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La confianza social en baja

Crisis de confianza

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La confianza social en baja
La desconfianza social en el país se ve reflejada en la falta de fe en las autoridades, instituciones y entre ciudadanos. (SHUTTERSTOCK)

La desconfianza es una conducta que hace tiempo viene creciendo en nuestra sociedad y en los últimos años, o más, se ha intensificado de tal manera que ha penetrado los intersticios del tejido social.

No tenemos fe en la integridad, la buena voluntad y las buenas intenciones de otras personas en contextos sociales.

Los ciudadanos no confiamos en las autoridades. Tampoco confiamos en las instituciones. No creemos que la Policía está en la calle para protegernos sino para hacernos daño, multarnos por violaciones que decimos no haber cometido.

Los políticos en la oposición desacreditan a la Junta Central Electoral haciendo acusaciones sin evidencias ni pruebas, minando su credibilidad 

“Los bancos son unos ladrones” es una expresión que se escucha con frecuencia cuando al cliente le entregan su estado de situación y se entera de los cargos que le hacen por administrar el dinero que tiene en depósito.

Los pobres desconfían de los ricos y estos de los pobres. Conozco un joven nacido en el barrio Capotillo al que le ha ido bien en los negocios y se mudó a Piantini, octavo piso de una torre de lujo. Él dice sentirse como un “invasor”. En el ascensor nadie le habla y lo miran como si los fuera a atacar. No lo han invitado a participar en el chat del edificio ni a los encuentros sociales que hacen entre vecinos. No le tienen confianza.

Cuando las personas no confían en los demás es muy difícil que establezcan relaciones sólidas y cooperen entre sí. Se genera un ambiente de sospecha y hostilidad que dificulta la colaboración y el trabajo en equipo, tanto en lo personal como en lo laboral.

No creo que haya otro país donde se ataque con tanta fiereza a los líderes políticos, tanto a los que detentan el poder, incluyendo al jefe del Estado, como a los dirigentes de la oposición. Las acusaciones en los medios de comunicación proliferan culpando a los líderes de cuantas diabluras se le ocurra al acusador que regularmente nunca presenta evidencias ni mucho menos pruebas de lo que dice. Esto disminuye la confianza en esos líderes que son parte sustancial del sistema de partidos políticos, por ende, de nuestra democracia.

La falta de confianza social es un problema importante que merece ser estudiado para enfrentarlo ya que puede contribuir a una eventual inestabilidad política del país produciendo protestas, disturbios y conflictos sociales.

Además, esa falta de confianza social erosiona la legitimidad de las instituciones democráticas y socava la gobernabilidad. 

La falta de confianza es asociada por estudiosos del tema a un aumento de la criminalidad y la delincuencia. Al percibir las personas que no pueden confiar en los demás o en las instituciones para proteger sus derechos y seguridad, recurren a comportamientos violentos como un medio de supervivencia o resolución de conflictos.

 Incluso, este tipo de conducta afecta las elecciones pues quienes no confían y tienen muy baja la confianza social no concurren a votar. 

Los partidos políticos mayoritarios que son los que reciben la mayor parte del dinero que el Estado les entrega para su desempeño electoral, deberían ser legalmente obligados a mantener en su local una escuela permanente para promover la confianza y la responsabilidad cívica en la sociedad.

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