¿Cómo diferenciar el hambre emocional de la física?
El hambre emocional por sí sola no es un trastorno de la conducta alimentaria, pero sí puede ser considerada como señal de alerta de una alimentación desordenada, lo que, a su vez, puede llevar a debutar en un trastorno de conducta alimentaria
El hambre emocional se da cuando utilizamos la comida como mecanismo de defensa para hacernos sentir mejor “brevemente”, buscando con esto parar un “discomfort” (malestar emocional) por el cual estemos atravesando.
“Es importante recalcar que el hambre emocional por sí sola no es un trastorno de la conducta alimentaria, pero sí puede ser considerada como señal de alerta de una alimentación desordenada, lo que, a su vez, puede llevar a debutar en un trastorno de conducta alimentaria (TCA)”.
Así lo explica la psicóloga Melina Cabrera del Instituto Bariátrico y Metabólico Meta Íntegra del Hospital Metropolitano de Santiago (HOMS), con un máster en Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) y obesidad, al ser abordada sobre el tema.
¿Por qué se produce?
El hambre emocional generalmente se produce como respuesta a:
- Estrés
- Ansiedad
- Depresión
- Aburrimiento
- Enfado
- Soledad
- Hábitos de la niñez
- Influencias sociales
¿Cómo detectar que es hambre emocional?
Muchos pacientes llegan a consulta con la confusión de si lo que están sintiendo es hambre física o emocional, y esta tabla les permite aclarar sus ideas:
Si es hambre emocional:
- Se presenta de repente.
- Con antojos de comidas en específico (normalmente alimentos altos en calorías y azúcares).
- No se detiene ante la sensación de estar lleno.
- Hay tendencia a sentirse culpable.
- Puede sentir una gran urgencia de comer ante cierto tipo de emociones fuertes.
- Pérdida de control ante ciertos alimentos.
- Ganas de comer, aun cuando no se siente hambre física.
Si es hambre física:
- Se presenta gradualmente
- Se está abierto a un sinnúmero de alimentos.
- Se detiene cuando se siente satisfecho.
- No hay sentimientos de culpa al terminar de comer.
- Come como respuesta a una sensación física de hambre.
Identificar las emociones o situaciones que detonan en ti el hambre emocional.
Buscar herramientas que te permitan lidiar con esas emociones y/o situaciones de una manera sana.
Practica mindfulness (conciencia plena). Si no tienes los conocimientos pertinentes, acude a un profesional debidamente capacitado.
Come única y exclusivamente cuando sientas hambre física y, sobre todo, debes estar pendiente de tus niveles de hambre y saciedad.
Participa en actividades que te permitan disminuir tus niveles de ansiedad y estrés.
Establece una rutina de comidas que te permitan, en la medida de lo posible, no saltarte ninguna.
¿Qué tanto influye el factor emocional?
Cómo bien menciona anteriormente Cabrera, el hambre emocional se da como respuesta a satisfacer un vacío emocional que solemos querer llenar con comida.
Una excelente manera de explicar cómo influye el factor emocional es a través de lo que se conoce como ciclo de alimentación emocional, que se presenta de la siguiente manera:
- Sucede algo que detona en la persona una emoción intensa.
- Sientes unas ganas incontrolables de comer (normalmente un alimento o grupo de alimento en específico).
- Haces una sobreingesta porque no puedes parar, aun cuando el estómago se siente lleno.
- Momentáneamente sientes plenitud.
- Luego de varios minutos u horas sientes culpa por haber comido de más y la emoción que te detonó en primer lugar reaparece.