×
Compartir
Secciones
Última Hora
Podcasts
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
General

El fantasma del antisemitismo vuelve para desgarrar a los laboristas

Enrique Rubio

Londres, 29 oct (EFE).- Las acusaciones de antisemitismo que lastraron el mandato de Jeremy Corbyn al frente del Partido Laborista resurgieron este jueves con fuerza para abrir en la formación una nueva brecha, que ha supuesto por ahora la suspensión de su exlíder.

Los laboristas, principal fuerza de la oposición en el Reino Unido, esperaban con fundado temor el resultado del informe que una comisión independiente debía publicar hoy con sus conclusiones sobre el tratamiento de las denuncias por antisemitismo en el partido.

La bomba de relojería tuvo un efecto aún mayor del previsto e hizo aflorar la guerra civil larvada entre el sector 'corbynista' y el del actual líder, el moderado Keir Starmer.

La Comisión británica de Igualdad y Derechos Humanos (EHRC, por sus siglas en inglés) fue contundente en sus conclusiones: el Partido Laborista no tramitó con diligencia las denuncias que recibió por conductas antisemitas en su seno y llegó incluso a violar la legalidad en su discriminación.

De acuerdo con el documento, la cultura prevalente en el partido durante los años de Corbyn (2015-2020) 'en el mejor de los casos, no hizo lo suficiente para prevenir el antisemitismo y, en el peor, podía entenderse que lo aceptaba'.

Los lapidarios términos del informe llevaron a Starmer a considerar el de hoy como un 'día de la vergüenza' para el Laborismo, ante el que su formación solo podía 'pedir perdón a toda la comunidad judía'.

Una vez divulgado el contenido del texto, todos los ojos se volvieron hacia Corbyn. Este asumió la existencia de la lacra, pero matizó que 'su alcance ha sido dramáticamente exagerado por razones políticas' tanto por sus rivales 'dentro y fuera del partido como por los medios'.

Esas palabras retumbaron en el cuartel general de los laboristas. La gota que colmaba el vaso. No en vano, Starmer había advertido de que quienes dijesen que todo era una exageración 'forman parte del problema'.

Apenas hora y media tras publicarse el informe, el Partido Laborista decidía suspender de militancia y expulsar de su grupo parlamentario a Corbyn, quien había renunciado a la dirección tras su severa derrota ante Boris Johnson en las elecciones de diciembre de 2019.

CONTRAATAQUE DE CORBYN

Los laboristas, que han abierto una investigación interna para depurar responsabilidades, no dejaron de desangrarse a lo largo de la jornada.

Primero fue Corbyn quien, lejos de enmendar sus palabras, prometió 'impugnar con firmeza la intervención política para suspenderme'.

Un puñal dirigido de forma inequívoca hacia Starmer, quien pese a gozar de altos índices de aprobación popular todavía cuenta con la valoración enemiga de las bases más radicales del partido.

Precisamente el influyente movimiento izquierdista Momentum, gran sostén de Corbyn, lanzó la amenaza más clara al nuevo líder, dejando asomar el fantasma de la escisión.

'Esta suspensión corre el riesgo de politizar la respuesta del Laborismo al antisemitismo. Es un ataque masivo a la izquierda por parte de la nueva dirección y debería levantarse inmediatamente en interés de la unidad del partido', escribió Momentum en su cuenta oficial en Twitter.

No son pocos quienes hoy comparan la decisión de Starmer de romper puentes con el 'corbynismo' con la purga que el líder de los laboristas durante los años ochenta, Neil Kinnock, emprendió con la corriente marxista Tendencia Militante a finales de esa década.

Starmer se impuso ampliamente en las primarias del partido, en abril, a la candidata más afín a Corbyn y desde entonces trata de resituar políticamente a su formación, aún a costa de disgustar a algunos pilares del Laborismo, como el poderoso sindicato Unite.

Pese a ello, aspira a recuperar la confianza de otra parte no desdeñable de la socialdemocracia británica, comenzando por la facción judía del partido, quien acogió con alegría el anuncio.

'La negación del antisemitismo es parte del problema. Keir Starmer dejó eso claro, y dijo que actuaría (...). Ha asumido la responsabilidad y el Partido Laborista ha actuado', señaló el Movimiento Laborista Judío en un comunicado. EFE

Fehaciente, fidedigno y fácil. Agencia de noticias multimedia en español.