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¡Quién lo iba a decir!

La peculiaridad de la tilde diacrítica es que no señala la sílaba tónica de la palabra

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¡Quién lo iba a decir!
Las tildes diacríticas, que se usan para diferenciar palabras tónicas de átonas, son una fuente común de errores ortográficos. (SHUTTERSTOCK)

Hoy damos el tercer paso en nuestro particular recorrido por los errores ortográficos más frecuentes. De nuevo vamos a ocuparnos de las tildes diacríticas.

¿Por qué se nos atragantan tanto? La razón probablemente la encontramos en que las palabras a las que debemos poner una tilde diacrítica son, en realidad, palabras que no deberían tildarse según las reglas generales de la acentuación. Por ejemplo, cuando, donde, cuanto, quienes, cuantos son palabras llanas, es decir, su sílaba tónica es la penúltima, terminadas en vocal o en ese; estas características nos obligarían a escribirlas sin tilde.

Sin embargo, hay determinados contextos en los que sí la llevan. Del mismo modo, que, quien, cual, cuan son palabras monosílabas y, por lo tanto, no deben tildarse; en cambio, en ocasiones llevan tilde. Distinguir cuándo debemos ponerla y cuándo no nos exige alzar el lápiz del papel o el dedo de la tecla y pararnos a pensar.

La peculiaridad de la tilde diacrítica es que no señala la sílaba tónica de la palabra, como todas las demás tildes. Su función es bien distinta. Está pensada para distinguir gráficamente las palabras tónicas de las átonas. Metamos directamente las manos en la masa ortográfica y vayamos a los ejemplos.

Las palabras qué, cuál y cuáles, quién y quiénes, cómo, cuán, cuánto y cuánta, y sus plurales, cuándo, dónde y adónde son siempre tónicas y se escriben con tilde cuando son interrogativas o exclamativas.  Y pueden serlo de distintas maneras.

La más explícita es cuando introducen oraciones interrogativas o exclamativas directas, escritas entre sus correspondientes signos de interrogación o exclamación: ¿Cuál es la hora exacta? ¿Quiénes vienen a cenar? ¡Qué lío! ¡Cuánta alegría sintió!

No se dejen engañar por la preposición que a veces usamos antes; siguen siendo palabras tónicas y por tanto siguen llevando su tilde: ¿A quién has llamado? ¿Hasta dónde llega la guagua? ¡Con qué gusto has cantado!

La regularidad de la aplicación de la tilde en estos contextos no debe engañarnos. No siempre que escribimos un signo de interrogación o exclamación la palabra que encabeza la frase es interrogativa o exclamativa, como en estos ejemplos:  ¿Que no la has llamado todavía? ¡Que sean felices!

Cuando comparamos usos átonos y usos tónicos lo vemos mucho más claro. Analicen la diferencia entre estos dos: ¿Qué buscas con esa actitud? ¿Que te despidan del trabajo? En estos ejemplos el primer qué es interrogativo tónico, y debemos escribirlo con tilde; en cambio, el segundo que es átono y, por lo tanto, no lleva tilde. Lo mismo sucede en estos dos ejemplos exclamativos: ¡Qué difícil es esto! ¡Que la fuerza nos acompañe!

La condición de interrogativa o exclamativa no siempre es tan evidente como cuando lo cantan los signos de interrogación o exclamación. Es el caso de las oraciones interrogativas y exclamativas indirectas: No sé cuánto va a durar la fiesta. Todavía no ha decidido dónde vivirá. No te imaginas cuánto te admiro.

Podemos distinguirlos tratando de hacer énfasis en la pronunciación para distinguir si estamos ante la forma tónica o la átona. No le hagan mucho caso al corrector automático. No está entre sus habilidades la de diferenciar con finura estos matices. En este caso, la inteligencia natural y la minuciosidad superan a la inteligencia artificial. ¡Quién nos lo iba a decir!

TEMAS -

María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.

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