Nearshoring: un Mantra
Cada vez es más frecuente escuchar en foros sobre comercio internacional o a oficiales gubernamentales responsables de generar políticas de comercio, recalcar gestiones en favor del “nearshoring”, palabra compuesta que prefiero explicar antes que intentar traducirla
Cada vez es más frecuente escuchar en foros sobre comercio internacional o a oficiales gubernamentales responsables de generar políticas de comercio, recalcar gestiones en favor del “nearshoring”, palabra compuesta que prefiero explicar antes que intentar traducirla. Nearshoring o friendshoring, como algunos prefieren referir, implica el traslado de operaciones, de cualquier tipo, desde un lugar al otro que se adjudique la ubicación. Este término tomó gran popularidad durante la administración del presidente Trump, quien proponía que las operaciones industriales de empresas norteamericanas regresaran desde la China a los Estados Unidos. De ahí que los proponentes en incrementar la inversión y generación de empleo en nuestro hemisferio, prefirieran usar friendshoring, intentando así vincular esta estrategia de EEUU con sus amigos y socios comerciales.
A la fecha, cuando el Congreso norteamericano no ha podido aun aprobar legislación alguna y sin que la administración actual haya establecido políticas como las que muchos esperan para generar efectivamente un masivo “near-friendshoring”, seguimos repitiendo el término como un milagroso mantra. Sin embargo, evaluaciones recientes determinan que algunas empresas han movido su producción principalmente a México, cuyo gobierno, mediante decreto presidencial, estableció incentivos fiscales a las industrias orientadas a la exportación. Esto nos confirma que el nearshoring no es más que una decisión de negocios, una de las múltiples variables de la ecuación a la que se enfrentan los negocios para fortalecer su productividad y/o competitividad en diferentes mercados.
La República Dominicana, que tiene las condiciones para atraer operaciones principalmente de mano de obra intensiva, se beneficiaría de una promoción orientada al rescate de la industria textil y de la confección que, de cierta forma, fue la que impulsó el desarrollo del esquema de zonas francas. Somos un importante exportador de dispositivos médicos y de accesorios relacionados a la electrónica y tecnología, pero el crecimiento de estos sectores tiene un techo dada la limitada disponibilidad de la mano de obra especializada que requieren estas plantas industriales. De igual forma, no escapamos al aumento de los costos de operación, ni al fenómeno que lamentablemente afecta a toda la región, el cual complica la instalación de nuevas operaciones industriales debido al desinterés del operario a integrarse al trabajo industrial.
Por lo tanto, la República Dominicana, como estrategia de desarrollo económico, pudiera emular el modelo de renombradas empresas norteamericanas, canadienses y surcoreanas – entiendo que Sri Lanka recientemente se une también al listado, las cuales han creado un estratégico modelo de coproducción, el llamado modelo CODEVI, nombre del parque de zona franca ubicado en la franja situada entre Dajabón (del lado dominicano) y Juana Méndez (del lado haitiano). Estas empresas se benefician de disposiciones específicas contenidas en el DR-CAFTA y de programas de acceso preferencial que otorga el Congreso de EEUU a Haití, con ventajas únicas no concedidas a ningún otro socio comercial en el hemisferio.
La relación industrial de estas empresas con Haití ha generado una significativa cadena de abastecimiento, considerada por la American Apparel and Footwear Association (AAFA) como el segundo mercado más importante para la exportación de hilaza norteamericana. Estas compañías tienen sus molinos textiles en áreas de bajo desarrollo industrial de República Dominicana, creando empleos de calidad al país, a la vez que se benefician de la abundante disponibilidad y destreza de la mano de obra haitiana. Se entiende que por cada tres empleos que estas empresas crean en Haití, uno es creado en República Dominicana.
Estas destacadas marcas comerciales, con expertos consultores a su disponibilidad, han determinado que es ventajoso aprovechar el modelo de coproducción en la frontera. Quizá tienen claro que República Dominicana siempre será vecino de Haití, que el Congreso norteamericano afanosamente buscará alternativas para proveer asistencia y lograr la estabilidad socioeconómica del pueblo haitiano, y que los consumidores, particularmente en EEUU, continuarán con la práctica de ir a tiendas a echar ropa y calzados sin límite en un carrito de supermercado.
Virgilio A. Mota
Consultor