La hazaña de Kamal: de una barriada india al Ballet Nacional de Reino Unido
Indira Guerrero
Nueva Delhi, 16 dic (EFE).- La historia del joven indio Kamal Singh parece traída de un guión de un musical de Bollywood: de orígenes muy humildes, descubrió el ballet con 17 años y sus dotes naturales para la danza y la visión de un profesor argentino le han llevado hasta la Escuela del Ballet Nacional de Reino Unido.
Una tarde de 2016, sin saber qué era el ballet o la música clásica, Noddy, como le llaman sus amigos, se presentó en el Ballet Imperial Fernando, la escuela de la compañía de ballet más prestigiosa de Nueva Delhi, tras conseguir su dirección en internet.
Había visto la película de Bollywood 'Cualquiera puede bailar', plagada de bailes al más puro estilo indio, y se acercó a esa escuela que, aunque él no lo sabía, dirigía el mismo maestro que en la cinta: el argentino Fernando Aguilera.
Pero cuando Kamal se presentó con sus 17 años, el profesor frenó su entusiasmo: 'Lo siento, pero para ser bailarín es muy tarde', recuerda cuatro años después a Efe Aguilera, mientras revisa su teléfono para leer los mensajes que Noddy le escribe desde Londres.
UN JOVEN PRODIGIO
Sin embargo ese iba a ser el día de Kamal. El maestro Aguilera, un veterano bailarín del Teatro Colón de Buenos Aires, invitó al joven a tomar la clase de prueba para que no perdiera la visita. Y fue entonces cuando estalló la magia.
'Comenzamos los ejercicios en el piso y dije 'tenemos que extender las piernas un poco', y él se abrió', y Aguilera estira sus brazos en un ángulo de 180 grados para ilustrar cómo Noddy logró esa tarde hacer movimientos que requieren una década de entrenamiento.
En esa misma clase, el innato bailarín dobló los dedos de sus pies hasta tocar el suelo solo con las puntas.
'Su rotación era impresionante, la flexibilidad, su musculatura, era como si fuera de goma, y dije '¡guau!, a mí me tomó años alcanzar esa flexibilidad'. El ya la tenía, ya tenía su postura natural, ya estaba tan elegante como un príncipe, así que dije: 'bueno, de acá no te vas'', rememora el maestro en los salones en los que aprendió Kamal y donde ahora hay pósteres con su imagen.
'Era como si hubiera hecho ballet toda su vida', añade.
Aquel día el maestro no fue el único sorprendido, con un Kamal 'emocionado' al encontrarse frente al personaje de la película.
Sin embargo, en esa primera clase 'fui a la barra sintiéndome un poco raro porque nunca había escuchado música de piano, y nunca había hecho ballet, así que me aburrí un poco', reconoce Kamal en una entrevista virtual con Efe desde su habitación en Londres, donde comenzó recientemente en la Escuela del Ballet Nacional británico.
'Pero después de que el maestro Fernando puso los ejercicios en el centro, con muchas combinaciones de giros y saltos, entonces dije 'estoy bailando'', cuenta Kamal, que ahora, al igual que su maestro, baila influenciado por la vaganova, el estilo zarista imperial evolucionado al calor de la Revolución Rusa.
Kamal también habla con soltura de Farukh Ruzimatov, Rudolf Nureyev e Ivan Vasiliev, los tres icónicos bailarines que lo inspiran, algo que contrasta con las risas que generaba no hace mucho entre sus amigos cuando se paseaba con las mallas de entrenamiento.
ROMPIENDO BARRERAS
Al desconocimiento inicial del ballet y a su edad, se sumaron otros obstáculos.
'El primer día el maestro me preguntó '¿quieres ser bailarín de ballet?' Y le dije 'sí señor, pero señor, no puedo pagar'', explica este hijo de un conductor de 'rickshaw', el tradicional taxi indio de tres ruedas, con un salario que no supera los pocos dólares al día.
Pero, sabedor del diamante en bruto con el que se había topado, el maestro argentino convenció primero al padre de Kamal para que le permitiese acudir a las clases prometiéndole que su hijo triunfaría, y después financió él mismo la carrera del joven.
Esos orígenes humildes no escapan a la vivienda familiar de Kamal en una barriada de Nueva Delhi, formada por un estrecho salón dividido por media pared y amueblado con una cama y un pequeño televisor sobre el que reposa la figura de un cisne sobre un lago de cristal, en honor al joven.
'Estamos felices y sorprendidos por la flexibilidad y sus movimientos corporales (...) Ahora nos gusta, pero al principio el baile solía parecerme muy raro', reconoce a Efe su padre, Karnail Singh, sentado en el salón.
Esa falta de recursos se volvió a interponer en el futuro de Kamal cuando al anuncio de que había sido aceptado en la exclusiva escuela del Ballet Nacional en Londres le acompañó la necesidad de pagar el gasto de matrícula y estancia, que ascendía a la inalcanzable cifra de 20.000 libras (unos 26.000 dólares).
Pero esta vez fueron algunas de las estrellas del firmamento de Bollywood las que acudieron en su ayuda, impulsando una campaña 'online' que financió con éxito el viaje de Kamal, lo que le convertía además en el primer indio en ser admitido en la prestigiosa escuela.
'Mi sueño se ha hecho realidad (...) Nunca pensé que podría ser bailarín de ballet', cuenta emocionado. EFE
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