Ventas caen en negocios de Pedernales por cierre de la frontera
La ausencia de inmigrantes disminuye algunas actividades comerciales
El muro sigue y los trabajadores de la construcción son repatriados
Nina Espinal ha visto cómo su negocio de repuestos de vehículos en Pedernales ha pasado de vender un promedio de 60 mil pesos diarios a sólo siete u ocho mil pesos desde que, el viernes, el Gobierno decidió cerrar la frontera.
La razón del declive es que su clientela no está sólo en la escasa población de la provincia con menos personas de toda la República Dominicana (34,375). El grueso de sus compradores vienen de Haití, compran al por mayor y exportan para revender allá, lo que implica un proceso en la oficina Aduanas del paso fronterizo para pagar los impuestos.
Empieza a preocuparle el pago de sus empleados, los cheques de cientos de miles de pesos entregados a sus acreedores y dos millones de pesos que tiene que buscar para la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) antes del 30 de diciembre.
Esta comerciante explica que la ayuda que el Gobierno ha prometido hasta ahora no ha pasado de reuniones y fotos, aunque han pasado cinco días del cierre.
Igual que ella, la ferretería de al lado cerró a las 4:00 de la tarde por la escasez de clientes, según indica. Allí las ventas de artículos para la pesca han caído.
William Rodríguez, por otro lado, ha notado que la actividad de su supermercado y surtidora ha bajado ligeramente, pero la situación es más dramática para su padre, Maximiliano Rodríguez, quien tiene un almacén en Haití y desde el viernes no le han dejado cruzar para abrirlo.
No pueden trabajar
Liset Peña, propietaria de un colmado, ha percibido una disminución de la cantidad de haitianos que venía a pie desde Haití para esperar en la esquina de su negocio, en la calle Libertad con Santo Domingo, el transporte empresarial que los lleva a los grandes proyectos de construcción de la zona.
Tienen miedo a volver luego de que el lunes fueron deportados.
Varias horas después de irse en el autobús, venían para atrás en otro, pero de la Dirección General de Migración Migración.
Los operativos para repatriar a los haitianos ciertamente han sido reforzados, como confirma Nibelin Novas Cuevas, coordinador general de los servicios migratorios de Pedernales.
Los indocumentados son dejados en libertad en la misma entrada del paso fronterizo oficial de Pedernales, donde los agentes se aseguran de que crucen el cauce seco del río Pedernales y entren a su país.
Novas Cuevas dice que el domingo deportaron a 66 personas y el lunes 54. Realizan uno o dos operativos diarios. Este funcionario asegura que ellos no realizan la denunciada práctica de retener a los ilegales y liberarlos a cambio de dinero.
"El personal de Migración aquí en Pedernales y, estoy seguro que las otras fronteras, no hace esa práctica porque tenemos la vigilancia muy activa para que no suceda eso y el que lo hace tendrá sus consecuencias", afirmó en su oficina en el mismo cruce fronterizo que conecta a Pedernales con Anse-a-Pietre.
Construcción de la verja perimetral sigue
Desde una playa de arena blanca, en la desembocadura del río Pedernales, comienza el largo terraplén de caliche blanco en medio del cual el Gobierno construye una verja perimetral.
Una torre vaciada en concreto termina la obra en la orilla del mar Caribe, donde un grupo de militares vigilan. Allí termina el río y el agua del mar se adentra un poco en el cauce totalmente seco.
Más arriba continúa la construcción de la pared por dominicanos y haitianos. En ambos lados, los ciudadanos haitianos son la mayoría en las calles como si no hubiera ninguna diferencia.
Por lo menos en los primeros kilómetros de la frontera desde el mar hay vigilancia de guardias cada cierta distancia, apostados por grupos bajo la sombra de una mata o al lado de cuartitos de zinc que han sido construidos para el propósito.
La presencia de periodistas los activa y empiezan a tomar fotos a cada uno de cara y carné, y a mandar notas de voz por el celular para informar a los superiores.
En el pueblo pululan agentes identificados como C-2 y vehículos militares.
En Pedernales haitianos y dominicanos conviven y, sobre todo, trabajan dependiendo los unos de los otros. Aunque muchos aplauden el cierre de la frontera, todo el que tiene un negocio, una construcción o se dedica al transporte ve preocupado que sus intereses son afectados.
El propio Gobierno los emplea para los proyectos turísticos: hoteles, puerto Cabo Rojo y aeropuerto.
Todos esperan una solución rápida al conflicto entre países por la construcción de un canal para desviar agua del río Masacre.
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