Vamos a hablar del amor en la poesía
Ahora vamos a hablar de poesía
El escritor dominicano Manuel Mora Serrano ha publicado, dos veces a la semana, fragmentos de dos conferencias, dictadas hace unos años, en las que extrapola ideas sobre poesía que alimentan el alma, para ponerlas al servicio de nuestros lectores dos días a la semana, jueves y sábados. Esta es la decimoprimera y última de ellas, donde habla del amor en la poesía.
Hablar de poesía para una persona como quien escribe, bajando la cuesta de la cuarta edad, que como poeta, evolucionó desde la poesía rimada amorosa, al verso libre, siendo un admirador de las vanguardias literarias, al mismo tiempo que de lo mejor que se ha escrito desde siempre hasta en los últimos años, sería tarea fácil y a lo mejor agradable, referirnos a esos mundos; empero, no vamos a ser egoístas con nuestros gustos personales, vamos a abrir una ventana amplia sobre los sentimientos humanos cantados por los poetas y versificadores de las más encontradas tendencias, ya que de poesía pura y simplemente, se trata.
Si esos son mis gustos particulares, he pensado en gentes de mis tiempos que conservan otros que para los jóvenes de hoy parecerían arcaicos o demodé, sobre todo porque fueron las cosas que en la lejana niñez y en nuestros pueblos y ciudades hasta en los más remotos campos formaron o deformaron generaciones ¡qué sabe uno!: nuestra sensibilidad, escuchando primero y recitando después, los poemas que enternecieron a muchos de los abuelos, bisabuelos y hasta de los menos viejos.
Aunque pensando en los jóvenes, que siempre han sido nuestra preocupación cultural, como dijimos, daremos a conocer a poetas de otras latitudes y diversas tendencias. ya que en el fondo, se trata de viejas preocupaciones nuestras, ya que por mucho tiempo hemos pensado que el hecho de que se haya dejado de recitar en las escuelas, en los actos públicos, en los teatros, en las universidades, en la radio y la televisión o que no se publiquen versos en los suplementos literarios, como dijimos en la introducción, ha privado a las nuevas generaciones de una base musical y poética para sensibilizar su espíritu, y hemos desembocado en un materialismo estúpido, en el cual el amor se convierte solo en un reclamo de la carne, y como esta pasión no llena el alma, se ha concluido en la horrible masacre que ahora llaman violencia de género. Matan, no por amor, ni por desamor, matan porque quieren matar, porque no tienen los asesinos esa luz que la poesía da. Y todo esto, a pesar de que en la parcela del amor a lo divino, a lo sobrehumano, que entre nosotros es mayoritario dado el fervor por Jesús, un ser de amores, que proclamó el amaos los unos a los otros y el perdón como base doctrinal, sin embargo, con esa profusión indudable y maravillosa, que no negamos, de tantos seguidores del Nuevo Testamento con diferentes nombres y liturgias, no ha bastado para que se haya frenado este frenesí de crueldades, donde basta hojear los diarios o escuchar los noticieros para enterarnos de las mayores e increíbles atrocidades.
Nosotros pensamos, modestamente, que a pesar del amor divino, el amor humano ha sido soslayado o convertido en un mercado de dinero o de lujuria, falto de pasión serena, sobre todo de ternura. Lo atribuimos a la ausencia de fervor poético en los seres que hemos forjado a lo largo de estos últimos años, a pesar de la enorme libertad de que hemos disfrutado y de la profusión de libros que en apenas casi un cuarto de siglo, es posible que hayamos superado todo lo anterior desde inicios de 1800 al 2000.
Nuestras palabras tienen una misión clara: invitar a los jóvenes a asomarse al pozo mágico de la poesía, para llenar de flores sus espíritus, para que logren penetrar y disfrutar ese increíble resplandor en medio de ese bosque de temblores que produce la ternura cuando el amor es verdadero.
Vamos a traer a a nuestros lectores una serie de poemas o poesías, como se decía enantes, que hablen de los sentimientos, o de la fantasía de los poetas, no solo del alma, de la poesía misma, del amor, como del enamoramiento, porque sin eso no hay amor verdadero. Hay que estar enamorados para poder amar y nadie sabe por qué, pero hay un misterio maravilloso en ese instante que han llamado el flechazo, que los griegos atribuían a Cupido el hijo de Venus.
Eso permitirá dos cosas: nos asomemos al inicio del amor y luego a sus consumaciones físicas. Esta vez haremos un paseo por todo ese esplendoroso laberinto de las pasiones humanas
El poema, a semejanza del ser humano, tiene cabeza que lo dirige y pies que lo asientan: De ahí el encanto de las primeras y de las últimas palabras.
Trataremos de hablar del poeta y del poema.
Nota: Hemos evitado repetir, salvo algunos casos necesarios, los poemas que publicamos en este y otro periódico y ofrecer sorpresas, ya que trataremos de editar poemas completos, siempre que no rebasen las dos páginas y media normales de maquinilla.