Naciones Unidas para la Alianza de las Civilizaciones. Político, miembro del Partido Socialista Obrero Español y con una dilatada carrera diplomática, visitó el país a los pocos días de producirse la invasión de Ucrania.
—Rusia invadió un país vecino cuando ejercía la dirección del Consejo de Seguridad. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Constatar lo que es algo obvio: cada momento histórico necesita una organización y unos instrumentos diferentes según los cambios en relación con los actores políticos que estén presentes, con los asuntos que forman parte de la agenda internacional y la metodología de trabajo. No podemos seguir gobernando el mundo con instituciones que reflejan la prioridad y la manera de trabajar de comienzos o mitad del siglo XX. Es verdad que el año 1945 la comunidad internacional tuvo aprendizajes. En el siglo XX nos costaron dos guerras mundiales en los primeros 50 años y podíamos haber aprendido que tenemos que evitar una tercera guerra mundial .
—¿Qué lección hemos aprendido por ahora?
Señalar que lo que pasa en Ucrania y no se ha podido evitar es porque el Consejo de Seguridad (de la ONU) que se creó para garantizar la paz y la unidad... pues ha quedado de manifiesto que no podemos ser un sistema de seguridad colectiva que solamente permita a cinco miembros permanentes el derecho de veto sobre la paz y seguridad mundial.
—¿Eso puede cambiarse?
Es complicado. Si ya se sabía, la guerra de Ucrania ha demostrado que el presidente del consejo de seguridad, de la Federación Rusa, que es el país que ha llevado a cabo la invasión a un país de un estado miembro y que ha ejercido un derecho de veto ante la posición de los miembros permanentes y no permanentes del consejo, pues queda demostrado que tenemos que dar a este organismo, que es el directorio máximo para garantizar la paz y seguridad, la eficacia y capacidad de evitar este tipo de situaciones.
—¿Este es un punto de inflexión para la diplomacia?
Yo creo que es un turning point evidentemente. Estamos viviendo lo que no es una simple crisis local como podía haber sido en un conflicto territorial en el continente africano o Asia. Esto tiene una profundidad tal que va a llevar a un nuevo orden internacional. Quizás no inmediato, pero es un punto de inflexión para la reorganización del Consejo.
—¿Cómo ha sentido las relaciones entre República Dominicana y España?
“Una enorme satisfacción. Siempre he tenido con este país una relación privilegiada. Es verdad que todos mis periodos de gobierno, los intercambios de visitas habían sido modélicos pero he de constatar que han pasado más de 10 o 14 años y esa relación en un mundo de cambios no ha desaparecido sino que está cada vez mejor. La cercanía, la amistad profunda y auténtica, un respeto mutuo, la voluntad de trabajar en proyectos conjuntos está a la orden del dia. Yo creo que hay momentos complicados en la relación que vive el mundo actual donde se dictan esas responsabilidades en gestiones de distintas naturalezas y yo creo que tanto para dominicanos y españoles es una gran satisfacción.
—¿Qué poder de influencia tiene el Tribunal de La Haya para que Rusia acate una sentencia?
Hay que ser autocríticos, los que ejercemos la diplomacia debemos reconocer que esto ha fracasado hasta el momento. Hay que animar a que este proceso diplomático exista y persista para encontrar una salida de la crisis que vive Ucrania. Tenemos que constatar que los mecanismos persistentes y negociaciones bilaterales han sido incapaces de detener esta tragedia. La primera estrategia debe ser reinventar los organismos diplomáticos para encontrar una solución, porque al final, la intervención militar siempre concluye con acuerdos, siempre hay que poner punto final y cuanto más rápido mejor. Ahora mismo se deben pensar soluciones que garanticen la paz y la seguridad en el entorno europeo para dar una oportunidad a un pensamiento más profundo que se refiera a todos estos temas internacionales.
—¿Qué papel puede jugar aquí la Alianza para las Civilizaciones?
Lo primero es que el conflicto de Ucrania no es un choque de civilizaciones. No nos enfrentamos con una organización rusa y una organización occidental. Lo que existe es una nacionalismo ruso que protege sus intereses y que ha considerado que no había más remedio que llevar a cabo una invasión, militar pero que en definitiva viola los objetivos y principios de la carta de las Naciones Unidas.
Por lo tanto, todo lo que sea no respetar la integridad territorial de una nación tiene que ser condenada y creo que no hay justificación para no hacerlo. Otra cosa es encontrar las justificaciones que lo llevaron a esto y cuando se haga un acuerdo de paz que no sea una paz fría o superficial sino que garantice para el futuro una vida de prosperidad y paz para el pueblo ucraniano y entorno. Creo que eso es lo que nos tiene que movilizar y buscar soluciones complejas pero necesarias.
—Tiene gran experiencia en África. ¿Hay un un vacío de información sobre lo que ha pasado allá con el Covid?
Creo que hubo un gran temor al inicio de la pandemia por el grado de contagio del virus que prácticamente nos puso de rodillas a Asia y luego a Europa y América Latina. Con una capacidad de contagio super alta, todos creíamos que la situación en África sería caótica por la falta de recursos e instituciones para atender primariamente la medicina. Sin embargo, las cifras que llegaban seguían mostrando resistencia de poblaciones africanas. No sabemos si la propia situación inmunológica del continente y su capacidad de resistencia. Las propias políticas nacionales que no siempre se resaltan pero hay que aplaudir porque con sus limitaciones procuraron atender y reforzar las medidas de protección y aislamiento, lo suficientemente válidas para frenar una hecatombe. Pero dicho en general, su mayor reivindicación fue precisamente que la vacuna, no llegaba. El secretario general Antonio Guterres impulsó el programa Covax.
— En su etapa como ministro de exteriores de España le tocó enfrentar situaciones complicadas en ceuta y melilla, por las vallas colocadas allá para evitar la migración ilegal.
Las vallas no paran la llegada, las vallas pueden ser agentes disuasorios a corto plazo pero esto no soluciona los problemas migratorios. Tuvimos momentos difíciles en las verjas de Ceuta y Melilla pero hicimos política exterior e interior. Me explico, la migración es un tema de política interior y el ministro de Interior tiene que dar garantía de proteger la llegada de ciudadanos del exterior. Es decir, la gente viene de otros lugares. No entro en la situación de la República Dominicana, pero desde nuestro punto de vista, lo que nos funcionó fue una acción de política exterior, para evitar que el ministro de interior se viese confrontado a la necesidad de resolver esa situación compleja de una llegada elevada de migrantes al país.
—¿Cómo trabajaron?
El que migra viene de un país tercero, y a veces viene a través de un país de tránsito y llega a un país de destino. Por tanto, hay que tratar la globalidad de la secuencia migratoria para encontrar soluciones. No basta poner vallas, control marítimo, sino a raíz de los problemas, buscar soluciones. En el caso de España, fue un despliegue diplomático sustancial. Abrimos embajadas en el continente africano, oficinas de cooperación, programas de corresponsabilidad con los países de origen y tránsito. Conferencias de migración para responder estos desafíos que lógicamente provocaron la llegada de una migración irregular. Que lógicamente no era la bienvenida pues ponían en riesgo la vida de personas y al mismo tiempo creaba tensiones internas. Las vallas solo protegen momentáneamente pero al final si no es por ahí buscan otra entrada. Esta no es la solución.
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