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Un par de macos menos

La tilde diacrítica es una de las dudas ortográficas más frecuentes entre los que escribimos en español

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Un par de macos menos
Existen errores comunes con la tilde diacrítica. (SHUTTERSTOCK)

Palo si boga y palo si no boga. Nunca les falta un roto para un descosido a las academias de la lengua española cuando de establecer normas ortográficas se trata. Si abogan por mantenerlas, les sale su crítica. Si abogan por simplificarlas, también.

El ejemplo más ilustrativo es la supresión de la tilde diacrítica en el adverbio solo y en los demostrativos cuando se usan en función de pronombres. Usar o no el acento ortográfico en estas palabras es una de las dudas ortográficas más frecuentes entre los que escribimos en español y, gracias a ello, ostenta la segunda posición en nuestra lista particular de escollos ortográficos.

La tilde diacrítica no está pensada para distinguir si una palabra es un determinante (este clima; esa señora; aquella tarde) o un pronombre (Me gusta esta; Dame ese; Quiero aquel). Tampoco tiene como fin diferenciar si una palabra es un adjetivo (No me dejes solo) o un adverbio (Solo tenemos que esperar).

Ya desde 1959 las normas ortográficas académicas restringieron el uso de la tilde diacrítica en los pronombres demostrativos y en el adverbio solo a aquellos casos en los que pudiera existir ambigüedad; es decir, cuando el mensaje que se transmitía podía dar lugar a distintas interpretaciones.

Pero las academias no se quedaron ahí; en 2010 la Ortografía de la lengua española dio luz verde a la supresión de esas tildes diacríticas en concreto incluso en los casos de ambigüedad, que siempre fueron muy escasos y para cuya interpretación correcta nos puede ayudar el contexto.

En resumen, siempre que ustedes escriban este, ese, aquel, esta, esa, aquella, esto, eso, aquello, y sus respectivos plurales, pueden olvidarse de la tilde.

Siempre que escriban ustedes solo, sea para referirse a la singularidad de algo o de alguien o a la falta de compañía, o con el significado de ‘solamente’, pueden olvidarse de la tilde.

Catorce años hace ya de esta simplificación ortográfica; sesenta y cinco años, si contamos desde ese lejano 1959 en el que los académicos, buscando que el sistema de aplicación de la tilde fuera más coherente, nos libraron de las tildes en estas dos situaciones.

Y nosotros, erre que erre, porfiamos, nos emperramos en ponerlas y, peor aún, las ponemos mal.

No se me alebrequen: no todo el monte es orégano. La tilde diacrítica sigue siendo obligatoria para diferenciar monosílabos tónicos de monosílabos átonos.

Aquí tienen la lista cerrada, tal cual la encontramos en la Ortografía académica:

  • los pronombres personales , él, , (esta última también lleva tilde cuando es adverbio de afirmación); las formas verbales (del verbo dar) y (del verbo saber); el sustantivo (que se refiere tanto al arbusto del té como a sus hojas, y además a la infusión que se prepara con ellas o a la reunión vespertina de personas en la que se toma esta bebida como parte de lo que en ella se sirve); y, por último, la palabra más, tanto cuando es adverbio, adjetivo o pronombre comparativo como cuando es sustantivo para referirse al signo de la suma o al que indica el carácter positivo de una cantidad.

Se trata, como casi siempre, de conocer las normas, pararnos a pensar en lo que queremos decir antes de empezar a escribir, y repasar cuidadosamente lo escrito para que no se nos escape ningún maco ortográfico.

TEMAS -

María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.

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