Thai Airways mantiene la ilusión de los amantes del aire
BANGKOK (AP) — ¿Se ha imaginado alguna vez pilotando un avión a aeropuertos de todo el mundo? ¿Extraña las comidas aéreas o quiere probar el menú de primera clase? Thai Airways ha encontrado la forma de ofrecer esas experiencias pese a las restricciones del coronavirus y a un proceso judicial de bancarrota por una enorme deuda.
La aerolínea arrienda sus simuladores de vuelo a aspirantes a pilotos, mientras que su división de catering sirve comidas en un restaurante temático, completo con asientos de avión y atento personal de cabina. La compañía intenta subir la moral, mejorar su imagen y ganar algo de dinero, al tiempo que busca un equilibrio entre preparar la reanudación de los vuelos internacionales y reorganizar su negocio.
Si le encanta la aeronáutica, no hay muchas cosas mejores que esta: media hora en los mandos de un simulador de Airbus A380, todo suyo por 640 dólares (20.000 bahts).
Desde que la pandemia cortó las alas de la aerolínea, Thai Airways diseñó esos paquetes de servicios para mantener a su personal de vuelo motivado. Ofrece un paquete de cuatro días de “experiencia de piloto” que incluye el simulador, o arrienda el simulador por separado
Hasta ahora, casi 100 clientes han saboreado la emoción de un despegue y aterrizaje virtual en un aeropuerto de su elección. En una sesión la semana pasada fue el turno del Aeropuerto Paris Charles de Gaulle, aunque los pilotos dicen que la opción más popular ha sido Tokio.
El aprendiz de más edad por ahora tenía 77 años, y el más joven, 7 años.
La cabina es una copia exacta, señalaron los pilotos, incluso la sensación de los botones.
Para la aspirante a piloto Chawanrut Suttiworrapong, que formaba parte de un grupo de 11 personas que la reservó la semana pasada, fue un atisbo seductor de su trabajo soñado.
“Estoy muy emocionada, especialmente cuando ves algo que se ve tan parecido al vuelo real”, dijo la estudiante de Bangkok, de 25 años. “Me hace darme cuenta de qué hermoso espacio de trabajo tiene esta profesión. Espero que un día yo pueda estar en esa posición”.
El piloto que gestiona el proyecto dijo que lo más importante no es el dinero, sino la imagen que da.
“Los ingresos son secundarios. El objetivo real es mantener la relación con los pasajeros de Thai Airways”. dijo el capitán Chaisupatt Mulsrikaew. “Nosotros también echamos de menos a nuestros pasajeros”.
Aunque suele aparecer clasificada entre las aerolíneas más importantes del mundo, Thai Airways está en graves problemas financieros.
Las pérdidas han ido creciendo desde que la pandemia obligó a todas a suspender sus operaciones. Para mayo tenía una deuda estimada de casi 300.000 millones de bahts (9,6 millones de dólares).
Sólo cuando su plan de reorganización se haya aprobado quedará claro el coste en personal, rutas y reputación.
Pero a juzgar por el ambiente en su nuevo restaurante, nadie diría que algo va mal.
El Royal Orchid Dining Experience abrió en septiembre, transformando lo que era una vieja cantina de empleados. Cada día cenan allí 800 personas, según sus responsables.
Para los que quieren cenar sobre las nubes, lo tiene todo: personal de cabina que trae bebidas frías en bandejas de Thai Airways, comida de lujo de la aerolínea servida en vajilla de la compañía con cubiertos a juego, y en asientos familiares para los pasajeros.
Hay tres clases de comida y de servicio: primera, business y sin reserva, con precios a la medida.
El ambiente es tan festivo que resulta fácil olvidar el motivo por el que existe. Como el acceso al simulador, ocupa al personal y proporciona ingresos.
“Cuando se expandió el COVID-19, creo que desde marzo de 2020, los vuelos se redujeron de forma drástica”, dijo el gerente del restaurante, Thanida Israngkul Na Ayudhya. “De modo que no tenemos nada que hacer. No tenemos ingresos. Por eso tenemos que adaptarnos para hacer negocio en tierra”.
Para los comensales, es algo más que comer: satisface el ansia de viajar a lugares lejanos y tiempos mejores.
“Esto me trae recuerdos de estar a bordo, en el avión, y disfruto del tiempo. Me siento como si estuviera caminando por el pasillo, como si estuviera en el avión, y lo disfruto mucho”, dijo Namphon Rassadanukul, empresaria de 58 años.