50 años de Alemania en las Naciones Unidas
Queremos construir sobre lo que fue creado en 1945 y que se ha seguido desarrollando desde entonces
Hace 50 años, el 18 de septiembre de 1973, a orillas del río Este en Nueva York, dos Estados alemanes se adhirieron a las Naciones Unidas. La adhesión se llevó a cabo mediante una breve resolución de la Asamblea General; sin embargo, de ninguna manera se trató de una mera rutina diplomática.
Casi tres décadas después del fin de la Segunda Guerra Mundial iniciada por Alemania y el genocidio perpetrado contra los judíos europeos, que habían infligido un sufrimiento indescriptible a millones de personas, este día marcó un retorno del “Estado enemigo vencido” a la comunidad internacional. Hasta el día de hoy seguimos estando agradecidos por dicho retorno, y para nosotros este hecho constituye un compromiso.
La adhesión de Alemania ocurrió 28 años tras la fundación de las Naciones Unidas y es testimonio de nuestro reconocimiento de la culpa alemana, de nuestro compromiso para con los principios de la Carta de las Naciones Unidas, con un mundo que apuesta por la fuerza del derecho y no por la arbitrariedad de los más fuertes. Y el 18 de septiembre de 1973 representa un concepto profundamente enraizado de la diplomacia alemana.
La política exterior alemana nunca debe limitarse a velar por sus propios intereses. Desde hace 75 años nuestra Ley Fundamental le ha encomendado “servir a la paz del mundo [...] [en] una Europa unida”.
Esta encomienda y nuestra pertenencia desde hace 50 años a las Naciones Unidas son hoy más importantes que nunca, en un tiempo en el que se están viendo socavados los principios fundamentales de las Naciones Unidas. Por ello, junto con más de 140 países, hemos abogado en la Asamblea General en favor de la gente de Ucrania y los principios de la Carta. Y es que, según la Carta, todo país tiene el derecho de vivir en paz sin tener que temer ser atacado por un vecino más fuerte.
Es evidente que hoy vivimos en una realidad geopolítica distinta que en tiempos de la Guerra Fría. El enfrentamiento de los bloques del Este y el Oeste afortunadamente es parte del pasado. En su lugar ahora se está formando una nueva realidad multipolar en la cual tenemos que organizar la cooperación.
Cada vez hay más países con distintas posiciones que demandan participar en la configuración del orden internacional. Y es lo justo. Ya era tiempo de que sus voces fueran tomadas más en cuenta.
Por tanto, queremos fortalecer nuestras asociaciones con todos los países del mundo que apuesten por un orden internacional basado en normas y en el derecho.
Dicho orden no es una “ideología occidental”, tal como lo sostienen algunos. Todo lo contrario. Este orden tiene su fundamento en la Carta de las Naciones Unidas y, con ello, en la convicción universal de que todos los Estados y todas las personas tienen los mismos derechos, sin importar cuán poderosos sean, y que nunca más un Estado vuelva a invadir a algún vecino. Para nosotros, los alemanes y alemanas, estos principios son también un aprendizaje de la Segunda Guerra Mundial y de las atrocidades que cometió la Alemania nacionalsocialista contra sus vecinos.
Por esta razón los alemanes y alemanas tenemos una responsabilidad especial de fortalecer la Carta de las Naciones Unidas. También por eso hemos presentado nuestra candidatura al Consejo de Seguridad para 2027-2028.
Aquellos que cuestionan hoy este orden quedan a deber la respuesta a la pregunta de cuáles son los principios sobre los que debería construirse un orden mejor y más justo.
Nosotros queremos construir sobre lo que fue creado en 1945 y que se ha seguido desarrollando desde entonces. Sabemos que este orden es imperfecto y que debemos adaptarlo a nuestro mundo nuevo.
Esto incluye que por fin configuremos nuestras instituciones financieras internacionales, los órganos sanitarios, pero también el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de tal forma que nuestros socios en África, América Latina y Asia tengan ahí una voz adecuada.
Esto incluye que coloquemos los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el centro de las Naciones Unidas.
Y esto incluye una mayor ambición respecto a la contención de la crisis climática, que es la mayor amenaza de nuestro tiempo. Con una hoja de ruta clara hacia el abandono de las energías fósiles. Y con la solidaridad para con los Estados más vulnerables, que sufren de manera particular las consecuencias de la crisis climática.
Sin embargo, las asociaciones francas incluyen asimismo que reflexionemos de forma autocrítica sobre nuestro propio modo de actuar. Por ello Alemania también inició la devolución de arte colonial robado. Esto no sanará todas las heridas del pasado, pero es un paso importante en el contexto del abordaje de nuestra oscura historia colonial.
Con nuestra adhesión hace 50 años los alemanes y alemanas hicimos la promesa de asumir responsabilidad por las Naciones Unidas. Hoy no únicamente reconocemos esta promesa, sino que, junto con nuestros socios, queremos renovarla en un mundo que ha cambiado.
Con valor y con confianza.
Por unas Naciones Unidas fuertes. Por un futuro mejor y más justo para todos y para todas.