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Diseño dominicano
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Gola: El futuro de la manufactura del diseño dominicano podría estar en Herrera

Andrés Gómez, el fundador de la marca de mobiliario Gola, ha encontrado un lugar donde el espacio asequible para experimentar y la mano de obra capacitada se unen

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Gola: El futuro de la manufactura del diseño dominicano podría estar en Herrera
Interior de la fábrica de la marca de mobiliario Gola, ubicada en Herrera. (VÍCTOR STONEM Y ANDRÉS GÓMEZ)

El equipo de Gola, una marca local de mobiliario de autor, hoy está compuesto por 12 personas: entre ebanistas, herreros y trabajadores del cemento ejecutan la visión de Andrés Gómez, el fundador del proyecto. Gómez es diseñador industrial de profesión, con estudios en Bellas Artes —lleva al IED de Barcelona, a la SCAD de Savannah y a Chavón de La Romana en su historial—. Por eso, para él siempre estuvo claro lo que para muchos es una apuesta arriesgada: es más que posible producir diseño de autor en Dominicana. Cuando comenzó con la propuesta, hace unos cinco años, trabajaba él mismo las piezas de cemento, hierro y madera en una habitación alquilada. Cuando al poco tiempo la demanda aumentó, se vio en la necesidad de mudarse a un espacio más holgado. Santo Domingo, sin embargo, no cuenta con un distrito para creadores: las opciones para quienes desean rentar talleres para trabajar artes aplicadas, manufactura o artesanía son prácticamente inexistentes.

Pero Gómez encontró el espacio idóneo en un lugar que se esconde a simple vista: Herrera, un sector que muchos emprendedores creativos parecen pasar por alto.

Ubicada en la entrada de Santo Domingo Oeste, alrededor de la avenida Isabel Aguiar, la Zona Industrial de Herrera alberga decenas de grandes nombres de la agroindustria, así como compañías de procesos químicos y de materiales de construcción —en efecto, una de las paradas de transporte público más populares de la demarcación todavía hace referencia a la fábrica de Pinturas Tropical, que comenzó a operar en la década de 1960—. Sin embargo, también es la sede de más de cinco mil microempresas y pequeños contratistas independientes. En el sector y sus alrededores, con locaciones como Las Palmas y Buenos Aires, hay 250 mil habitantes. “Y lo que muchos diseñadores ignoran es que todo el que sabe de madera, todo el que sabe de hierros, todas las costureras de moda, todo el que sabe de tal o cual cosa vive en Herrera,” explicó Gómez. “Todo el que vive en Herrera ha trabajado en algo industrial, así que ahí tenemos un recurso humano que no se está aprovechando en nuestro sector. Herrera es una oportunidad, porque está ahí mismo y tienes gente capacitada. Y sin embargo, entre todas esas mega-fábricas y esos furgones entrando y saliendo, no hay otra empresa de diseño. Yo estoy solo en Herrera”.

Gola está ubicada en una nave de 700 metros cuadrados, que le permite tener dentro su propio taller de herrería y un espacio destinado para trabajar concreto; en una nave secundaria de 120 metros cuadrados está el área de ebanistería. Con esta estructura, Gómez puede manejar todas las variables de producción, controlando así la calidad y los tiempos de entrega. Pero, sobre todo, le permite algo esencial: tener la posibilidad de experimentar.

La materia prima del mobiliario de Gola es de fácil acceso. La marca trabaja con el omnipresente cemento de producción local, hierro y maderas como la prodigiosa acacia y la resistente teca, ambas producto de proyectos visionarios de plantación local en locaciones de Bonao, Villa Altagracia y las afueras de Santiago. La fortaleza de Gola está en tomar estos materiales cotidianos y, partiendo de los clásicos anónimos del mobiliario dominicano, crear propuestas inesperadas.

Por ejemplo, uno de los productos más populares de la marca es el Banco Milano: si bien es una propuesta minimalista, está fundamentado en el engrampe cola de Milano, también llamado comúnmente cola de pato en la ebanistería local que tanto lo ha usado en la manufactura del mobiliario ornamentado que suele poblar nuestras residencias. También está en un llamativo asiento con tuercas expuestas, llamado Banco de Soga; con un material de alta durabilidad como la driza náutica, Gómez ha hecho un homenaje a la forma en que popularmente se tejen los asientos con nailon en el campo dominicano.  Y más allá de estas referencias a las costumbres nativas relacionadas al mobiliario, a veces también surgen propuestas sin precedente previo, como el tope de mesa de canto vivo de madera incrustada dentro de un bloque de concreto —un complicado proceso de ensamblaje híbrido que le tomó varios meses de prueba y error—. Gola, en otras palabras, con frecuencia mira al pasado para poder mirar al futuro.

Parte de ese futuro es crear un showroom dentro de la nave de Herrera. Gómez confía en que, precisamente viendo la posibilidad futura del sector, muchos diseñadores y consumidores podrían ser parte de su conversión en el distrito creativo que tanto necesita la ciudad. “Si algo me ha demostrado el mercado dominicano, es que la gente está muy dispuesta a acoger lo nuevo y a apoyar lo bien hecho,” explicó el diseñador. Por eso, si el antiguo distrito industrial de Wynwood se convirtió en el destino creativo de Miami, si Williamsburg es hoy la punta de lanza de Brooklyn y si la capital holandesa ha transformado los antiguos galpones de Amsterdam-Noord en estudios para las industrias creativas, ¿no podría pasarle algo similar al Gran Santo Domingo? Después de todo, como demuestra el caso de Gola, Herrera tiene el potencial de ser la meca de lo nuevo y lo bien hecho para el diseño dominicano.

Contenido original de Design Week RD.

Fotos: Víctor Stonem y Andrés Gómez

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Editora y curadora enfocada en las industrias creativas, con más de 10 años de experiencia en publicaciones especializadas en Estados Unidos, Países Bajos, Bélgica y Dominicana

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