Con un 25% de empleo formal perdido... el tiempo corre en contra
Esta historia es parte del especial “El empleo en pandemia” de Diario Libre, realizado por Tania Molina, Suhelis Tejero y Edwin Ruiz. Puedes leer las demás historias en los siguientes enlaces: Teletrabajo, las reglas para la nueva jornada / La mano de obra barata: “motor del crecimiento” de la economía dominicana / Código Laboral: entre la aventura y la necesidad en un mundo en pandemia y Mercado de trabajo bajo COVID-19
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María Victoria Fazio es especialista senior en Mercados Laborales y Seguridad Social del Banco Interamericano de Desarrollo.
El empleo y las reformas de la seguridad social de la región son dos de sus focos de interés en investigación. ¿Cómo ha afectado el COVID-19 al empleo en República Dominicana? ¿Cómo y cuándo saldremos de este bache? Las respuestas en esta entrevista que concedió a Diario Libre que son parte del especial “El empleo en Pandemia”.
—El empleo informal ¿es un desempleo maquillado?
El empleo informal, es decir, el empleo generado sin beneficios de la seguridad social, que domina el mercado laboral en República Dominicana, es un problema crónico, que genera un círculo vicioso, tanto social como económico.
Frente a la falta de empleo formal y el desempleo, el sector informal se convierte en la única opción de ingresos y la informalidad es vista como una fuente generadora de empleo. Sin embargo, más que un desempleo maquillado, se convierte en un empleo, pero sin las coberturas que ofrece el sistema de seguridad social para personas que trabajan formalmente. Sin estas coberturas, como hemos visto durante la pandemia, los trabajadores no están cubiertos frente a los riesgos de salud, pérdida de empleo, y no tendrán una pensión al momento de la vejez, generando inestabilidad para sus familias y mayor dependencia de la asistencia social para su sustento básico.
—Desempleo de los jóvenes, desempleo a partir de los 45-50 años... ¿Cuál debe combatirse prioritariamente?
Los dos grupos son importantes y pueden apoyarse simultáneamente con distintas políticas para su formación, recalificación e intermediación laboral en un marco de políticas de generación de empleo productivo.
Tradicionalmente, en República Dominicana es crucial apoyar a los jóvenes desempleados, quienes están más expuestos a conductas riesgosas y requieren de apoyo en su formación para comenzar una trayectoria y formación laboral. Sin embargo, el grupo de 45-50 está generando cada vez más atención en la región, dado que es un grupo con mayor riesgo de desempleo que en el pasado, debido a la aceleración del cambio tecnológico en los últimos años y a la exponencial aceleración de los trabajos que requieren habilidades digitales que se agudizó durante la pandemia. Volviendo al tema del aseguramiento social, la seguridad social es todavía muy baja de cobertura en RD, y los cambios demográficos han aumentado la esperanza de vida, por lo que es importante para las personas de 45 y más poder tener un empleo con aseguramiento social para poder llegar a la edad de retiro con una pensión digna.
—Esta pandemia ¿cuánto ha hecho crecer el desempleo en República Dominicana? ¿En la región?
Tanto en la región como en RD, el desempleo ha aumentado ante el paro abrupto de la actividad económica, necesario para contener la pandemia. Las cifras definitivas aun no se conocen, pero las estimaciones y proyecciones muestran escenarios de fuertes pérdidas de empleo, tanto formal como informal.
Para la región, según datos publicados por el Observatorio Laboral COVID-19, apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo, sólo tomando las estadísticas de las encuestas de hogares de siete países de la región, se registran al menos 28 millones de empleos perdidos (formales e informales). Los trabajadores informales de bajos ingresos, los jóvenes y las mujeres son los más afectados. Además, las zonas urbanas han sido más afectadas que las rurales.
Los datos para RD presentados en el Observatorio Laboral COVID-19 son estimaciones basadas en datos administrativos de las cotizaciones a la Seguridad Social publicados por la SIPEN. Solo considerando el empleo formal, se estiman pérdidas de alrededor de 25 % del empleo formal, y si se consideran las pérdidas totales de empleos formales e informales, se estima pérdida de 28 % de los empleos, equivalente a 1.3 millones de personas sin una fuente de ingreso laboral.
La respuesta final sobre cuántos empleos se habrá perdido durante la pandemia dependerán de cuántos trabajadores puedan volver a sus puestos de trabajo una vez se pueda reabrir la economía, de manera segura y saludable, para la fuerza laboral, y cuántos trabajadores puedan retomar su actividad laboral posterior a recibir los distintos subsidios a trabajadores formales e informales.
Antes del COVID-19, la región tenía problemas estructurales de empleo: alta informalidad, baja productividad laboral y grandes desigualdades entre diferentes grupos poblacionales. Después del COVID-19, las buenas oportunidades de empleo se volverán más raras, por lo cual existe una amenaza real de un incremento en la desigualdad en el mercado laboral, junto a una lenta recuperación del empleo para una gran parte de la población.
—¿Cuál es su opinión sobre las retiradas de los ahorros de los fondos de pensiones en algunos países y del proyecto que se discute en República Dominicana?
El retiro de ahorros de fondos de pensiones es una medida que va en contra de la naturaleza de aseguramiento frente a la vejez de los trabajadores y posterga la emergencia para el grupo de personas que han contribuido al ahorro de una pensión. En contextos como el actual, la opción de anticipar fondos debería ser un último recurso, pues significa, en un contexto de recesión, cuantiosas pérdidas para los afiliados, al tener que vender activos en mercados a la baja y muy volátiles. También afectaría a la capacidad de financiación de los Estados, a los que los fondos de pensiones suelen financiar.
Y en aquellos casos en los que sea inevitable acceder a los fondos por escasez de recursos, esto debe realizarse siguiendo unos principios de diseño e implementación muy rigurosos, para mitigar pérdidas en las pensiones futuras.
Una de las principales lecciones aprendidas de la pandemia, para el caso de República Dominicana, ha sido observar lo costoso que es para todos los ciudadanos y para el Estado no contar con mecanismos de aseguramiento social ante una emergencia. La protección frente a los riesgos de salud, desempleo, vejez, se deben diseñar para cubrir a todas las personas, independientemente de dónde trabajen (formal o informalmente) o si están desempleados. La ausencia de cobertura frente a estos riesgos, como la falta de un seguro de desempleo, hace que, en situaciones de emergencia, no haya mecanismos establecidos para poder mantener un mínimo de ingresos y de cobertura de salud. La falta de previsión de un sistema de aseguramiento social genera fallas y costos para trabajadores, empresas, Estado, para todos, y dependencia de recursos de emergencia –poco sostenibles. Posterior a la pandemia, el país está llegando al consenso colectivo de que necesita una transformación en su sistema de seguridad social para proteger a sus trabajadores, con un aseguramiento social que responda a la naturaleza actual del mercado laboral, con menos distorsiones, más cobertura y sostenibilidad del sistema.
—Si en República Dominicana los bancos, los supermercados, las escuelas y universidades, los consultorios médicos tienen en su nómina a una mayoría de mujeres... ¿dónde están trabajando los hombres? ¿No es esta otra brecha de la que deberíamos ocuparnos?
Lo importante es que tanto hombres como mujeres tengan el mismo acceso a oportunidades laborales y de formación para el trabajo en igualdad de condiciones en todos los sectores de la economía. Si existe alguna brecha evidente que impida o limite la inserción laboral de los hombres, estas brechas también deben abordarse. Por ejemplo, en algunos países del Caribe inglés existe una tendencia al abandono muy temprano de los jóvenes en las escuelas; y este es un tema que el BID ha destacado que debe abordarse porque limita la oportunidad de acceso a oportunidades laborales para los hombres, por no cumplir con niveles de educación para el trabajo mínimo.
—¿Y la salarial, se va cerrando?
La brecha no se ha cerrado y es una de las más grandes de la región (y con COVID incrementará) y por eso es que desde el BID se está apoyando al Gobierno a implementar la Iniciativa de Paridad de Género (IPG) y contribuir al cierre de las brechas existentes en materia de género en RD.
Algunos datos: República Dominicana posee una de las tasas de participación laboral femenina más bajas de América Latina con un 47.4 % de las mujeres participando frente a 69.2 % de los hombres en comparación con un 50.2% de participación laboral femenina a nivel regional. Una vez ocupadas, las mujeres dominicanas reciben un 22 %2 menos de ingresos que los hombres. Además, es más frecuente que trabajen en sectores de baja productividad. A nivel de liderazgo, en el sector privado, solo 21 % de las empresas cuentan con una mujer como gerente general. En el sector público, en enero de 2020, República Dominicana ocupaba el puesto número 107 de 190 países al tener apenas 17.4 % de mujeres en posición ministeriales o superiores.
—¿Qué medidas no asistencialistas son las más efectivas en este momento para recuperar el empleo?
Al momento, luego de casi seis meses de confinamiento y luego de meses de políticas de emergencia para paliar las pérdidas generadas por falta de un ingreso laboral, es importante avanzar en distintos frentes: 1) por un lado, mientras no haya una vacuna o una cura, seguir invirtiendo en medidas para asegurar una estrategia gradual y segura en cuanto a la reapertura de la economía; 2) por otra, aplicar inteligencia de mercado: preguntarse ¿qué sectores sí tienen demanda en esta nueva normalidad? ¿Qué bienes, servicios, puede generar el país para ir controlando la emergencia sanitaria? ¿Qué habilidades de la fuerza laboral se necesitan como parte de esa estrategia productiva? 3) Repensar cuáles son los sectores económicos que van a generar mayor valor agregado en esta nueva normalidad, cómo hacer el crecimiento de esos sectores más inclusivo? 4) Apoyar la creación de oportunidades de formación y empleo productivo en esos sectores; 5) Pensar ¿cómo puede la transformación digital ser parte de la solución para generar más empleos, ¿tanto locales como de manera remota a través de plataformas globales donde se demandan habilidades digitales? ¿Cómo seguir promoviendo el desarrollo de habilidades digitales y del teletrabajo para contener la pandemia, y promover nuevas maneras de generación de ingresos? ¿Cómo aumentar el acceso a conectividad? 6) Definir el marco regulatorio para la naturaleza actual del mercado laboral y la necesidad de generar fuentes de ingresos, que permita generar oportunidades de empleos, de formación y aseguramiento social para los trabajadores?
—¿Qué opina de los programas que se han adoptado en la mayoría de los países para ayudar a las empresas a sostener el empleo? ¿Hasta cuándo deben durar?
Programas como FASE, de subsidio al empleo formal, para evitar la pérdida definitiva del empleo, fueron la herramienta más utilizada en varios países dentro y fuera de la región para salvaguardar las fuentes de empleo y mantener el nivel de ingreso de un grupo de trabajadores formales ante el paro súbito de actividades económicas ocasionado por las medidas de prevención del brote de COVID. Empero, son programas planteados sólo para cubrir la emergencia, y generan una dependencia no sostenible desde el punto de vista fiscal.
Para el caso de RD, y a medida que el avance de la reapertura de la economía lleve su curso según criterios epidemiológicos, va a ser fundamental analizar las posibilidades de reinserción en su empleo de los beneficiarios del programa FASE, a medida que avanza la reapertura, y para el caso de trabajadores con alto riesgo de perder el empleo, desarrollar estrategias de formación para el trabajo e intermediación laboral que permitan potenciar la oportunidad de reincorporación al empleo productivo para esos trabajadores. La clave estará en pensar cómo generar una transición de los programas de emergencias a un modelo de apoyo sostenible y productivo para trabajadores, empleadores y para el país.
—¿Cómo va a cambiar el mercado salarial el teletrabajo? ¿Hay ya estudios sobre el tema?
Hay teorías que dicen que el mercado salarial va a cambiar, pero no hay estudios sobre el tema para la región. En definitiva, el nivel salarial dependerá del tipo de trabajos que puedan desarrollarse de manera remota aprovechando las nuevas tecnologías y el trabajo a distancia, el teletrabajo.
Es importante mencionar que sí se conocen los beneficios del teletrabajo, que en muchos casos puede compensar si existen pérdidas salariales- sobre todo en el contexto actual donde ha permitido mantener el flujo de ingresos para un conjunto de la población -, y encontrar nuevas maneras de trabajar.
—¿Podemos hablar de una recuperación para finales de 2021?
La recuperación en RD y a nivel global dependerá de factores complejos y en primera instancia, de cómo avance el desarrollo y la distribución de una vacuna contra el COVID-19, sobre todo en sectores económicos altamente dependientes de la demanda externa, como el caso del sector turismo.
Entretanto, los escenarios que pueden contribuir a la resiliencia y posterior recuperación del país para finales de 2021 dependerán de factores como: 1) el avance de la reapertura segura y la contención de los contagios, 2) el fortalecimiento de sectores productivos (la demanda de trabajo), 3) la generación de oportunidades de formación y generación de ingresos laborales para más trabajadores en los sectores donde trabajar sea seguro.
A medida que pueda aumentar la demanda interna de bienes y servicios, podrán ir recuperándose más sectores de la economía. Esperamos que, a fines de 2021, con nuevas políticas para generar nuevos mercados, nuevos empleos y habiendo aprendido de las lecciones y experiencia de países que lograron resiliencia en 2020, se pueda tener una perspectiva mucho más positiva que la que podemos anticipar hoy en día.