El dominicano promedio es un adulto de casi 29 años
Preocupa que el país no adopte las previsiones necesarias para una población que envejece rápidamente
Todavía es joven pero la población dominicana envejece. A la fecha, la edad promedio del país es de 28.80 años y en apenas unos meses, para 2024, cumplirá los 29. Esto basado en las proyecciones de población que hace la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) que explica su estimación en la baja que experimentan la tasa de natalidad y mortalidad nacional y en el aumento de la esperanza de vida de los dominicanos.
En 2020 la población era un año menor, con una edad promedio de 27.83 y para el año 2030 ya habrá entrado a los 31, lo que evidencia un rápido ritmo de envejecimiento para el que el país no parece estar preparándose adecuadamente y que avisa de un fuerte drama social si no se le presta atención.
¿Cómo llegamos a esa edad? La ecuación parece sencilla. Baja la tasa de natalidad y aumenta el número de envejecientes.
Las estimaciones y proyecciones que hace la ONE muestran que para 1950, hace 73 años, los que tenían de 65 años en adelante totalizaban 57,735 personas, igual al 2.44 % del total de habitantes, que era de 2.3 millones. Los de 0 a 19 años eran 1,333, 611 personas, igual al 56.39 %, mientras los de 20 a 64 sumaban 966,137, para el 40.85 %.
En cincuenta años, las proporciones cambiaron y los que tenían de 0 a 19 eran el 45 %, los de 20 a 64 años estaban en 40.16 % y los mayores de 65 ya representaban el 4 .90 %.
La tendencia sigue y la cosecha de infantes que acumuló el país esos años se agota. A 2030 se proyecta que los que tengan menos de 19 años bajen a un 32 %, mientras que los de más de 65 años serán el 6.44 % de la población total.
Un país en transición
Carlos Hernández, encargado del Departamento de Estadísticas Demográficas y Sociales de la ONE, señala que República Dominicana vive en la actualidad una transición demográfica. Esto es, un estadio en el que se pasa de una alta tasa de mortalidad y fecundidad a niveles mucho más bajos en ambos indicadores.
- “Y con una esperanza de vida que también va en aumento, debido a las mejoras en las condiciones de vida, la población llega a unos niveles de edad más elevados. Se va acumulando un stock de población adulta porque ya no muere tan joven”.
En 1950 la tasa de fecundidad era de 7.6, es decir, siete u ocho hijos en promedio por mujer, y la tasa de natalidad alcanzaba los 54.4 por cada mil habitantes, mientras la de mortalidad era de 20.54.
Para el quinquenio actual, que va del 2020 al 2025, la tasa global de fecundidad es de 2.18, mientras la tasa de natalidad descendió a 17.8 y la de mortalidad a 6.45 por cada mil habitantes.
Hernández advierte que el país ya está muy cerca de lo que los demógrafos llaman la tasa de sustitución, que se da cuando las parejas tienen solo los dos hijos y en la cual, la cantidad de población de un país se mantiene estable.
“En ese periodo antes del año 2000, digamos entre el 60 y el 80, nacieron muchas personas, pero esas personas llegaron a los 15 años y llegó un volumen muy alto de población joven que comenzaron su edad reproductiva. Al ser muchos, aunque baje la tasa fecundidad, siguen naciendo muchos”, dice.
Mientras, la curva se va nivelando y el país se acerca a esa tasa de fecundidad que permite de que la población no decrezca, sino que se mantenga en un nivel.
República Dominicana todavía sigue creciendo, pero lento, y se estima que frene para 2070, cuando tendría el mayor volumen de población, proyectada en unos 12.7 millones de habitantes.
El bono demográfico
Con la mayoría de sus habitantes en edad productiva, el país disfruta del bono demográfico, que es “el momento de oportunidad de poder generar riqueza, donde la población en edad de trabajar supera a la población dependiente”, dice Hernández. Explica que esto ocurre porque se reduce tanto la población infantil (menores de 15) y todavía no ha crecido tanto la envejeciente (mayores de 65), un estado único e irrepetible en la evolución natural de las poblaciones.
“Por eso nosotros estamos viviendo la etapa de la transición demográfica, donde ocurren todos estos eventos. Eso lo estaríamos viviendo como está alrededor del año 2070, todavía nos quedan muchos años”, explica.
Pero Hernández señala que ese bono implica que los hacedores de políticas deben emplearse a fondo para aprovechar el estadio y promover la formación en educación técnico profesional para la creación de empresas y la generación de empleos, de manera que se pueda generar la riqueza que los países necesitan para su desarrollo y dar estabilidad a una población dependiente que se estima llegue a 52.35 % en 2030.
El peso de una población que envejece
Tener una población vieja supone un fuerte drama futuro para la sociedad dominicana, a menos que se hagan algunas reformas necesarias. El panorama es difícil y complejo, a decir del doctor y exsuperintendente de Salud, Pedro Luis Castellanos y de la economista Magdalena Rathe.
“Es evidente que las personas mayores tienen más gastos, porque hay más enfermedades crónicas. Nuestro sistema de salud y seguridad social está sesgado a favor de la atención especializada y de alto costo, si hay más población mayor habría más demanda y más gasto, eso afectaría la sostenibilidad”, comenta Rathe, que se queja de que los políticos dominicanos no terminen de decidir en invertir en atención primaria.
Castellanos abunda en el tema, partiendo desde el Seguro Familiar de Salud. Recuerda que, en función de la Ley de Seguridad Social actual, todo cotizante debería mantener su seguro de salud una vez pensionado, pero todavía eso no está definido.
Falta una decisión del Consejo Nacional de la Seguridad Social (CNSS) que diga cuánto deben aportar los pensionados y quien aportará el completivo para ese seguro. La ley contempla que salga de la cuenta de Cuidado de la Salud que debe alimentarse del excedente entre el total cotizado y el gastado por el Seguro Familiar de Salud, pero este lleva meses gastando más que lo que recauda y el fondo se está usando.
“En el caso de que no haya modificaciones, habrá problemas… alguien tendrá que pagar ese dinero para que se mantenga el seguro a los del régimen contributivo”, advierte Castellanos. Para los que no cotizan, que se estima son la mayoría del sector productivo informal, el problema será peor.
“El Estado tiene que asumirlo en el sistema público y… bueno, el sistema público todos sabemos tiene muchas dificultades, porque el gasto público anda alrededor del 2% del producto interno bruto cuando deberían andar mínimo alrededor del 6%”.
Otro problema que Castellanos advierte es el sistema de pensiones que –dice- no es unificado, pues hay muchos regímenes especiales, y que solo prevé la pensión para los trabajadores formales del régimen contributivo que alcancen el total de cotizaciones requeridas, por lo que muchos se quedaran sin esa protección. También cuestiona que serán las pensiones serán bajas, que se otorgarán como proporción del salario del cotizante y no basado en el costo de la canasta familiar. “Imagínate ese millón y pico de personas que se estima que al 2030 tendrán por arriba de los 65 años de edad…habría caído en la indigencia después de haber trabajado durante 30 ó 40 años de su vida. Eso, además de una carga, es un riesgo social muy alto”, comenta. Peor será con los trabajadores informales, el 50 % de la fuerza de trabajo, y que no entran en el sistema de pensiones o con los desempleados. Todos dependerán, a juicio de Castellanos, de la caridad pública.