¿Cuál es la salida?
El conflicto entre Haití y la República Dominicana por el canal que los haitianos construyen en el río Masacre se ha empantanado de malas maneras.
El conflicto entre Haití y la República Dominicana por el canal que los haitianos construyen en el río Masacre se ha empantanado de malas maneras. Los políticos haitianos se han jugado la ficha de seguir con la construcción de la polémica toma de agua, mientras apuestan al agotamiento del lado dominicano por los altos costos económicos y militares que supone mantener la frontera cerrada.
La crisis se ha tornado, por lo tanto, en un ejercicio de resistencia, en el cual cada lado mide con cálculos milimétricos los pros y contras de mantener este diferendo. A los dominicanos les conviene resolverlo lo antes posible, eso es obvio, por el golpe económico y la distracción que el tema trae ante una contienda electoral. Mientras, a los haitianos les conviene lo contrario, que es arrastrar los pies y posponer una solución lo más que se pueda, porque la disputa con la República Dominicana les ha dado una excusa para unirse tras una causa común, cosa rara en ese país, a la vez que acaban la construcción del canal y pintan el escenario ante la comunidad internacional como uno de agresión dominicana a su soberanía.
Como va la película, parece que los haitianos están ganando la partida, aprovechando las divisiones internas en la República Dominicana para sacar partido. Es ahí donde los dominicanos tienen la oportunidad de mover las fichas a su favor, porque como van las cosas, se corre el peligro de que el tema del canal haitiano sea el centro de la campaña presidencial del próximo año y eso no debería permitirse. Mucho menos debe esperarse a que surja un potencial escenario electoral en Haití, donde el conflicto será eje para cualquier candidato populista.
¿Cuál es la salida? Me parece que República Dominicana debe llamar a la ONU a mediar con urgencia y salir de esta crisis antes de que se autorice una fuerza militar internacional en Haití. Es momento de jugar menos a la fuerza y promover un diálogo real, que permita una mediación que aleje el conflicto del peligroso tejemeneje político, permita abrir la frontera y detenga la construcción del canal, hasta que una solución los ponga de acuerdo.