Mucho blablablá
Urgen medidas concreta ante la crisis de Haití
Esas reuniones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el tema de Haití son una mofa. Uno escucha las mismas patrañas: “estamos preocupados”, “debemos ayudar a Haití”, “estamos comprometidos”, “hay que hacer valer la posición de la ONU”, “apoyamos las intenciones de Kenia”, “es una situación delicada”, en fin, mucho blablablá y poco tacataca.
Ninguna de las llamadas potencias ha salido a anunciar una acción firme, algo como “el 1 de mayo de 2024 desplegaremos una fuerza militar que combatirá las bandas criminales junto a la policía haitiana y garantizará la seguridad del Consejo Presidencial que tendrá a su cargo la realización de elecciones antes del 2026”. En la reunión de ayer del Consejo de Seguridad no hubo nada de eso y el canciller dominicano Roberto Álvarez fue muy duro en su ponencia, lo cual correspondía, pues a esta gente simplemente no le importa resolver de inmediato lo que ocurre en suelo haitiano.
Ya llevamos casi dos años en este julepe y no pasa nada, más allá de pasos lentos y poco convincentes. Solo el Caricom se ha tomado en serio la búsqueda de una solución y hace todo lo que puede para la formación del Consejo Presidencial que podría sacar al país del marasmo. Poco podrá, sin embargo, hacer ese consejo, sin una fuerza de seguridad poderosa, que ponga fin a la impunidad de las bandas y garantice la seguridad. El éxito de esta estrategia dependerá del control de las bandas y del arresto de sus financiadores, así de simple, pero poco se ha hecho en esa ruta y la preocupación mostrada por Álvarez a esos fines es correcta.
Toca a los señores del Consejo de Seguridad de la ONU ponerse las pilas y dejarse de habladurías. Esto no se trata de Ucrania o Gaza, donde las fricciones son evidentes entre sus miembros. Estamos hablando de una nación que no provoca ningún conflicto estratégico y que con un poco de esfuerzo multinacional debe retomar el sendero de la paz social. La aspiración no es refundar Haití ni nada parecido, lo que se busca es retornar la institucionalidad, de modo que los propios haitianos caminen solos. Se trata de destrancar la mesa de juego, sacar los disociadores y que la rueda eche a andar. Pero eso no se logra sólo con blablablá.