Obesidad, la otra epidemia de República Dominicana
El peso de un país mal alimentado
Cifras del Ministerio de Salud Pública indican que el 70.1 % de la población tiene sobrepeso, un 33.6% vive con obesidad
La balanza se resiente año tras año. El peso de una vida sedentaria y una alimentación inadecuada, por carencia de alimentos o por alto consumo de los menos aptos, hacen que la población dominicana sea cada vez más gorda.
En menos de 15 años, el país ha pasado de menos de un 25 % de su gente en sobrepeso, a más de un 70 %, según el último sondeo que hicieron las autoridades de Salud en 2021 y que, sin el rigor de un estudio científico, sirve de indicador de la necesidad de accionar frente a un problema que se agrava y acarrea diversos males, siendo la diabetes e hipertensión los más frecuentes.
Con causas documentadas en más de un informe y mucho más las consecuencias, incluso el costo económico del sobrepeso ha sido analizado, al país solo le resta aplicar medidas para que la balanza empiece a declinar.
Pero las acciones recomendadas aún no logran concretarse y República Dominicana vive el fracaso de metas planteadas, pese a la carga millonaria que implica el sobrepeso para el Estado.
Los datos
República Dominicana no logra detener su tendencia a engordar. El informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022”, que realiza la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), indica que República Dominicana pasó de un 24.5 % de su población adulta (mayores de 18 años) con obesidad en 2012, a un 27.9 % en 2016, más de tres puntos porcentuales.
Para el mismo periodo, la región de América Latina y el Caribe tuvo un ritmo de crecimiento menor al pasar del 22.2 % al 24.2 %, en el mismo renglón.
Sin embargo, durante la “Primera jornada nacional de hipertensión arterial: prevención de diabetes y obesidad”, que realizó el Ministerio de Salud Pública en los meses de mayo y junio de 2021, se encontró un porcentaje de obesidad de 33.6%.
La jornada la realizaron en 100 puntos a nivel nacional y abarcó un total de 7,949 personas, a las que se les hizo registro sobre su índice de masa corporal, hábitos de salud y antecedentes de enfermedades.
Para el caso específico de masa corporal, se tomaron datos de 6,514 adultos, de los que el 36.5 % tenía sobrepeso. Ese porcentaje, sumado al 33.6 % que estaba en obesidad, lleva a un 70.1% del total en sobrepeso-obesidad.
En la jornada también se encontró que el 36.1 % sufre de hipertensión, el 14.2 % de diabetes y 11.4 % de colesterol elevado.
Nelson Martínez, director de Investigación de Salud Pública, explica que, si bien la jornada no tiene el rigor de un estudio, sí es un buen indicador de lo que ocurre en toda la población.
Dice que a esas jornadas acude, mayormente, gente con algún padecimiento, pero también van personas que no tienen una condición y que solo quieren evaluarse. Eso, más el hecho de que sea a nivel nacional y de que algunos de los resultados se asemejen a los de otros estudios realizados en el país, le llevan a valorar el aporte de los datos como muy aproximados a la realidad.
Además, lo “alarmante de los datos encontrados”, los mueve a planificar un estudio nacional y ya tienen previsto realizar este año una Encuesta Nacional de Salud, que medirá con más rigor el sobrepeso.
La obesidad en adultos está aumentando en todas las regiones, asegura la FAO. A nivel mundial pasó de 11.8 % en 2012 a 13.1 % en 2016. En números enteros, pasó de 343,1 millones en 2000 a unos 675,7 millones en 2016.
Niños mal alimentados y sedentarios
El sobrepeso también se está manifestando con tendencia al alza en la niñez. El “Estudio sobre el estado nutricional de los escolares beneficiarios del Programa de Alimentación Escolar en la República Dominicana en el Año escolar 2021-2022”, realizado por Salud Pública en colaboración con el Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil (Inabie), encontró que el 31 % de esa población tenía sobrepeso.
También reflejó factores preocupantes para los especialistas de la salud, pues solo el 6.1% de los estudiantes consultados realiza el ejercicio físico sugerido (una hora diaria) por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 44.61% de ellos tiene una calidad de la dieta poco saludable, mientras otro 55.35 % debe hacer cambios (mejorar) en su dieta.
El documento plantea que “la frecuencia de consumo ideal para cereales, verduras, frutas y leche es diaria”, pero el estudio determinó que solo el 33.7% tiene una ingesta diaria de cereales, 9.9% en verduras, 17.6% frutas y 30.5% leche. En cambio, aunque lo ideal es que no haya consumo de dulces, embutidos y refrescos, los hallazgos muestran que el 22.1 % ingiere embutidos a diario y el 41. 6 % lo hace tres veces o más por semana; el 24.8 consume refrescos a diario y el 25.2 % tres veces o más a la semana. Dulces diariamente lo consume el 26.9%.
Para el estudio, primero en el país para esa población, se seleccionaron 53 centros educativos y abarcó a 6,826 estudiantes (54.9 % femeninas), entre 5 y 18 años.
Entre los menores de cinco años, la situación de sobrepeso se refleja en los datos que compila la FAO. Para 2012, el porcentaje de niños y niñas menores de cinco años con sobrepeso era de 7.8 y en 2020 de 7.6.
Fracaso en metas nacionales
Las cifras nacionales del sobrepeso muestran el fracaso de algunas metas planteadas en el Plan Nacional para la Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional 2019-2022, que se fijó lograr al 2022, una prevalencia de sobrepeso en la población adulta, mayores de 18 años, de 28.0 % y que el sobrepeso y obesidad en menores de 5 años fuese de 7.3 %.
Dicho Plan, que expone la preocupación gubernamental por el aumento de libras en la población, parte, entre otras cosas y más allá de la disponibilidad y acceso a los alimentos, de que la seguridad alimentaria y nutricional aboga también por la forma adecuada en que el cuerpo aprovecha los diversos nutrientes presentes en los alimentos.
Entre sus pilares, plantea no solo la insuficiencia alimentaria que genera desnutrición, sino “la ingesta inadecuada de alimentos con alto contenido de azúcar, grasa y sal, lo que ocasiona problemas nutricionales distintos a la desnutrición, como es el sobrepeso y la obesidad”.
Por eso pone entre sus múltiples estrategias de acción la información y educación alimentaria integral a todos los niveles, con el objetivo de desarrollar conocimientos y capacidades en los actores nacionales y locales en los temas de alimentación y nutrición, que promuevan la actividad física y hábitos alimenticios saludables.
También el incluir la temática en el currículo educativo e implementar una política de alimentación escolar sostenible que promueva la inclusión de alimentos frescos, saludables e inocuos.
Regular el mercado
Controlar el sobrepeso requerirá otras políticas nacionales que vayan más allá de la capacitación.
En 2019, la Organización Panamericana de la Salud, el Gobierno de Japón y el Banco Mundial realizaron el estudio “El impacto del precio en el consumo de bebidas azucaradas en la República Dominicana”, en el que plantea lo deseable que sería gravar las bebidas azucaradas en el país.
Parte de que “la evidencia científica acerca de los efectos nocivos que tiene el consumo de bebidas azucaradas para la salud humana es cada vez mayor y menos controvertible. En el caso de la República Dominicana, el consumo de bebidas azucaradas por habitante coincide con un aumento importante en la prevalencia de obesidad y sobrepeso, tanto en niños como adultos”.
Dietas variadas y balanceada entre la cantidad que se ingiere y la que se quema.
Consumo de frutas y vegetales. Unas cinco porciones, tres de vegetales y dos frutas, diariamente.
Ingerir fuentes de proteínas tomando en consideración la preparación de los alimentos, y usando métodos que requieran menos grasas.
Limitar el consumo de embutidos, debido a su alto contenido de grasa y sal.
Descanso diario de por lo menos 6 horas.
Consumo de agua, ocho vasos de agua al día.
Reducir el consumo de azúcar y sal. No más de una cucharadita de sal por día.
En el estudio se simulan el comportamiento del consumo de dichas bebidas en función de la aplicación de impuestos específicos. Calcula que un incremento en el precio de las bebidas azucaradas de un 10%, generaría una disminución en su consumo de 8,41%, si se mantiene constante todo lo demás. En tanto, señala que un incremento del gasto de los hogares de un 10%, daría lugar a un aumento del consumo de bebidas azucaradas de 11,67%.
Los organismos señalan que en la República Dominicana no hay ningún impuesto vigente específico a las bebidas azucaradas. Pero tampoco se avista uno en lo inmediato. Iniciativas de leyes presentadas al Congreso con esos fines, han quedado en el limbo.
En noviembre de 2020, el diputado de La Altagracia Hamlet Amado Melo, entonces por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), presentó a la Cámara de Diputados un proyecto de Ley para regular la producción y comercialización de las bebidas azucaradas, edulcoradas, carbonatadas y energizantes, a fin de reducir su impacto en la salud de los dominicanos.
La iniciativa plantea, entre otros aspectos, la imposición de un 20 % de impuestos a esas bebidas y prohibir su publicidad radial o televisiva en horario de 6:00 de la mañana a 9:00 de la noche en días laborables y de 7:00 de la mañana a 10:00 de la noche los fines de semana y días feriados.
La publicidad tendría que llevar una nota final que diga que el consumo de esos productos puede causar diabetes, hipertensión o cáncer. También busca prohibir la venta de las referidas bebidas a menores de 16 años, así como en escuelas e instituciones educativas, públicas o privadas, destinadas a menores de 18 años.
Pero la ley ha perimido tres veces desde que fue introducida. Igual suerte corrió otra iniciativa que en 2021 presentó el diputado Juan Julio Campos, del PLD, que tiene la finalidad de prohibir la venta de bebidas gaseosas y de alta azúcar en las instituciones educativas dominicanas.
Los pendientes de Salud Pública
Desde el Ministerio de Salud Pública, como rector de la política nutricional del país, su directora de Nutrición, Patricia Grullón, asegura que el tema del sobrepeso es una prioridad.
Refiere los planes que se ejecutan en la actualidad, pero aclarando que, aunque es tema de salud, requiere la intervención de muchas otras instituciones.
Las jornadas de salud nacional, las rutas de salud provinciales es lo primero que menciona, seguido del estudio escolar realizado junto al Inabie. Dicho estudio sirvió de prueba para retirar los néctares del programa de alimentación escolar, debido a que su alto contenido de azúcar favorece la obesidad en los niños.
Ahora están en proceso de incluir frutas frescas en el programa alimenticio. “Aunque no podemos establecer causalidad, sí podemos inferir que la dieta está contribuyendo al sobrepeso y obesidad”, dice Grullón.
En las 53 escuelas del estudio trabajan la promoción de alimentación saludable, lo que luego extenderán a todos los planteles.
Pero todavía no logran trabajar en el entorno alimentario escolar que, de acuerdo con la OMS, debe ser desprovisto de establecimientos que expendan alimentos pocos aptos, como las bebidas azucaradas y golosinas.
A sus 53 años de edad, el peso de Ramona Comprés es de 293 libras y el impacto de esas libras en su cuerpo se ha dejado sentir con contundencia.A nivel social, se ha sentido discriminada y humillada, sobre todo en el transporte. No es solo que le pidan dos pasajes que ella está dispuesta a pagar, sino la forma en cómo se lo exigen, que la ha hecho llorar más de una vez.En el terreno laboral, de nada ha servido su título de licenciada en Informática o los cursos y talleres de especialización realizados, nunca logró que le dieran un trabajo en su área.También sufre su salud. Tiene artrosis en ambas rodillas, hernia discal lumbar, insuficiencia venosa profunda en ambas piernas y hemorroides. Se queja de dolores constantemente y se cansa.Cargar con sobrepeso, también tiene un alto costo para el Estado. Un estudio realizado en 2019 por varias agencias estatales y organismos internacionales sobre “El costo de la doble carga de la malnutrición”, estimó los principales efectos sociales y económicos asociados al sobrepeso y la obesidad. “El costo total para el sistema público de salud en 2017, dada la carga de diabetes e hipertensión, ascendió a 1 127,6 millones de dólares. Esto equivale al 88,8% del gasto social en salud”. “Los costos por pérdida de productividad potencial debido al ausentismo laboral relacionado a la carga de enfermedad y a las muertes prematuras atribuibles a la obesidad alcanzó a 45,3 millones de dólares en 2017, lo que es equivalente a un 0,06% del PIB de ese año”, dice el documento.
En el país no hay datos de cuántos establecimientos existen dentro o cercanos a centros educativos públicos o privados.
“Precisamente ahora, nosotros estamos en proceso de planificar el levantamiento de esos datos. Se supone que en las escuelas públicas no debe haber cafeterías, pero sabemos que, si tal vez no están dentro, en las afueras aparece un señor vendiendo empanadas, esto, lo otro… y de los privados no tenemos información, pero sabemos que tienen cafeterías”, señala la especialista.
A nivel de salud, se prevé implementar la vigilancia de estados nutricional en 80 centros de servicio de atención, de manera sistemática, para menores de cinco años y embarazadas.
Salud Pública también promueve la lactancia exclusiva hasta los seis meses en infantes y la no ingesta de azúcar o sal, hasta los primeros 12 meses de vida, porque los niños así alimentados tendrían menos probabilidades de desarrollar sobrepeso.
A través de sus redes sociales el Ministerio publica los Jueves de nutrición, y actualmente la dirección de Nutrición trabaja en actualizar las guías alimentarias basadas en alimentos (Gabas) existentes (desde 2009), con las que orienta a la población mediante charlas y talleres en escuelas, universidades, sociedades especializadas u otros ministerios.
Pero Grullón reconoce que el alcance de la promoción que realizan de la alimentación saludable no logra competir con la publicidad que despliega la industria de alimentos procesados.
Aspira a una estrategia de comunicación que permita llevar la información de forma masiva. “Obviamente, no competiremos con los fondos que tiene la industria para colocar vallas, pero estamos trabajando para ello”.
La falta de conocimiento sobre qué y cómo comer es la primera causa que menciona Neftalí Rodríguez al hablar de su obesidad. Él comía descontrolado, a veces por ansiedad. A sus 30 años y con 6 pies de estatura, su peso corporal es de 350 libras, llegó a tener 380. Su problema de obesidad empezó desde pequeño, lo que le hizo blanco de las burlas de sus compañeros de escuela, le generó vergüenza en su juventud, pues nunca encontraba ropa al gusto de su talla y, ahora que es adulto, le dificulta ejercer su profesión de músico. Es pianista y tocar, de pie o sentado, le genera incomodidad cuando la jornada es larga. Además, padece apnea de sueño (interrupción de la respiración) y se cansa con facilidad.Neftalí sabe que su obesidad, además de un factor hereditario, se genera en lo que comía. “Era de los que comía comida chatarra, siempre mucha cantidad. Ligaba mucho, pues no tenía conocimiento de lo que tenía que comer”. Cuenta que se comía cinco huevos revueltos con queso y jamón, más cuatro o cinco panes. Acude a un médico que le guía en la alimentación, solo consume un pan y se acostumbra a comer frutas y vegetales. Su meta es bajar a 215 libras como peso ideal. “Al dominicano se le debe educar que no es comer mucho o poco, sino comer lo que tu cuerpo necesita y tener autocontrol. No excederse”, exhorta.
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