La Temporada Sinfónica 2023 celebrará su tercer concierto
Este concierto trae música de Strauss, Schumann y Brahms, un director invitado y una chelista dominicana que ha desarrollado su carrera en Viena
El primer concierto de la Temporada 2023 de nuestra Orquesta Sinfónica Nacional estuvo dedicado a Beethoven y su Novena Sinfonía, el segundo disfrutamos de la Gala de Ganadores Van Cliburn y este tercero nos trae música de Strauss, Schumann y Brahms, un director invitado y una chelista dominicana que ha desarrollado su carrera en Viena.
Jaime Morales, el director invitado, es una cara conocida y muy apreciada por el público, es frecuente verlo en las temporadas. El director puertorriqueño se ha ganado el respeto de la orquesta y la audiencia.
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El concierto inicia con la alegre Obertura de la Opereta Die Fieldermaus (El Murciélago) del compositor austriaco Johann Strauss II. (1825-1899). Compuesta en 1874, Die Fieldermaus no sólo es la obra escénica más exitosa del Rey del Vals, sino que muchos la consideran la mejor opereta jamás escrita. La opereta es música de entretenimiento en forma operística: la genialidad de Strauss fue tomar el modelo de Jacques Offenbach e infundirlo con música de vals, creando un estilo de opereta vienesa encantador.
La chelista dominicana
Nicole Peña- Comas es dominicana, reside en Viena y de ella dice la crítica que “tiene un sonido rico y sonoro que hace que los pasajes líricos sean excepcionalmente hermosos, resaltando contrastes enérgicos cuando es necesario”. Recibió sus títulos de licenciatura y maestría en la Universidad de Música y artes escénicas de Viena. Como solista se ha presentado acompañada de las Orquestas Sinfónica Nacional, La Orquesta Concentus 21 de Viena y la Juvenil de nuestro país. Es muy activa como músico de cámara y músico de orquesta en Europa y América. Actualmente es profesora de violonchelo en Viena en Le Conservatoire Wien.
Nicole Peña-Comas será la solista del Concierto para Cello y Orquesta en la menor, opus 129, del compositor alemán Robert Schumann. Este escribió su concierto para violonchelo en 1850 en un arrebato de inspiración a su llegada a Dusseldorf, donde asumió el cargo de director musical de la Orquesta de la ciudad. Fue un breve período de estabilidad antes del inicio de su enfermedad final y, tristemente, nunca escuchó interpretar la pieza.
VII Gala de Ganadores Van Cliburn, una noche excepcional
El violonchelista para quien fue escrita encontró el último movimiento demasiado difícil y se quejó de la falta de melodías largas. Después de la muerte de Schumann, el concierto languideció casi en el olvido. No fue hasta que el violonchelista español Pablo Casals descubrió el concierto en el siglo XX y lo hizo parte de su repertorio. Del concierto Casals dijo: “Es uno de los mejores trabajos que uno puede escuchar, de principio a fin la música es sublime”.
La estructura del concierto
El concierto tiene tres movimientos tocados sin pausa y un movimiento continuo. El primer movimiento no termina tanto como la ralentización y se disuelve en el movimiento lento, allí, los acordes de las maderas hacen eco del primer movimiento, y el tema principal de este regresa para comenzar una aceleración hacia el enérgico final, de deslumbrante y juguetón virtuosismo.
Luego del intermedio escucharemos la Sinfonía No. 4 de Johannes Brahms. La Sinfonía en cuatro movimientos es el resultado más impresionante de la lucha de toda la vida de Brahms por revitalizar la estricta arquitectura musical del barroco e infundirle la pasión de la época romántica en la que vivió. El sobrecogedor final revive la antigua forma de passacaglia, inspirada en el coro final de la cantata 150 de Johann Sebastián Bach.
El matrimonio perseguido por Brahms entre lo contemporáneo y lo antiguo se refleja a lo largo de la sinfonía en la que la tragedia épica y las letras melódicas encuentran su expresión más poderosa en toda la producción del compositor. El primer movimiento ya contiene las semillas del final. La belleza de su tema inicial se transmite en un movimiento lleno de vibrante y ambigua armonía. El magnífico y lento segundo movimiento reproduce continuamente el color austero de la música del pasado. El tercer movimiento dispersa esta sombra con una energía embriagadora. El final posee la sensación de un flujo continuo e irresistible de ideas; sin duda el aspecto más importante del movimiento y fiel reflejo del genio de Brahms.
Ya lo saben, tenemos una cita el miércoles 27 de septiembre en el Teatro Nacional, el programa es formidable.