El planeta seguirá vivo
Contrario a lo que podrían imaginar, no soy un fanático de la protección ambiental extremista, de esos al estilo Greenpeace, para nada
Contrario a lo que podrían imaginar, no soy un fanático de la protección ambiental extremista, de esos al estilo Greenpeace, para nada. Soy un defensor del balance natural, del cuidado de la especie humana, de la idea de que la supervivencia de nuestra especie depende de tener un clima estable y una naturaleza que nos sostenga.
En ese marco, vuelvo a unirme al llamamiento global que pide tomar medidas urgentes para controlar el calentamiento del planeta. La información dada esta semana por la agencia europea de datos espaciales y climáticos Copernicus, que confirma los pronósticos ofrecidos por la ONU, son para que nos asustemos, pero estamos muy lejos de eso. Resulta que se confirmó, sin temor a dudas, que el promedio de temperatura el año pasado fue 1.48 °C (2.66 Fahrenheit), mayor a lo que era en la era preindustrial, el más alto jamás registrado desde entonces.
Eso implica que este año, de seguir la tendencia al alza, alcanzaremos los 1.5 °C que se acordó no debíamos superar al año 2050. Eso se negoció en el Acuerdo Climático de París en el 2015, cuando se puso como meta que la temperatura global no debía elevarse, bajo ningún concepto, por encima de los 2.0 °C, para poder evitar los efectos más extremos del calentamiento global. O sea, la cifra ideal al 2050 era no aumentar más de 1.5 °C y jamás acercarnos a los 2.0 °C. Hemos fracasado en conseguirlo.
Estamos a dos décimas de llegar a ese límite de 1.5 °C y todavía falta más de un cuarto de siglo para llegar al 2050. Sin dudas vamos en ruta al desastre y no acabamos de reaccionar con la celeridad que requieren los tiempos. Lo peor es que no vamos a lograr ponernos de acuerdo y permeará el egoísmo del que vive la actualidad y poco le importa un futuro en el cual no estará vivo.
Quisiera poder tener la capacidad de convencer a todos del peligro que nos viene encima y de la necesidad de tomar conciencia. Estamos fomentando nuestra desaparición como especie y no habrá nada que lo detenga, ni ciencia, ni religión, ni ideología. El planeta seguirá vivo, pero sin los seres humanos en él, porque así lo quisimos.